Macbeth en el Festival de Edimburgo. Un exorcismo necesario.

Macbeth en el Festival de Edimburgo
Macbeth en el Festival de Edimburgo

El Festival Internacional de Edimburgo revoluciona cada agosto la vida cultural de la capital de Escocia. Este verano el certamen celebra su septuagésima edición en medio de una euforia que la cuenta su innegable vitalidad.

En el centro de la oferta operística del Festival, destaca la producción del Teatro Regio Turín del Macbeth de Giuseppe Verdi, creada por la directora de escena italiana Emma Dante y con el batuta milanés Gianandrea Noseda al frente de la orquesta del Regio.

Con elegante parquedad de medios,  la directora siciliana Emma Dante ofreció un Macbeth de estética sensible e inteligente que da apoyo al drama sin colmatarlo. En su montaje, que es una coproducción con el Teatro Massimo de Palermo y el Festival de Macerata, Dante respeta el ambiente medieval característico de la obra y combina la consabida oscuridad del drama con el uso de dorados y colores cálidos que acentúan, respectivamente, la ambición malsana de la pareja protagonista y la carne arrobada de sangre que viste el entorno del coro de brujas. Macbeth aparece por primera vez en escena cabalgando el esqueleto de un caballo prehistórico, potente alegoría de su futuro mortífero; por su parte, las brujas personifican la superstición y el fanatismo, y están rodeadas por un grupo de sátiros que hacen que su estirpe (y su maldición) se perpetúen generación tras generación. La escena de la muerte del rey Duncan y su cadáver presidiendo el final del primer acto, así como el banquete en el castillo de Macbeth con la aparición del fantasma de Banquo fueron los mejores ejemplos de la fuerza teatral del espectáculo. La iluminación de Cristian Zucaro pasó convenientemente desapercibida  mientras que el vestuario creado Vanessa Sannino aportó potencia plástica al conjunto.

Con este sostén, la orquesta del Teatro Regio  tenía el camino franco para desarrollar su propuesta con comodidad. Noseda cumplió con el rigor esperado pero sin grandes lujos. Entre sus aciertos se cuentan la sabia elección de los tempi así como la certera contención en los concertantes. Su batuta se movía siempre con un pulso reflexivo y adusto, acaso más hecho para Salzburgo que para Edimburgo. Claudio Fenoglio, por su parte, preparó a un excelente Coro titular. Los coristas, reforzados por los actores del grupo Sud Costa Occidentale y de estudiantes de la Escuela del Teatro Biondo de Palermo, se presentaron con solidez sobre las tablas del Teatro del Festival de Edimburgo y se adaptaron sin problemas a la propuesta de Noseda. No flaquearon en ninguna página e hicieron disfrutar al público plenamente con una afinación y un fraseo impecables.

Macbeth en el Festival de Edimburgo
Macbeth en el Festival de Edimburgo

El reparto vocal estuvo encabezado por el barítono Dalibor Jenis y la soprano lírica Anna Pirozzi en la pareja protagonista. Los espectadores de Edimburgo pudieron disfrutar de un verdadero duelo canoro que arrojó sus mejores frutos durante los dos primeros actos, y del que salió victoriosa por poco la napolitana. Su Lady Macbeth dibujó con nitidez el oscuro universo psicológico del personaje, a la vez que brilló en las páginas más comprometidas, demostrando una gran madurez. Aunó musicalidad y presencia escénica, e hizo olvidar los defectos de timbre de una voz que acumula kilómetros. La voz Dalibor Jenis destacó por su rotunda oscuridad tímbrica, potenciada por una emisión sana y expansiva. Su Macbeth llegaba al público por medio de una línea de canto que se acomodó a lo que pedía la partitura sin exquisiteces pero con mucha intención dramática. Jenis se suma al carro de los que recurren al engolamiento de ciertas notas del registro medio y bajo, veda que abrió Jonas Kaufmann y que hoy pocos aficionados afean. La potente interpretación del Macbeth de Dalibor Jenis no alcanzó un éxito completo por su poco ambiciona versión del aria A la paterna mano, algo floja en lo vocal y de poca profundidad emocional.

Les acompañó el bajo Marko Mimica en el papel de Banquo, con una voz atractiva de timbre oscuro y redondo, aún por asentar. El tenor Piero Pretti ofreció un Macduff muy celebrado por el público, aunque habría que apuntar que aunque campaneaba en el agudo y deba el tipo en escena, tuvo una dicción borrosa y una proyección algo rupestre.

El público de Edimburgo, muy cálido durante los dos primeros actos y más contenido tras el descanso, como sobrecogido por el drama, braveó a los protagonistas tras la caída final del telón. La obra de Shakespeare cobraba vida en el festivo Edimburgo de una manera especial; y la negra historia de los Macbeth se vivía como un exorcismo necesario y purgante en una semana en el que la violencia medieval volvía a golpear en la vida real.

La calidad de este Macbeth hizo justicia al prestigio del festival. Sirva esta reseña como muestra de lo que el certamen ha ofrecido durante el mes de agosto, y como invitación a los aficionados a la lírica, que podrán ver saciados sus apetitos más allá de Glyndebourne.

Carlos Javier López Sánchez