Opera World entrevistó a Don Julio García casas tras el recital ofrecido por el pianista granadino Alejandro Algarra en Sevilla el pasado 15 de Junio con los 24 Preludios de Chopin como plato principal, con cuya interpretación quiso Algarra agasajar a este gran dinamizador de la vida cultural de Sevilla. Nacido en Fregenal de la Sierra (Badajoz), pero afincado desde hace décadas en la capital hispalense, Julio García Casas ha presidido Juventudes Musicales de Sevilla desde tiempo ya inmemorial, prestando desde esta institución un apoyo fundamental en los inicios de sus carreras a las sucesivas generaciones de pianistas españoles, desde Rafael Orozco a Juan Pérez Floristán.
Don Julio García-Casas, usted ha sido magistrado de la Audiencia de Sevilla. Es bien conocido que es una persona que se ha entregado a fondo a dos campos tan dispares como el derecho y la música… ¿Cómo se ha distribuido el tiempo y las energías entre sus dos pasiones?
Efectivamente, he sido magistrado de la audiencia de Sevilla durante unos 16 años. Sobre todo es una cuestión de disciplina y de convencimiento, de disciplina interna. Pero también lo veo como una lucha entre lo que es la vocación y la profesión. En esencia, para mí ha sido pasión lo que he vivido por la música y profesión todo lo relacionado con mundo del derecho. He sido profesor titular de derecho procesal en la Universidad de Sevilla, y el resto de mi vida la he dedicado al fomento de la buena música, a su divulgación y al apoyo de la gente joven durante sesenta años, ¡que se dice pronto! Gracias a esta lucha entre profesión y vocación he podido llegar a esta edad haciendo lo que me gusta, que es la música y el piano, pero también las sentencias y el mundo jurídico.
En el campo musical, su actividad siempre ha estado relacionada con Juventudes Musicales de Sevilla. ¿Como definiría el papel que ha tenido esta institución dentro de la ciudad y su vida cultural?
Pues como todo aquello que dura tantos años, ha tenido épocas. El gran momento de Juventudes fueron los años entre 1968 y 1973 aproximadamente, cuando trajimos a Rubinstein. Fue una gran época y supuso un despegar que contribuyó mucho al engrandecimiento de la música en Sevilla, porque después también vinieron figuras como Wilhem Kempf, Alexis Weissemberg, Esteban Sánchez, Rafael Orozco, etc. Una larga serie de grandes interpretes, con la que JJMM se fue consolidando en la esfera cultural. Posteriormente ha habido épocas de otro carácter, pero sobre todo yo creo que ha sido un triunfo de la perseverancia, de hacer bien las cosas, y sobre todo no interrumpirlas. Saber que la música es un patrimonio de la humanidad y que debe cultivarse sobre todo a través de sus intérpretes, que la industria de los discos es solamente algo paralelo. Los intérpretes, sobre todo los jóvenes, han tenido en JJMM un lugar de apoyo, una especie de refugio, y esto es algo de lo que estoy muy orgulloso.
De todos los pianistas que han venido, alguno de estos nombres tan impresionantes que usted nos ha nombrado… hay alguno que preferiría no haber invitado por alguna excentricidad?
Ha habido alguna vez que hemos echado de menos más categoría por parte de algunos. Se me viene a la cabeza el caso de un pianista polaco, no me puedo acordar del nombre, que hizo un recital estupendo, pero después se vio claramente que no estaba en condiciones. Afortunadamente no ha sido muy frecuente.
Hemos visto en el pabellón todas las fotografías de la visita de Rubinstein, que debió ser casi un acontecimiento nacional en la España de entonces. ¿Que le llamó más la atención de la presencia este pianista, dotado de un magnetismo con el público que pocos más han tenido?
Era un hombre de su tiempo, también en el aspecto pianístico. El tenía una capacidad de emocionar con el sonido del piano que era muy especial. Sobre todo en directo tenía, como bien has dicho, algo especial con el público, y solamente con su nombre hacía que salieran aficionados de debajo de las piedras, totalmente entregados allá donde iba.
Su carrera podría definirse como la de un gran gestor cultural incluso antes de que existiese el término. También pianista interesado en la figura de Chopin y en la de Beethoven. ¿Sigue usted tocando el piano?
Sí, si prefieres llamarlo así, me he dedicado en gran parte a la gestión cultural. Como pianista he remitido un poco después de sufrir una caída, lo que me ha forzado a disminuir mucho el tiempo que le puedo dedicar. Toco todavía, pero ya no a nivel de concierto, cosa que he hecho con mucha asiduidad. Sobre Chopin y Beethoven, ciertamente son los compositores con los que he tenido una relación mas intensa. Por proximidad, por sus planteamientos musicales y la belleza de sus melodías, como bien puede suscribir cualquier aficionado. Si he sido dependiente de algún compositor, ha sido sin lugar a duda de Chopin, del que he tocado más de sesenta obras y recitales monográficos.
Conociendo a fondo la obra de Chopin, un compositor tan relevante en la historia del piano, ¿Que opina usted sobre la música, sobre todo pianística, que se compone hoy día?
Lo cierto es que yo no me he metido mucho en el mundo de la música contemporánea. La acepto y sé que hay gente muy implicada, tanto como aficionados como grandes intérpretes, pero yo reconozco que no me he implicado mucho.
Otro punto importante de su actividad profesional ha sido su faceta como miembro de jurado en concursos tan importantes como Ferrol o Albacete, o incluso en concursos fuera de nuestras fronteras. ¿Cómo describiría usted el actual panorama?
Hay mucho que decir de esto. Hay concursos muy bien considerados con jurados muy justos, pero hay otros que están un poco contaminados. Cuestiones como las escuelas pianísticas, apoyos a los alumnos de miembros del jurado y otros asuntos así, minan la credibilidad de muchos concursos. Pero lo bueno de todo esto es que hay un resurgir de estas competiciones que viene muy bien a los artistas jóvenes. Yo, lejos de decirles que no se presenten, los animo a hacerlo porque con ellos se reconocen sus valores. Muchos grandes pianistas han salido de concursos… y otros no, también es verdad.
En Andalucía hay mucho talento para la música y para el piano. ¿Que pianistas andaluces destacaría de entre los que ha promocionado?
Hoy mismo hemos escuchado a Alejandro Algarra, que me ha hecho disfrutar de la música de Chopin en un recital que me ha querido dedicar y en el que he disfrutado como pocas veces de los 24 Preludios de Chopin. De los más antiguos por supuesto Rafael Orozco, que también pasó por aquí, o Manuel Carra, profesor del Conservatorio Superior de Música de Madrid. En las generaciones actuales, aunque me falla la memoria porque son tantos que ya no me puedo acordar de todos, Javier Perianes es el más grande de los pianistas españoles actuales, nadie como él hace fácil lo difícil. Un ‘musicazo’ y un artista muy maduro para su edad, grabando y tocando por todo el mundo. Pero además de éstos, son decenas los pianistas de mucho nivel que han salido de Andalucía
Si tuviera que seleccionar sólo uno, ¿Qué recital de todos los que ha presenciado le ha impresionado más?
Sin lugar a dudas: Rubinstein
¿Como le gustaría a Don Julio que le recuerde Sevilla, una ciudad con tanta vida cultural?
Es muy sencillo: como un hombre que dio su vida por la música. Uno que dio todo porque la afición a la música nunca remitiese en esta ciudad.
Carlos Forcada