Sorprendente noche wagneriana en Miami

oloman Howard (Hunding) y Dominic Amstrong (Siegmund)  – cortesia MMF Noche wagneriana en miami
Soloman Howard (Hunding) y Dominic Amstrong (Siegmund) – cortesia MMF

Los wagnerianos de Miami, por lo visto hay muchos mas de lo que se cree, deben agradecer a Michael Rossi por su sagaz emprendimiento, el Miami Wagner Institute, que en su segundo año culminó su curso de perfeccionamiento con una notable representación en concierto en el Knight Auditorium del Arsht Center. La expectativa era grande y no defraudó, es más, sorprendió gratamente.

Desafortunadamente Wagner en Miami resulta casi una rareza, casi tanto como la música clásica en verano, mientras tantas ciudades grandes y pequeñas gozan de festivales al fresco o en teatros para delicia de sus habitantes. Una tradición que debería posibilitarse y que con iniciativas como las del MMF señala una luz al final del túnel. Hay público y está ávido, la prueba fue la entusiasta respuesta a la convocatoria de Rossi.

El primer intento el pasado año contó con la distinguida colaboración de Christine Goerke y Alan Held, quien regresó para dar cursos de capacitación junto a otra importante figura, la soprano Christine Brewer. El programa fue más ambicioso y el nivel de intérpretes, todos profesionales en los primeros tramos de carrera, fue no sólo superior sino parejo con algunas promisorias sorpresas. Podría decirse que en más de un aspecto fue una noche memorable para Miami que alcanzó nivel internacional.

La orquesta integrada por participantes del MMF respondió solvente a las demandas ciclópeas del compositor, alguno que otro disculpable desliz en los bronces, sucede en todas partes, no opacó un desempeño brillante; vale decir que mucho mas dócil y rendidora frente a Michael Rossi que a Bradley Moore que dirigió la invocación de Erda de El oro del Rhin (con una eficiente Kristina Dandavino) y In fernem Land de Lohengrin, la única pieza fuera del Anillo que quedó fuera de clima y lugar, por un bien timbrado pero nervioso Matthew Arnold.

El resto fue una sucesión de agradables sorpresas. El prólogo de El ocaso de los dioses contó con tres nornas espléndidas (la genial Anna Russell satirizaba sobre este episodio “Las pobres resumen todo lo que pasó en las primeras tres óperas, así que mejor ahorrárselas”). Acertada idea la de Rossi de incluir esta escena que encapsula el Anillo al mismo tiempo que sirve de prólogo introduciendo los leiv-motivs correspondientes. Cumplió Megan Nielsen y volvió a impactar Rehanna Thelwell que causó grata impresión el año pasado como Erda. La primera Norna a cargo de Julia Benzinger mostró carismática presencia y un timbre de contralto fresco, evocando la mas noble madera. Le siguió el Amanecer y viaje de Sigfrido por el Rhin, con buen rendimiento por parte de la orquesta bajo Rossi, hábil maestro concertador.

En la segunda parte, el primer acto de La Valquiria fue un rotundo éxito gracias a sus tres protagonistas y una orquesta que supo acompañarlos. La Siglinda de Elizabeth Baldwin perfectamente cincelada, con voz clara y segura, mostrando las facetas de la hermana perdida de Sigmundo abusada por su marido Hunding. El Siegmund de Dominic Amstrong exhibió un dominio del personaje francamente notable y una voz generosa de poderoso esmalte que pareció velarse apenas en el grito de Wälse, su único momento un punto por debajo, mientras que Winterstürme se integró feliz a las arias de su hermana amante. Una revelación resultó el Hunding de Soloman Howard, quien ha encontrado en el personaje una carta de presentación inmejorable. Impactante, aterrador, dueño de un instrumento cavernoso y rico y una formidable estampa, es un nombre que no en vano asciende imparable.

Pese a no estar completa – faltó el crucial War es so schmälich – la tercera escena del último acto trajo a los dos “profesionales” de la noche, veteranos en las lides wagnerianas: Brewer y Held. La soprano brindó su clásico metal a la exhortación de Brunilda y el bajo-barítono se lució con un Wotan en todo sentido monumental que pronunció su sentencia final desde la fila del coro con un fuego mágico abstracto y eficaz. De hecho, el movimiento escénico fue fluido gracias al aporte de David Carl Tourson y los trastos mínimos si bien rudimentarios cumplieron su función así como el tradicional vestuario que sólo no favoreció a la Brunilda de turno.

En síntesis, una noche importante en el tórrido verano miamense, tanto menos estéril por la bienvenida presencia del MMF y su Wagner Institute. Definitivamente, Miami aguarda por más Wagner el año que viene, la senda está trazada.

PD: recuérdese que el jueves 27 y sábado 29 tendrá lugar el estreno local de la exitosa Dead Man Walking con la presencia de su compositor Jake Heggie como parte del MMF en el Broad Theater de Barry University y en el mismo espacio Las bodas de Fígaro el 28 y 30 de julio.

Sebastián Spreng