Javier Menéndez: «En Oviedo tratamos de apoyar a los jóvenes cantantes y si son españoles, mejor»

Javier Menéndez
Javier Menéndez

Javier Menéndez, director artístico de la Ópera de Oviedo desde el 2003, nos recibe en su despacho adyacente al emblemático teatro ovetense. El próximo día 6 de septiembre se estrena el tercer título de la tetralogía wagneriana que la Ópera de Oviedo viene ofreciendo desde el el estreno de El oro del Rin en el 2013 y que finaliza con El ocaso de los Dioses en el 2019.

El director artístico de la Ópera de Oviedo explica las ideas que han llevado a la programación de El anillo del nibelungo y repasa el interés wagneriano de la capital asturiana que supuso el estreno de la ópera Tristan en los primeros años del siglo pasado. En los últimos 14 años el teatro ha incrementado notablemente la presencia constante de óperas del padre de los Leitmotiv. 

Pero la Ópera de Oviedo es también un teatro que permite debutar nuevos roles a grandes artistas (la Norma de la famosa soprano canadiense Sondra Radvanovsky es un ejemplo) y al mismo tiempo apuesta y ofrece oportunidades a jóvenes, que de otra forma verían limitadas sus posibilidades.

Sumándose a todo lo anterior está la idea punto de encuentro que conjuga tradición con modernidad y dónde se añade un espíritu fresco y estimulantes propuestas escénicas. Ésta es la Ópera de Oviedo y éste es su director artístico.

EL PRÓXIMO 6 DE SEPTIEMBRE SE ESTRENA EL SIGFRIDO, TERCER TÍTULO DE LA TETRALOGÍA DE RICHARD WAGNER. ¿CUÁL HA SIDO EL PLANTEAMIENTO DE ESTE ANILLO DEL NIBELUNGO QUE DIRIGE EL MAESTRO GUILLERMO GARCÍA CALVO?

Bueno, el planteamiento inicial parte por la conmemoración de los 200 años del nacimiento de Richard Wagner en 1813 y que también coincide con el bicentenario verdiano. En esa ocasión nos hicimos el planteamiento del por qué no emprender una aventura de las dimensiones de una tetralogía completa. 

Era la primera vez que la Ópera de Oviedo se lanzaba a un reto de esas características y yo creo que había llegado el momento de madurez suficiente como teatro, tanto a nivel técnico como orquestal. Las dos orquestas que colaboran con nosotros, la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias como la Oviedo Filarmonía habían llegado a un punto de calidad que invitaba a afrontar este reto con la solvencia suficiente que supone meterse en esa aventura. 

Además, se tuvo también en cuenta la disponibilidad del Maestro García Calvo quien había debutado en Oviedo un par de años antes dirigiendo el Tristán con mucho éxito. Nos pareció que con esa juventud, ímpetu y energía era el Maestro ideal para acometer el proyecto en Oviedo. Tengamos también en cuenta que este proyecto lo tuvimos que dividir a lo largo del tiempo porque, como bien es conocido, la Ópera de Oviedo tiene una programación con cinco títulos por temporada. Con una programación de esas características, no parecía prudente acometer una tetralogía completa en una misma temporada ya que evidentemente no podría encajar con el resto de estéticas. También me pareció adecuado planear una jornada de la tetralogía cada año así que nos planteamos por lo tanto programar una ópera cada dos años, es decir iniciar en el 2013 y finalizar en el 2019. 

¿CÓMO PROCEDEN LOS ENSAYOS DE SIGFRIDO?

 Bueno, yo estoy muy contento entre otras cosas porque ya hemos tenido juntos a la orquesta completa y a los solistas. Es importante saber que tanto en El oro del Rin como en La Valquiria la OSPA (Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias) estuvo colocada en el foso y en Sigfrido nos hemos lanzado a juntar las dos orquestas. Evidentemente debido a las limitaciones del Teatro Campoamor los 106 músicos no caben en el foso y hemos tenido que encontrar una solución. Ésta ha sido de situar la orquesta encima del escenario y los solistas delante en el espacio que correspondería al foso subido.

Obviamente tampoco hemos querido renunciar a una parte propiamente visual del espectáculo, de hecho el proprio Wagner era un defensor absoluto del espectáculo total. Mi planteamiento para Sigfrido tuvo en consideración la idea que tanto El oro del Rin como La valquiria tienen las mayores posibilidades de toda la tetralogía. Sigfrido por el otro lado quizás sea la menos espectacular a nivel visual ya que siempre hay un máximo de dos solistas sobre el escenario. Me pareció por lo tanto que penalizar el lado orquestal con una estética visual que iba a ser poco espectacular podría resultar una pena. De esta forma hablamos con las dos orquestas, OSPA y Filarmonía de Oviedo, y decidimos juntarlas por primera vez, también y sin olvidar que lo consideramos un homenaje para el 125 aniversario de la fundación del Teatro Campoamor. Asimismo también estoy convencido que una ópera como Sigfrido requiere y pide esa exuberancia sinfónica que yo creo que el público va a agradecer muchísimo, sin claro perjuicio del elemento visual. 

¿NOS PUEDE DAR ALGÚN DETALLE SOBRE ESTA PRODUCCIÓN?

La producción de Sigfrido surge como continuidad con la estética que aplicamos tanto a El oro del Rin como a La valquiria, es decir el concepto y técnica del video y video mapping. En Sigfrido le hemos dado un protagonismo de otro tipo; los videos son más sutiles y no pretenden crear una escenografía sino unas imágenes muy sugerentes y metafóricas relacionadas con el contenido argumental de Sigfrido.    

La orquesta es como otro elemento de la escena y por lo tanto siempre está presente pero está colocada entre dos pantallas de vídeo: una gasa transparente anterior, por lo cual siempre se ve la orquesta,  y una pantalla posterior sobre las cuales se proyectan videos encontrados. El público desde la sala ve una primera proyección, la orquesta y una segunda proyección. Delante de la escenografía estarán los solistas que cantan y actúan sobre el foso levantado. 

Se trata de una producción propia de la Ópera de Oviedo.    

¿CUÁL ES LA RELACIÓN DE OVIEDO CON WAGNER? 

Yo creo que la relación de Oviedo con Wagner es muy reciente y se convierte en estrecha desde los últimos 12 años. Este teatro no deja de ser un teatro que viene de una tradición romántico italiano francesa que dejaba muy de lado la ópera alemana. Richard Wagner como máximo representante del romanticismo alemán aparece en Oviedo en 1908 con Lohengrin 1908 dónde el papel de Lohengrin fue interpretado por el gran tenor español Francisco Viñas. Siguieron Tristán e Isolda en 1921 (Tristan: Walter Kirchhoff, Isolda: Elsa Blanch bajo la dirección del Mº Pedro Blanch). Tras la reinauguración en 1948 después del incendio sufrido del 1934 se representaron Lohengrin en la temporada 1949 (Lohengrin: Renzo Pigni, Elsa: María Luísa Nache), Lohengrin en la temporada 1965 (Lohengrin: Franco Tagliavini, Elsa: Laura Londi, dirección Mº Morelli), Holandés Errante en la temporada 2000 (Holandés: Robert Hale, Senta: Eva Johansson, Erik: Gösta Winbergh, Daland: Hans Tschammer, dirección: Friedrich Haider).  

A partir de ahí se han podido ver Tannhäuser (2005), Tristán (2007 y 2011), El oro del Rin (2013) y La valquiria (2015). 

También me gustaría resaltar que las representaciones de óperas wagnerianas gustan mucho al público de Oviedo y van asociadas también a un éxito de taquilla importante. Lo mismo se puede decir de Mozart cuya relación con este teatro es de recién consolidación, hablamos de los años 90.

El público de Oviedo es claramente un público que tiene gustos muy variados; esa percepción de afición únicamente afín a los títulos verdianos, puccinianos y bizetianos está por lo tanto claramente superada.    

EN EL REPARTO DE ÉSTE SIGFRIDO APARECE EL NOMBRE DE MARIBEL ORTEGA, SOPRANO JEREZANA QUE YA DEBUTADO EN OVIEDO (HELMWIGE/DIE WALKÜRE Y ABIGAILLE/NABUCCO). EL PAPEL DE BRÜNNHILDE MARCA SU DEBUT WAGNERIANO EN UN ROL PRINCIPAL. ¿CÓMO SE HA PRODUCIDO ESTE CAMBIO? 

Lo primero que me gustaría subrayar es que creo que como teatro de ópera tenemos el claro objetivo de apoyar a cantantes jóvenes y si son de nacionalidad española, evidentemente todavía mejor. Por lo tanto parte de nuestra misión y trabajo es ser una plataforma de lanzamiento para nuevos artistas que creemos puedan tener un verdadero futuro en el mundo de la lírica. Está claro que a Maribel Ortega nadie se lo puede negar. 

A parte de los roles mencionados, si no me equivoco debutó en Oviedo con Clotilde de Norma en diciembre del año 2011 que precisamente también supuso el debut de la famosa soprano Sondra Radvanovsky como Norma. En esa misma producción tuvimos la oportunidad de escucharla cantar en un ensayo con orquesta por indisposición de la señora Radvanovsky. Esa fue la primera vez que escuché a Maribel Ortega cantar un rol principal en Oviedo. A partir de esa producción su vinculación con la Ópera de Oviedo ha sido permanente: cantó en dos segundos repartos que fueron Turandot en la temporada 2012 y Nabucco en la temporada 2015, además de los otros roles mencionados anteriormente.

Yo siempre he tenido la idea que Maribel era una voz wagneriana y lo digo con absoluta sinceridad. Su vocalidad tiene y siempre ha tenido mucho que ver con Wagner. Es obvio que ese repertorio conlleva grandísimas dificultades que hay que ir midiendo y en este sentido el rol de Brunilda de Sigfrido me pareció el más adecuado ya que son muy diferentes las Brünnhildes de La valquiria y de El ocaso de los dioses. Se trata de un papel más breve y realmente maravilloso que además cierra la ópera con ese dúo con Sigfriedo que es de una belleza única.

De hecho durante la producción de Nabucco del 2015 pedí a Maribel que se preparase el papel de Brünnhilde y posteriormente ella audicionó el papel también para el Mº García Calvo quien estuvo de acuerdo que era perfecta para el rol.

Conozco el sentido de profesionalidad que tiene Maribel y el grado de responsabilidad y nivel de exigencia en cuanto a la preparación de sus roles. Va a ser seguramente una gran sorpresa para el público de la Ópera de Oviedo, aunque en cierto sentido relativa ya que la hemos escuchado en otras ocasiones.

Yo tengo toda la confianza que va a hacer un debut excepcional y espero que le sirva de escaparate para que los responsables artísticos de otros teatros puedan ver que realmente tiene un gran futuro en este repertorio. 

LA ÓPERA DE OVIEDO SIGUE TENIENDO TEMPORADAS DE GRAN ÉXITO. ¿CUÁL ES EL SECRETO DE SU PROGRAMACIÓN ARTÍSTICA?

Ésta es una pregunta muy complicada y sobretodo no creo debería ser yo quién responde. 

La línea de programación de esta casa tiene que ver con una apertura muy importante del repertorio que, como decíamos al principio de esta entrevista, empezó a abrirse en los años 90. Ten en cuenta en los últimos catorce años se han incorporado a la programación de la Ópera de Oviedo unos 26 o 27 títulos que no se habían visto nunca. Estamos hablando de títulos como Jenufa, Katia Kabanova, Peter Grimes, La Vuelta de Tuerca, Ariadna auf Naxos y los títulos wagnerianos que hemos mencionado (Tristan, Oro del Rin, La Valquiria, Sigfrido), Mazeppa en la temporada pasada (que por cierto fue un estreno en España). Nuestra propuesta también contempla unas propuestas escénicas muy variadas siempre con el objetivo de garantizar la máxima calidad con propuestas escénicas que tengan un carácter estimulante y para determinado repertorio que tengan un carácter de revisión. Esto significa afrontar los grandes títulos del repertorio sin las estéticas más tradicionales, quizás más vistas ya. Elementos de riesgo y convocando a jóvenes artistas tanto de la dirección de escena como musical. En ese sentido me gusta decir que somos una ópera un poco fresca y apostamos por que la frescura de la juventud acceda a este teatro en todos los ámbitos. 

También ofrecemos en nuestro proyecto de segundo reparto la oportunidad de acceso a jóvenes artistas para los cuales sería más difícil en otras circunstancias y en otros teatros. 

Asimismo, yo creo que este teatro ofrece una plataforma también para debutar papeles, siendo un caso emblemático el de Sondra Radvanovsky quien, como decíamos antes, debutó aquí la Norma. Posteriormente ha cantado el papel con gran éxito en el Metropolitan pero la responsabilidad de un artista cuando debuta un papel en teatros como La Scala, Covent Garden o el Metropolitan o, sin ir más lejos, Teatro Real o el Liceo es mucho mayor. 

Todo esto pertenece a nuestra identidad como teatro: saber dónde estamos y qué queremos ofrecer. Sobretodo dejar claro que nuestro estándar es de calidad global. Yo no soy uno de esos interlocutores que piensa que la música está por delante de la escena, creo que la ópera es un espectáculo total y es necesario potenciar cada uno de los aspectos del mismo. Esto incluye dar la posibilidad que los artistas se expresen y manifiesten con libertad.