Crítica de Salome. Mariotte. Wexford

Opera House de Wexford. 28 Octubre 2014.

El tercer título de la programación del Festival de Ópera de Wexford era esta casi desconocida Salomé, compuesta por el francés Antoine Mariotte. Pocas veces dos óperas sobre el mismo asunto consiguen tener largo recorrido. Yo diría que casi las únicas excepciones son las Manon, de Puccini y Massenet, y hasta cierto punto Romeo et Juliette, de Gounod, e I Capuleti, de Bellini. En todos los demás casos en la ópera ocurre todo lo contrario de lo que estudiábamos en la Ley de Gresham, que venía a decir que cuando en un mercado conviven dos monedas, una buena y otra mala, la mala expulsa a la buena. En la ópera ocurre al revés. Es la buena la que expulsa a la mala, si es que podemos hablar en términos de buenas y malas en lo que a óperas se refiere.

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Escena

Antoine Mariotte (1875-1944) fue un compositor francés que contó con bastante renombre en el país vecino, habiendo compuesto una media docena de óperas, que hoy están olvidadas. La primera de ellas fue precisamente Salomé, compuesta casi al mismo tiempo que Richard Strauss componía su obra maestra del mismo título, basándose ambos en la obra de Oscar Wilde, lo que trajo consigo problemas legales entre ambos compositores por los derechos de la obra. La Salomé de Richard Strauss se estrenó en 1905 en Dresde, mientras que la de Mariotte se estrenaba en 1908 en Lyon. Tuvo cierto éxito al principio, pero pronto cayó en el olvido. Después de 1919 sus apariciones en escena son casi inexistentes, teniendo que señalar su reposición en Montpellier en el año 2005, donde se propusieron ambas Salomés, al celebrarse el centenario del estreno de la de Richard Strauss. Antes de estas representaciones en Wexford se pudo ver en versión de concierto en Munich (Prinzregententheater) este mismo año.

La Salomé de Antoine Mariotte es una ópera que podría haber tenido cierto recorrido, pero tuvo la mala suerte de tropezar con la obra maestra de Richard Strauss y la diferencia es bastante grande, sobre todo teniendo en cuenta que el libreto es prácticamente el mismo en ambos casos. En cualquier caso me parece una loable iniciativa por parte del Festival de Wexford darla a conocer al aficionado.

La producción de Rosetta Cucchi resulta poco convincente, pretendiendo hacer uso de símbolos que no son fácilmente comprensible para los mortales de a pie. El hecho de que Salomé vaya rodeada de 7 Reyes con coronas, que van cayendo uno a uno en la danza de los velos, para quedar finalmente Salomé con una única corona de hierro, que representa a Jokanaam, no hace mucho por dar credibilidad a la producción. Como digo, no hay cabeza del Bautista, sino una corona. Por lo demás se trata de una producción bastante rutinaria, de las tantas veces vistas, aunque sea otra ópera, pero la trama es exactamente igual que en la de Richard Strauss. La escenografía de Tiziano Santi ofrece un espacio reducido y cerrado por pilares laterales, siendo el tradicional vestuario obra de Claudia Pernigotti. Quizá lo más interesante de la producción sea ofrecer la danza en un escenario elevado, que Herodes y el público ven a través de una supuesta ventana. Por lo demás, todo es más o menos rutina.

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Na’aman Goldman e Igor Golovatnko

La dirección musical estuvo en manos del británico David Angus, que llevó la obra bien, pero hace falta algo más para que esta ópera pueda triunfar. Su dirección me resultó un tanto blanda. Buena la prestación de la Orquesta del Festival de Ópera de Wexford. Cumplió el Coro del Festival, que aquí tiene unas muy breves intervenciones y en interno.

En esta ópera Salomé es una mezzo soprano y fue interpretada por la israelí Na’ama Goldman, que ofreció una convincente prestación escénica y algo insuficiente vocalmente. A su voz le falta amplitud y queda bastante corta en graves. Le salva la figura y sus dotes de actriz.

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Na’aman Goldman

Jokanaam fue interpretado por el barítono ruso Igor Golovatenko, que lo hizo bien. Su voz puede resultar un tanto ligera, pero corre bien, salvo cuando está dentro de la cisterna.

Herodes es un barítono, lo que me parece menos adecuado que en la Salomé de Richard Strauss. Fue interpretado por Scott Wilde con corrección y sin mucho brillo.

También Herodías es una mezzo soprano y fue interpretada por la canadiense Nora Sourouzian, de voz adecuada en el centro y tirante por arriba.

Finalmente, los personajes secundarios fueron adecuadamente cubiertos por el tenor Eamonn Mulhall (Narraboth) y la mezzo soprano Emma Watkinson como Paje de Herodías, que aquí tiene más relieve que en la ópera de Strauss.

Al teatro le faltaba poco para llegar al lleno total. El público se mostró más tibio que de costumbre en la recepción final de lo artistas.

La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 2 horas y 10 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 1 hora y 37 minutos. Cuatro minutos de aplausos.

El precio de la localidad más cara era de 145 euros, siendo el precio de la más barata de 25 euros.

José M. Irurzun