Carmen de Georges Bizet. Intento de renovar el clásico.

 

Carmen de Georges Bizet
Carmen de Georges Bizet

Antes de comenzar mi crítica expondré dos consideraciones interesantes que han movido mi reflexión sobre esta Carmen que nos ha traído el Teatro Real : la primera de ellas tiene que ver con la escena, me gusta conversar con la gente que va al teatro, es una manera de saber lo que pasa por personas de diferente formación musical/escénica y diferentes expectativas, hace poco que hablaba con una de las que ha descubierto hace poco el género y me comentaba que, lógicamente, le gustaría ver todas estas óperas que está descubriendo ahora con montajes clásicos que reflejen el libretto de la época; la segunda consideración tiene que ver con el momento en que la he visto en esta ocasión, normalmente suelo ir a la segunda o tercera función y, por diferentes circunstancias, esta es de las últimas funciones, y se nota que, en lo musical  (también en lo escénico) está todo muy rodado, de hecho, impresiones de otras críticas no parecían tan claras, como si los propios cantantes y el director hubieran corregido errores en el camino.

Lo primero que he comentado está relacionado especialmente con el montaje escénico; Calixto Bieito se ha ganado una fama reconocida por ser iconoclasta, por realizar montajes que se salen fuera de lo común y que le han granjeado tanto enemigos como acérrimos seguidores de su forma de pensar las cosas (sí los hay, he conocido a varios); en esta ocasión es especialmente difícil no caer en el uso incontrolado de tópicos, es una ópera que está plagada de ellos (desde los toros a los gitanos con todos los clichés que se puedan imaginar) y, por lo tanto es una labor más que complicada por lo que comentaba al principio: contentar a los que quieren un montaje clásico con aquellos más duchos y que buscan variaciones, revisitaciones y renovar un poco la imaginería asociada. Bieito opta por un intento de renovar el clásico y, en mi opinión, me parece bastante acertado, los soldados se convierten en la legión, los coches se usan como transporte de los contrabandistas, hay violencia y algún momento soez, pero el conjunto resalta el tema tratado y funciona. Especialmente interesante es el manejo de la escena en los momentos corales consiguiendo un gran dinamismo, todo un logro el comienzo del cuarto acto, divertidísimo con un simple cuidado de los movimientos escénicos que arrancó los aplausos espontáneos del público. El acto final resulta terrorífico por su minimalismo, la transición de escenas está muy bien pensada y es muy fácil seguir la trama. Creo que en alguna función hubo abucheos… no fue el caso de esta. El público aceptó la propuesta y disfrutó.

Carmen de Georges Bizet
Carmen de Georges Bizet

Siempre he pensado que Marc Piollet viene de casa subido en sus decibelios y esperaba algo del estilo en esta obra de Bizet, sin embargo, no me pareció que fuera así, en esta ocasión, estuvo ciertamente atento a los cantantes, cuidando a la perfección el volumen orquestal y construyendo páginas de indudable belleza por su delicadeza como el comienzo del tercer acto. Respondió a las ideas del director la orquesta titular del teatro, gran trabajo hay por detrás, todo muy conjuntado y empastado. El trabajo del coro fue excepcional, en una obra que tiene tanta maravilla condificultad, sonó consistente, especialmente bien las cuerdas femeninas y aguerridas, sin perder el tono, las masculinas. Magníficos los pequeños cantores de la ORCAM, que bellísimas páginas musicales nos brindaron.

La Carmen de la rusa Anna Goryachova me pareció una aproximación distinta a lo habitual, la sensualidad y pasión habituales, cálidas, fueron sustituidas por una sensualidad fría, oscura, más cercana a latitudes del este que a las del sur de Europa; todo iba conjuntado con su voz, poderosa, de gran volumen y amplia tesitura, muy velada, opaca en su proyección, con un punto tenebroso; su papel, en los primeros compases me parecía más terrorífico que sensual, aunque luego ganara en la segunda cualidad al avanzar.  No estoy seguro de si era Carmen, pero su boceto del papel sí me pareció muy interesante; Francesco Meli construyó, en cambio, un paradigmático Don José, su voz corre muy bien en las notas agudas, ligeramente estentóreo, aunque tiene alguna dificultad en la emisión de notas en piano, enarbola el arma del falsettone y no le queda mal, menos cuando fuerza y se le rompe ligeramente como le ocurrió en su aria más conocida, está por pulir, material hay; sorprendente la actuación de Olga Busuioc como Micaela con una fuerza inusual en un papel que suele pasar desapercibido por la presencia de Carmen; la dirección escénica le dio más relevancia y la moldava transitó por los agudos con contundencia, espléndido el duetto con Don José al principio de la ópera, una cantante a seguir; Ketelsen resultó tosco en su papel pero con un indudable empaque torero, cada vez más se acostumbra uno a escuchar interpretaciones como esta del papel de Escamillo pero se puede cantar con más sentido y delicadeza sin perder su fuerza, la tosquedad no suele ayudar a este cometido, esos agudos eran cañones sin control; el resto de los protagonistas, muchos en una ópera como esta, estuvieron bastante adecuados en sus papeles como es el caso de Jean Teitgen, Isaac Galán y Mikeli Atxalandabaso; lo mismo se puede decir de Borja Quiza y de las divertidísimas Olivia Doray y Lida Vinyes Curtis entre otros.

El público estuvo pródigo en sus aplausos finales y se notó que se disfrutó de actuación. Sinceramente, vivimos una velada interesante, no es poco hoy en día.

Mariano Hortal