La fille du régiment. Donizetti. Lisboa

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Teatro de São Carlos. 4 de noviembre de 2013.

Intérpretes: Cristiana Oliveira, Alessandro Luciano, Luís Rodrigues, Patricia Quinta, João Oliveira, Paula Fonseca, Philippe Leroux. Orquesta Sinfónica. Coro del Teatro Nacional de São Carlos.

Dirección musical: Rui Pinheiro. Dirección de escena: Mário Redondo.

A pesar de las penurias económicas que acucian al emblemático Teatro de São Carlos lisboeta, ha dado una muestra de que con buena voluntad e imaginación se puede llevar a buen puerto nuevas producciones con decoro. El director de escena Mário Redondo bregó con la condición de realizar algo atractivo en versión low cost. Y lo hizo de la forma más honesta, fresca y humorística que pudo. Las formas y la fuerte policromía de la escenografía (Luís Santos) sumado a un diseño de vestuario (Maria Gonzaga) enraizado en la imagen más típica de los personajes, crearon esa atmósfera festiva tan afín a la música, pasando de puntillas por la cuestión de que todo lo que ocurrió, está ocurriendo y va a ocurrir sobre el escenario está motivado por la –siempre terrible– guerra. Dejaba claro la acción ocurría en una caja de juguetes de niños. Una opción tan legítima como cuestionable. La dirección de actores fue correcta, sin nada novedoso, al igual que la masa coral. La proyección de un vídeo durante la obertura, en la que dos niños vestidos a la usanza actual parecen juegan, no aportó más que un aire pretencioso a la propuesta de Redondo, que tampoco supo sacar mayor partido a la iluminación (firmada por Paulo Sabino), elemento que es el verdadero “vestido” de un escenario. La lectura musical de Rui Pinheiro, al frente de la Orquesta Sinfónica Portuguesa, fue a la par de lo que se traían entre mano sobre el escenario. Tiempos rápidos, metales brillantes y el pecado de una sonoridad excesiva para algunos de los solistas.

 

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La voz del tenor Alessandro Luciano, de timbre agradable y pulcramente emitida, se las vio y deseó para cruzar el foso de la orquesta. Sus nueve “do” de “Ah! mes amis” fueron pequeñitos y ajustados al milímetro. Su simpático Tonio tuvo contraparte en la voluntariosa Marie de Cristiana Oliveira. Tras un primer acto vocalmente brillante dio paso aun más irregular en segundo acto, con agudos tirantes y episódicas desafinaciones. Espléndido, tanto vocal como escnénicamente, el Sulpice del barítono Luís Rodrigues, de robusto y cálido instrumento, quien llevó junto a la joven soprano portuguesa los mayores aplausos. La mezzosoprano Patrícia Quinta delineó con esmero a la Marquesa de Berkenfield y el bajo João Oliveira se hizo notar favorablemente en el pequeño personaje de Hortensius. Potenciaron la faceta escénica los actores Paula Fonseca (Duquesa de Krankenthorp) y Philippe Leroux (el notario). El coro, bien empastado y presto a realizar los pertinentes movimientos por el escenarios, mereció los sonoros aplausos que el público presente esa noche de estreno les propinó.  Una buena noche de ópera realizada, excepto el Tonio italiano, con elementos de la casa en momentos en que no se puede continuar tirando la casa por la ventana.

*Federico FIGUEROA.