Becqueriana de María Rodrigo, descubriendo a una excepcional figura de la música española

Becqueriana
Becqueriana

María Rodrigo está considerada como la primera mujer compositora española en el sentido profesional del término. A pesar de este dato, poco o nada se sabía de su figura en los círculos académicos musicales, y mucho menos entre el gran público aficionado. Nacida en Madrid en 1888, su exquisita formación musical le llevó a ser alumna en Munich de Anton Beer-Wallbrünn y Richard Strauss, manteniendo una estrecha amistad con el compositor y pedagogo musical Carl Orff. Al llegar a Madrid, la actividad docente de Rodrigo desempeñará un papel muy destacado en su carrera, en cuanto profesora de Conjunto Coral en el Conservatorio de Madrid y difusora de la música clásica entre las capas sociales más humildes que no poseían fácil acceso a la misma. El estallido de la guerra civil española obligó a la compositora y a su hermana Mercedes, compañera inseparable durante toda su vida, a un triple exilio, primeramente en Suiza y acto seguido a la capital colombiana, Bogotá, donde María impartió clases en centros docentes, hasta que las revueltas de 1948, hostiles con los refugiados, forzaron a las hermanas Rodrigo a abandonar el país y elegir otro destino: Puerto Rico, donde se mantuvo 17 años hasta su fallecimiento en 1967, a punto de cumplir 80 años.

En el presente 2017 en que se cumple medio siglo de la desaparición de una de las más desconocidas figuras femeninas de la música española, el director de orquesta José Luis Temes, fiel a su infatigable y constante empeño por la recuperación y difusión del patrimonio musical española (como lo atestigua toda su dilatada carrera y sus 107 discos grabados) se enfrasca en la valiente tarea de recuperar tres geniales obras de María Rodrigo (a la par que reivindicar su figura), que se hallan entre las más valoradas por la autora de todo su catálogo: la escena lírica Becqueriana, la suite Rimas infantiles y el divertimento La copla intrusa, todas ellas en primera grabación mundial, con la revisión de las partituras originales a partir de los manuscritos de la compositora. El disco, editado por Cezanne Producciones, se ha grabado en estudio en el Conservatorio de Madrid con los mismos intérpretes del concierto efectuado días antes en el Auditorio Nacional de Música de Madrid, en noviembre de 2016.

La singular e interesantísima obra que da título al compacto, Becqueriana, es una ópera en un acto con libreto de los hermanos sevillanos, escritores tan prolíficos para el sainete andaluz, Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, está basada en la Rima XI del poeta también hispalense Gustavo Adolfo Bécquer, y vio su estreno en 1915 en el Teatro de la Zarzuela de Madrid. Esta interesante partitura escapa a ser adscrita a un género musical determinado, ya que posee rasgos de ópera, de zarzuela y hasta de ballet, con una magnífica y muy colorista página orquestal en su parte central en la que se describen ninfas y gnomos entre tempos de vals, marcha y frases de un bellísimo melodismo de inspiración alhambrista. En el mismo carácter narrativo de la evanescente escritura orquestal, a la que en ocasiones atraviesan españolizantes giros y cadencias de la música de raíz popular, se percibe a partes iguales la influencia de la música francesa y alemana, demostrando la compositora su capacidad de aglutinar de forma excelente los lenguajes musicales de su tiempo, para convertirlos en un vehículo propio de expresión. La escritura vocal, muy bien tratada desde el punto de vista prosódico, y que muestra la herencia de la zarzuela, posee frases de una notable expansión lírica y apasionada, destinando la declamación únicamente para los versos de la rima original del poeta sevillano. Sin asomo de dudas, esta Becqueriana entronca a su autora con los ambiciosos proyectos líricos contemporáneos de autores como Amadeo Vives, José María Usandizaga o Enrique Granados, con lo que resulta aún más incomprensible cómo esta portentosa música haya tenido que esperar un siglo para ser rescatada del olvido, pues no ha visto la luz desde prácticamente el día de su estreno en 1915.

En esta interpretación, la obra cuenta con la participación de dos jóvenes cantantes, valores con carreras artísticas en alza y de técnica asentada: la soprano zaragozana Ruth Iniesta desdoblándose en los personajes alegóricos de la Pasión, la Ternura y la Ilusión, a los que dota de singulares y genuinos aspectos vocales, apoyándose en una voz flexible y bien conducida, dulce, apasionada y de sutiles inflexiones; y el tenor santanderino Alejandro del Cerro dando vida a la exigente parte del Poeta, con timbre muy lírico, sólida emisión y agudos de una gran brillantez y vigor varonil. Junto a ellos, se percibe muy satisfactorio el trabajo coral obtenido por la directora Raquel García-Hervás al frente de un muy homogéneo Coro de voces blancas, apellidado María Rodrigo, en su breve pero deliciosa participación.

El disco se completa con dos páginas netamente orquestales que demuestran el gusto de Rodrigo por el sustrato de la música popular. Rimas infantiles (1929) es una deliciosa suite donde la compositora madrileña se erige en pionera de la divulgación musical en la infancia. A lo largo de los cinco números que la componen desfilan melodías y temas populares tratados con una finísima paleta orquestal y recorridos por sutiles licencias armónicas y tonales. Por su parte, La copla intrusa (1931) es otra no menos feliz y afirmativa pieza en la que los ritmos tan diferentes de la música andaluza y aragonesa se funden con frescura y habilidad naturales, evidenciando una vez más la gran pericia y el oficio orquestal de Rodrigo.

Para las tres obras, el maestro Temes se apoya en una magnífica Orquesta del Real Conservatorio de Madrid, de la que consigue extraer un alto rendimiento desde todos los ángulos: luminoso y flexible sonido, magnífico empaste entre secciones y una genuina densidad orquestal, a lo que ayuda la estupenda toma de sonido, captando los múltiples detalles instrumentales. Estamos por tanto ante un testimonio fonográfico que sirve para poner ampliamente en valor la figura de una de las más grandes compositoras de la primera mitad del siglo XX en nuestro país. Un primer acercamiento a su valiosa e injustamente olvidada música, aunque tristemente la gran mayoría de la producción de María Rodrigo se extraviase en los vaivenes de su forzado exilio.

Germán García Tomás