Crítica de Die Zauberflute de Mozart. Buenos Aires

Die-Zauberflute.Mozart.B.Aires

 

 
Calidad al servicio del Arte
Teatro Avenida de la Ciudad de Buenos Aires. Función del 19 de Abril (estreno)
La Compañía Juventus Lyrica ha presentado una nueva versión de Die Zauberflüte (La Flauta mágica) de Wofgang Amadeus Mozart para iniciar su temporada 2013 en el Teatro Avenida de Buenos Aires, un título muy apreciado por el público y cuya programación entraña siempre el desafío de salir airoso frente a las comparaciones.
La sala casi colmada esperó expectante el comienzo del espectáculo y desde los primeros compases de la obertura se pudo comprobar que tendríamos una velada dedicada al disfrute.
El Mtro. Hernán Schvartzman, formado y de destacada actuación en Holanda, impuso una cuidada concertación brindándonos una lectura acorde al estilo, respetuosa de los ritmos y tempos necesarios para que esta partitura no pierda un ápice de su frescura intrínseca y, si bien no contó con una formación de instrumentos originales, supo darle un sabor historicista a su concepción lo que redundó en beneficio del trabajo de conjunto.
La puesta de María Jaunarena hizo gala de inteligencia y demostró la diferencia sustancial entre minimalismo y escasez de medios, brindándonos un trabajo cuidado en los detalles, aceitado en la respuesta dramática y donde campeó una coherencia que cada vez parece más difícil de encontrar en los escenarios. Supo equilibrar la trascendencia del mensaje del texto con la liviandad de la comedia popular -recordemos que Die Zauberflüte es un singspiel y fue estrenada en un teatro suburbano allá por 1791, sin pretensiones de volverse un monumento- resolviendo escenas ricas estéticamente, plenas de vida, de poesía y de gracia allí donde el autor así lo requiere.
Gratísimos y muy inteligentes fueron también sus diseños de vestuario, sobre todo en el caso de las Tres Damas y la Reina de la Noche.
Digno de mencionarse es que en esta versión se interpretaron en alemán tanto los pasajes cantados como los hablados y en ello se pudo apreciar un concienzudo trabajo que permitió que los intérpretes transmitieran sus sentimientos con una naturalidad y una soltura que sólo se alcanza cuando se siente el texto plenamente.
La escenografía e iluminación diseñadas por Gonzalo Córdova complementaron con una articulación precisa las ideas de la Regìe, recurriendo a diseños sencillos y netos y no por ello pobres de significación ni de poesía. Las apariciones de la Reina de la Noche fueron planteadas con un acierto plástico que muchas veces no se ve en los primeros escenarios del mundo.
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Para que todo este encuadre tuviera su plena realización era necesario contar con un elenco capaz de adaptarse a los requerimientos de una obra planteada como Teatro en el más completo sentido del término y donde lo musical no está dominando la acción sino integrado a ella.
Afortunadamente los artistas que dieron vida a los personajes de esta Flauta respondieron eficientemente a las expectativas. No hablamos de voces descomunales sino de una calidad que se impone por la musicalidad, la sinceridad y la entrega.
Sonia Stelman fue una exquisita Pamina. Dueña de una voz de timbre encantador y que corre con facilidad, dio la medida exacta de la suave princesa.
El Tamino de Santiago Bürgi estuvo a la altura de su compañera y creció a lo largo de la función. Interesante voz la de este tenor que tiene un promisorio futuro.
Papageno es un rol que hace las delicias del auditorio y que requiere un auténtico cantante-actor capaz de hacer justicia a la música y darle toda la gracia y la simpatía que le exige el libreto y en Gabriel Carasso encontró un artista de primera línea capaz de volver entrañablemente convincentes las ingenuidades más notorias. Dotado de ricas cualidades histriónicas bordó con frescura su interpretación y fue ovacionado tras su escena del IIº Acto en la que hasta convidó de su vino a un Director de Orquesta que lo aceptó gustoso y convidó a sus músicos con la risueña consecuencia de una etílica desafinación posterior que duró lo justo para coronar la broma con la belleza del sonido que exige Mozart.
Destacadísima la actuación de las Tres Damas, Sabrina Cirera, Mariana Carnovali y Verónica Canaves que le dieron carnadura a unos roles insulsos en otras manos, sin que ello disminuyera en nada su riqueza musical.
Muy gracioso el Monóstatos de Patricio Olivera e imponente el Sarastro de Oreste Chlopecki de una sonoridad rica con contundentes graves.
Maximiliano Michailovsky como el Sprecher, Cristian Taleb y Alexis Valencia como los Hombres de Armas, Laura Penchi como Papaguena, y Luciana Povan, Rebeca Nomberto y Julieta Cao como los tres genios (en otras versiones, niños) tuvieron también una cumplida actuación.
El coro, bajo la preparación del Mtro. Hernán Sánchez Arteaga, respondió con acierto.
Un párrafo aparte merece Laura Pisani quién deslumbró con su Reina de la Noche cantada con una seguridad y una belleza de sonido para recordar. Con coloraturas tan límpidas como expresivas, sin esquivar los riesgos y las exigencias y dotando a su rol de todo el carácter oscuro e histérico que la parte requiere conquistó nutridas y cerradas ovaciones.
La noche del otoño porteño nos encontró felices de haber disfrutado de un Mozart donde la calidad estuvo al servicio del Arte.
por el Prof. Christian Lauria
Fotos: Lliana Morsia