Crítica de Attila. Verdi. Bilbao

Palacio Euskalduna de Bilbao. 22 Noviembre 2014.

ABAO abre la temporada de ópera con un retraso considerable respecto de años anteriores. La tantas veces mencionada crisis económica ha traído consigo un importante recorte en la programación, que ha pasado de 7 a 5 títulos, dando la impresión de que se hayan suprimido los 2 títulos previstos para los meses de Septiembre y Octubre. Esperemos que sea una decisión temporal, ya que, de otro modo, no cabe duda de que la importancia de la temporada de ópera en Bilbao decae considerablemente.

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Escena

La apertura de la presente temporada se hace con un título verdiano perteneciente, por tanto, al proyecto Tutto Verdi. Se trata de Attila, una de las óperas de los llamados años de galeras, y que es la segunda colaboración de Giuseppe Verdi con el teatro de la Fenice, donde se estrenó en Marzo de 1846. Desde mi punto de vista se trata de lo que yo llamo una ópera patriótica, como otras de la primera época de Giuseppe Verdi. El genio de Busseto fue un compositor inmenso, además de ser un hombre muy listo, de manera que utilizó esta ópera para rendir homenaje a Venecia, cuya fundación se intuye en el propio texto, además de dar al público una oportunidad única de identificarse con los personajes, especialmente en ese famoso dúo de Attila y Ezio, en el que éste ofrece al caudillo huno el universo entero, quedando Italia para él. Italia, evidentemente, no existía en 1846, y el público no pudo reaccionar de manera más explícita, apoyando a Ezio frente al Imperio del Norte.

Estas operas de los años de galeras están muy alejadas del Verdi maduro, estando centrada su composición en números cerrados. La influencia del libreto es enorme y hace falta un director musical de mucha importancia y unos cantantes muy notables para que la ópera no caiga en el aburrimiento. Esto es especialmente importante en Attila, donde se dan claras diferencias de calidad musical entre la primera y la segunda parte de la ópera, lo que ocurre todavía en mayor medida con el libreto de Temistocle Solera, que resulta de muy escaso interés dramático en los dos últimos actos.

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Escena

En Bilbao hemos asistido a una representación aceptable, si se quiere, aunque irregular. Una producción tradicional y atractiva, aunque corta de vida escénica, una notable dirección musical, y un cuarteto solista con desequilibrios notables.

La producción escénica procedía de Lieja y llevaba la firma de Ruggero Raimondi, sin duda uno de los grandes intérpretes de Attila en el último cuarto del siglo XX. La escenografía de Daniel Bianco consiste en unas cuantas columnas, con bajo-relieves con motivos bélicos en la parte inferior, cuyo movimiento sitúa las distintas escenas. A eso hay que añadir un ciclorama al fondo. Todo ello resulta atractivo, además de tradicional. El vestuario de Laura Losurdo resulta adecuado y tradicional en todos los casos. Buena la iluminación de Albert Faura.

Por donde hace agua la producción es por la pura dirección escénica, lo que no deja de sorprender en un hombre que ha sido durante años un Attila de referencia. En cuanto a coro y figuración, la labor de Ruggero Raimondi no pasa de la de guardia de tráfico. En cuanto a la dirección de actores, hay que destacar la actuación de Attila, mientras que la de Foresto y Odabella no pasa de la de dos actores estáticos, que no transmiten

absolutamente nada. Me temo que la colaboración que Raimondi ha obtenido de Roberto Aronica y Anna Smirnova habrá sido escasa o nula, pero no hay que olvidar que el responsable escénico es Ruggero Raimondi.

Muy positiva me resultó la dirección de Francesco Ivan Ciampa. Había tenido ocasión de ver dirigir a este joven maestro italiano en otra ópera del joven Verdi y había salido muy bien impresionado de su actuación. La cosa se ha repetido ahora y me parece un acierto haber contado con él en el podio. Su dirección fue siempre enérgica, controlando muy bien todas fuerzas a sus órdenes. Creo que es un maestro que podría ser una estupenda solución en el futuro para ABAO y espero que sigan contando con él. La Orquesta Sinfónica de Euskadi ofreció una buen actuación y el Coro de Ópera de Bilbao me resultó más empastado que en ocasiones anteriores. He sido muy crítico con el coro en los últimos años y espero que esto no sea sino el inicio de un cambio a mejor.

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Ildebrando D’Arcangelo

Ildebrando D’Arcangelo fue el protagonista de la ópera y quien ofreció la interpretación escénica más convincente del cuarteto de voces solistas. A su voz le falta amplitud y poderío, especialmente en un espacio como el Euskalduna. Su labor en general fue lo mejor de la noche. No es un Attila excepcional, pero cumple bien. Fue el único que dio sentido e intención a todas sus intervenciones y eso siempre es digno de destacarse.

La rusa Anna Smirnova fue una Odabella poderosa vocalmente, con un instrumento amplio y capaz de cubrir la muy exigente tesitura del personaje. Aparte de volumen, poco más aportó, ya que las agilidades que Verdi puso en las arias de Odabella no

existieron y su falta de expresividad fue enorme. No pasó de salir a escena, plantarse, cantar casi todo en forte y desaparecer. En el centro las cosas funcionan bien, estando apretada en el extremo superior y bastante hueca en los graves, lo que no deja de sorprender en una mezzo soprano.

Ángel Ódena estuvo bien en la parte del general Ezio. La voz es adecuada al personaje y tiene poderío suficiente. A veces le traiciona buscar el volumen como principal valor. Noté que en las notas altas hay claros signos de fatiga vocal, lo que no había notado hasta ahora.

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Ángel Ódena e Ildebrando D’Arcangelo

Roberto Arónica fue un Foresto a la antigua, de los que cantan todo en forte, todo igual, no expresan nada y se plantan es escena como pasmarotes. Hoy hay que pedir otra cosa a un cantante y Roberto Arónica me resultó un decepcionante intérprete, por más que la voz sea importante y adecuada al personaje. Lo más rechazable de su actuación fue su afán de escaparse de todas las notas altas de la partitura, lo que es indigno de un profesional. Espero que sea su última actuación en Bilbao.

En los personajes secundarios Eduardo Ituarte no pasó de cumplir como Uldino, mientras que David Aguayo resultó un débil Papa León.

El Euskaduna ofrecía una entrada de alrededor del 90 % de su aforo, estando los huecos más claros en las localidades más baratas. El público se mostró poco entusiasmado durante la representación y en los saludos finales. La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 2 horas y 18 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 1 hora y 46 minutos. Seis minutos de aplausos.

La localidad más cara costaba 192 euros, siendo el precio de la más barata de 83 euros.

José M. Irurzun