Canales triunfa y celebra su cumpleaños con la recuperación de «Bernarda» y «Torero»

 
Antonio Canales. Foto: David Mudarra.
Antonio Canales. Foto: David Mudarra.

Dos grandes noches han celebrado la recuperación para el escenario de las coreografías más emblemáticas de Antonio Canales, gracias a la insistencia de la directora de Madrid en Danza, su antigua compañera en el Ballet Nacional de España, Aída Gómez.

Transformado en la fiera de Bernarda Alba, vestido de luto como sus hijas interpretadas por bailarines, el maestro cumplía 56 años el domingo 3 de diciembre en este gran día para la danza española que tan difícil tiene siempre la conservación de su repertorio y a la que se quiere proteger: sigue en marcha el documento para que nuestro baile sea declarado por el Gobierno de España Bien de Interés Cultual como Patrimonio Inmaterial.

Bernarda de Antonio Canales. Foto: David Mudarra.
Bernarda de Antonio Canales. Foto: David Mudarra.

Al terminar su baile seco y totalitario de la matriarca de la obra póstuma de Lorca, Antonio Canales asistiría a la segunda parte, Torero, desde el patio de butacas y, al entrar en la sala, el público comenzó a cantarle el “cumpleaños feliz”.

Joaquín Cortés estaba sentado viendo la función junto a Aída Gómez y, cuando se vieron, Antonio Canales y él se fundieron en un abrazo histórico que nos hizo retrotraernos a aquel año 1993cuando se empezó a fraguar el estrellato de ambos, compartiendo cartel en el tablao Zambra, tras haber dejado el Ballet Nacional unos años antes. 

Canales y Cortés, Cortés y Canales, son los dos referentes de nuestro baile en el paso del siglo XX al XXI y ese abrazo unía también el domingo dos estéticas distintas de entenderlo. Con la tradición iniciada por Aída Gómez de reponer las grandes obras de la danza de los coreógrafos españoles –comenzó con Fuenteovejuna, de Gades; siguió el año pasado con Rango y Bolero, de Rafael Aguilar-,intuimos muy lógica la recuperación de Pasión gitana de Joaquín Cortés en el próximo Madrid en Danza.

Benarda sigue conservando la impronta minimalista dada por Lluís Pascual a su estructura e imagen, con el poderío de Pol Vaquero en el papel de Adela, la personalidad carismática de Daniel Navarro como Poncia y el soplo de aire fresco de las canciones y pellizcos de la genial septuagenaria María La Coneja, coronada de flores como una Frida Kahlo lorquiana. Quizás se debiera revisar el tempo y los preliminares de la muerte de Adela, demasiado rápida. Tiene fácil solución: Bernarda debería acechar a su hija desde antes, anticipando así al espectador la inminente tragedia.

Torero de Antonio Canales. Foto: David Mudarra.
Torero de Antonio Canales. Foto: David Mudarra.

Todavía se percibe en su puesta en escena el eco de los últimos años 80 y se celebra la cuidadosa dirección de escena de Luis Olmos. Y es que  Torero respira libertad en su planteamiento y nos habla de un momento en la historia de nuestra danza, donde el objetivo era seguir creando ballets, no sólo espectáculos de baile. Ahora, esta recuperación ha supuesto también el estreno en los principales personajes de Ángel Rojas, como Torero en la primera función (interpretó al Toro en 1993) y Mariano Bernal, con Pol Vaquero ambos días alternándose como Toro y Torero en cada una de las funciones. El domingo se enfundó en la chaquetilla cosida por el gran modisto de matadores, Justo Algava, y había momentos que Vaquero parecía Canales. Formado en sus inicios escénicos, con sólo 17 años, por el sevillano, su asimilación de las formas del maestro es total y baila siempre en estilo el sentir del protagonista, ya sea antes de salir a la plaza, enfrentado al astado o celebrando la faena. 

Mariano Bernal interpretó al Toro y despertó grandes aplausos en el saludo final. Supo moverse animalesco y su baile flamenco trufado de expresividad de torso transmitió también compasión. Mónica Fernández, ayudante de Canales en la reposición de ambos ballets, encarnó a la madre del torero en una escena con fuerza visual y un lenguaje coreográfico en el que conviven aquellos aires de 1993, cuando la libertad de la danza contemporánea de Maguy Marin había atrapado a Antonio Canales durante su trabajo con ella en Francia y regresó impregnado de ganas de expresarse de otra forma, pero sin abandonar la raíz.

Lo más lógico sería que este programa encontrase rápido teatro en Madrid y pueda ofrecerse durante una temporada de más días para que todos vean dónde estaba ya Canales en 1993 y 1997 y cómo de necesario es saber de dónde venimos, cuando se cumplen 25 años del estreno de su compañía y de su personal estilo.

Cristina Marinero