La Compañía Nacional de Danza vuelve a triunfar con el ballet Don Quijote

El primer bailarín ESTEBAN BERLANGA en DON QUIJOT
El primer bailarín ESTEBAN BERLANGA en Don Quijote. Foto: Carlos Quezada

Con la reposición de Don Quijote, en versión de José Carlos Martínez sobre la estrenada por Marius Petipa y Ludwig Minkus, en 1869, en el Bolshoi (reestrenada con cambios en 1871), y la revisión de Alexander Gorsky (de 1900; integrada en Mariinsky y Bolshoi en 1902 y a partir de la cual se han creado las siguientes producciones), está claro que el público español quiere ver buen ballet clásico. Entradas agotadas de nuevo, tras el éxito de su estreno el año pasado, nuevas generaciones de niños y jóvenes en las butacas y una energía en torno a la danza que sólo el ballet clásico genera.

Por eso, seguimos sin comprender por qué no se dota ya a la Compañía Nacional de Danza (CND) y, también, al Ballet Nacional de España (BNE) de un teatro propio que sea su sede, donde puedan desarrollar todavía más el arte coreográfico de cada una de sus disciplinas, así como extender las actividades en torno a la danza académica (internacional y española) todavía más.

Debería ser el objetivo principal de esta legislatura (¿por qué esperar más?), pues no pueden seguir sin sede, como sí la tienen la Orquesta Nacional, la Compañía Nacional de Teatro Clásico y las producciones del Teatro de La Zarzuela. Un antiguo dirigente del Ministerio de Cultura nos decía en el estreno de Don Quijote que el escenario donde debería tener su sede la CND es el Teatro Real. Nunca es tarde y siempre se puede reorganizar el magno coliseo si hay voluntad.

HARUHI OTANI se supera en DON QUIJOTE
HARUHI OTANI se supera en DON QUIJOTE. Foto: Carlos Quezada

El buen ballet clásico necesita, también, y además de los bailarines de calidad que ya tenemos, de un presupuesto que permita realizar las producciones con todo el esplendor de vestuario y escenografía necesarios. Así, podrán hacerse realidad El cascanueces o Giselle, ballets que José Carlos Martínez prevé montar para las próximas temporadas, si las condiciones se lo permiten.

Será una inversión con ROI positivo seguro. Porque el “return of investment” –significado de esas siglas, como saben, en marketing- no puede ser más jugoso en el caso del ballet: educa, proporciona belleza para el alma, sus artistas son ejemplo de trabajo y espíritu de superación, reúne música clásica, coreografía, teatralidad, pintura, diseño y, sobre todo, más de dos horas en las que personas de todas las edades disfrutan en comunión. Y llena los teatros, como vemos, con lo que esto supone de retorno también económico.

El estreno de Don Quijote, el Día de la Constitución (en su Preámbulo, la Carta Magna ya dice que la Nación española declara su voluntad de “promover el progreso de la cultura…”), tuvo como protagonistas a Cristina Casa y Anthony Pina. Para ella era también su primera vez liderando un estreno como miembro de la CND, tras haber sido invitada el año pasado para encarnar a Quiteria, la protagonista. Volvió a desplegar su encanto, su gran técnica y su seguridad en escena. Por algo ha sido primera bailarina del Real Ballet de Flandes (Bélgica), donde ha interpretado los principales roles del repertorio académico y ahora ha traído aquí toda su experiencia. Junto a ella, Pina volvió a descubrirnos sus grandes dotes para saltos y giros, explotados de forma más espectacular todavía cuando interpreta al Jefe Gitano en otras funciones, levantando espontáneos aplausos del público.

CRISTINA CASA y ANTHONY PINA en el estreno de DON QUIJOTE
CRISTINA CASA y ANTHONY PINA en el estreno. Foto: Jesús Vallinas

En la representación del domingo 11 de diciembre bailaron Esteban Berlanga y Haruhi Otani, subrayando de nuevo su calidad. Berlanga es un valor seguro para la Compañía Nacional, también ha traído consigo la experiencia de haber sido solista del English National Ballet y su temperamento crece con personajes de marcado carácter, como es el caso de Basilio, el pícaro y pasional barbero enamorado de Quiteria, aunque el padre de ésta, el dueño de la taberna a donde llegan Don Quijote y Sancho en uno de los capítulos de la novela de Cervantes, no quiera verlos juntos, porque prefiere casar a su hija con el noble Camacho. Además, su técnica le permite a Esteban Berlanga ofrecer giros y saltos perfectos, verle seguro en todo momento y recrearse en los marcados quiebros cuando aterriza en los tour en l’air finales arrodillándose.

Junto a Haruhi Otani ha formado una estupenda pareja artística, da la sensación de que lo sean desde siempre. La bailarina japonesa incorporada en las filas de la CND en septiembre de 2015 ha crecido más aún desde que la vimos el año pasado debutar en el papel de Quiteria con el hoy miembro, precisamente, del English National Ballet, Aitor Arrieta. Otani asegura cada variación con finales férreos, gira con limpieza (sus fouettes del paso a dos del tercer acto fueron en muchos casos dobles o triples) y desplegó sus dotes seductoras con un encanto que potenció más aún su madera de primera figura. Desde luego que el dúo Berlanga/Otani puede dar muchas noches mágicas en cualquier ballet que protagonicen.

Y, antes que ellos, actuó la primera de las dos invitadas de esta temporada,Alina Cojocaru (el 17 y 18 baila la cubana Yolanda Correa, del Real Ballet de Noruega). La estrella del English National Ballet no tiene entre sus títulos de cabecera –dicho por ella- Don Quijote, pero su inmersión en la coreografía de José Carlos Martínez ofreció dos noches (el jueves 8 y el sábado 10 de diciembre) mágicas. En esta última, ella y Alessandro Riga estuvieron impecables. El primer bailarín de la CND también creció más aún al lado de la rumana que reina en Londres desde que entrara en el Royal Ballet y se fuera, en 2013, a la compañía que dirige Tamara Rojo con tan buenos resultados. Su elegancia y lirismo le permitieron ofrecer a Cojocaru verdadera esencia de la danza en el paso a dos Carmencita, con el que empieza el segundo acto y que sólo los rusos suelen incluir en Don Quijote. José Carlos Martínez acertó añadiéndolo a su coreografía.

La bailarina invitada ALINA COJOCARU con el primer bailarín de la CND, ALESSANDRO RIGA en DON QUIJOTE
La bailarina invitada ALINA COJOCARU con el primer bailarín de la CND, ALESSANDRO RIGA. Foto: Jesús Vallinas

Alessandro Riga estuvo majestuoso, otorgándole a su Basilio los toques pícaros apropiados, pero sin desprenderse de su aire de danseur noble. Saltó y giró con toda la perfección técnica posible y acompañó a Alina Cojocaru con verdadero mimo en los momentos de coordinación de pareja. Su paso a dos final, el más famoso de este ballet, resultó perfecto –es cierto que Cojocaru modificó  sus variaciones, adaptándolas para potenciar su lado fuerte- y el público les aclamó.

No nos olvidamos de las excelentes interpretaciones, en los papeles de Don Quijote y Sancho, de Isaac Montllor, intérprete del Hidalgo estos tres días, y deJesús Florencio, que sorprende al público que no lo conocía como bailarín (fue solista del BNE y ahora es coordinador artístico de la CND) con sus piqués en manège finales y esos toques de castañuelas que son todo un acierto. Como también es notable ver a José Antonio Beguiristáin en el papel de Padre de Quiteria, otro antiguo bailarín de la CND, ahora en su estructura comunicativa, que ha vuelto al escenario, como sucede en las grandes compañías de ballet del mundo con los bailarines veteranos: interpretan los papeles de carácter.

Moisés Martín Cintas bailó en estos días, también, como el racial Espada, junto a Mercedes, personaje interpretado por una espléndida Natalia Muñoz (el día 6) y Kayoko Everhart (10 y 11).

Sobresale también Giulia Paris, ya sea como Cupido o como Amiga (personajes que ha reforzado Martínez), en diferentes funciones, junto a Giada Rossi. Seh Yun Kim fue quien encarnó a Dulcinea los tres días, demostrando su personalidad perfecta para el adagio. Antonio de Rosa es Camacho en ocho de las 12 funciones de Don Quijote de este año (le vimos el día 6 y el 10) y vuelve a estar muy cómico, a la vez que aristocrático cuando se trata de bailar y mostrar su diferencia respecto al pueblo que le rodea, rasgo esencial de su rol. Niccolò Balossini (día 11) subrayaba esa dualidad del personaje con actitud caricaturesca, desplegando el salto con amplitud. Ese es el fuerte de Angel García Molinero, además de su giro seguro, y por eso desde el año pasado interpreta en algunas funciones al Jefe Gitano, papel que lidera Anthony Pina, como decíamos, y que también desempeñarán en las funciones que quedan hasta el domingo, Ion Agirretxe y Aleix Mañé.

Hay que felicitar al director Manuel Coves, todo un enamorado de la danza con la batuta, por su excelente labor al frente de la Orquesta de la Comunidad de Madrid. Su trabajo con Alina Cojocaru -tan acostumbrada a bailar con la orquesta en el foso-  fue agradecido sinceramente por ella con sus gestos cuando ofreció la función final del sábado 10, expresión que extendió a los músicos. Don Quijote sigue siendo, ya lo ven, un éxito para todos los implicados. Esperamos más ballets de la tradición académica, sólo hacen falta medios y un teatro propio, ya lo ven.

Cristina Marinero