Teatro Real de Madrid. 24 Octubre 2014.
El Teatro Real ha organizado una serie de actividades en conmemoración del 15º aniversario de la muerte de Alfredo Kraus. El arranque de esta conmemoración ha sido este concierto de Piotr Beczala, quien, por cierto, todavía no ha debutado en este teatro en una ópera representada escénicamente. Me parece muy acertada la decisión del Teatro Real, ya que posiblemente el tenor polaco es el tenor más afín a lo que fue Alfredo Kraus, aunque últimamente haya abordado algunos personajes que el tenor canario nunca quiso abordar.
Piotr Beczala tiene algunos aspectos comunes con Alfredo Kraus, entre los que destacaría su elegancia y su seriedad a la hora de elegir el repertorio. Como ocurría con el siempre añorado Kraus, cuenta con el reconocimiento y admiración del verdadero aficionado a la ópera, aunque resulte un desconocido para el gran público.
Piotr Beczala
El concierto ofrecido por Piotr Beczala ha sido brillante y muy generoso por su parte, especialmente comparándolo con otros conciertos de algunos colegas suyos. Mis últimas experiencias han consistido en asistir a conciertos, en los que el divo de turno ofrecía tres intervenciones en cada una de las partes del concierto. No ha sido así en este caso. Piotr Beczala ha ofrecido 4 arias de ópera – y no de escasa importancia – en la primera mitad y otras 5 en la segunda.
El resultado artístico del concierto ha sido un claro éxito de Piotr Beczala, aunque no todas sus interpretaciones hayan estado a la misma altura, pero algunas han sido verdaderamente excepcionales. Entre ella señalaré tres, que no es un número precisamente escaso. Me refiero al aria de Werther Pourquois me réveiller, que cerraba la primera parte del concierto. Recuerdo haber visto a Piotr Beczala en Werther en Munich hace años y su interpretación me encantó. No sé por qué no lo frecuenta más. Quizá es que no se lo piden los teatros. Para mi sorpresa incluyó en el concierto el aria de Le Cid de Massenet, O souverain, o juge o père. Su interpretación fue a la vez brillante y emocionante. Finalmente, no puedo dejar de mencionar el aria Cisza dokola, de la Casa Embrujada, de Stanislaw Moniouszko. Para mí fue el punto culminante de la noche, absolutamente sublime.
En la primera parte cantó el aria Di tu se fedele, del Un Ballo in Maschera, en la que tuvo el mérito de no rehuir las notas bajas, tantas veces suprimidas por otros de sus colegas. Poco reparos se pueden poner a su interpretación del aria Tombe degli’avi miei. Siempre correcto, pero no excepcional, en Ah, Leve toi soleil, de Romeo et Juliette.
Marc Piollet
En la segunda parte, aparte de las arias mencionadas más arriba, que tuvieron un nivel excepcional, abordó la Romanza de la Flor, cuyo final fue menos brillante que lo que yo esperaba. En cambio, la romanza de Faust Salut, demeure chaste et pure fue impecable, haciendo toda una exhibición de buen gusto y fiato, terminando en un agudo en piano, como lo hacía Alfredo Kraus. Finalmente, E lucevan le stelle no tuvo la misma calidad excepcional de otras de sus intervenciones.
Como propina ofreció una brillante interpretación de dein ist mein ganzes herz, de Franz Lehar, terminando con la canción Catarí, Catarí o Core ‘ngrato, dedicado a su esposa Catalina, al celebrar su aniversario de boda.
Acompañó bien a Piotr Beczala el maestro Marc Piollet al frente de la Orquesta del Teatro Real, mientras que en las páginas sinfónicas ofreció rutina y exceso de
El Teatro Real ofrecía una entrada de alrededor del 80 % de su aforo. El público dedicó un merecido triunfo a Piotr Beczala.
El precio de la localidad más cara era de 90 euros, siendo el precio de la más barata de 16 euros.
José M. Irurzun