La OBC y el Señor de los Anillos: La comunidad del anillo

La OBC y el Señor de los Anillos: La comunidad del anillo

Nunca en los años que he asistido a diversos conciertos en el Auditori de Barcelona había oído un aplauso tan cerrado y tan atronador como los que se produjeron al final de la primera y segunda parte del concierto de la Orquesta de Barcelona y Nacional de Catalunya este fin de semana.

El éxito de la convocatoria de esta nueva iniciativa de la retrasmisión de una película con música en directo nos evoca al comienzo del séptimo arte y práctica no ya sólo habitual para el cine mudo sino algo ya planteado en los grandes cines para las películas más espectaculares en los dorados años de Hollywood.

En nuestras latitudes tampoco es nuevo, pero sí lo es que se incluya dentro de la programación de temporada y como un ciclo de tres propuestas, no cómo algo aislado.

Y no sabemos en el futuro pero en la presente convocatoria de la película El Señor de los Anillos – La fraternidad del anillo con música de Howard Shore ha sido todo un éxito en todos los sentidos.

Musicalmente los programadores del Auditori no han escatimado en recursos para este concierto de gran formato: una orquesta ampliada en todas las secciones especialmente percusión e instrumentos off orquesta (instrumentos populares o folclóricos, étnicos, etc…), tres coros que se iban turnando en sus apariciones con más de 160 componentes y dos solistas femeninas han conformado este gran corpus sonoro que ha musicalizado el mundo de Tolkien, junto con una gran pantalla de gran definición que permitía ver la película de más de tres horas de duración en versión original con subtítulos en catalán.

Siempre se ha dicho que en las óperas de Wagner la orquesta no es un mero acompañamiento sino la narración misma de la obra. En este caso fílmico la partitura cobra tanta fuerza que describe mejor a los personajes con lo que oímos que con lo que vemos. Los diferentes mundos y tribus de estas sagas imaginariamente medievales del mundo de Tolkien están reflejadas en armonías, texturas, ritmos, y sobretodo timbres e instrumentaciones tan diferentes como elaboradas.

La actuación de la OBC, que acaba de cumplir los 70 años de vida, fue espléndida y entregada en un repertorio y una dinámica de ejecución a la que no está acostumbrada, destacando los diversos solistas habituales de cada sección como el trompa J.M.Gómez, la trompetista M.Farré, el concertino invitado L.Horvath, y muchos más destacando la sección de percusión con innumerables instrumentos de otras culturas. La precisión de ataque y capacidad de reacción sin perder por ello ni un ápice de frescura y calidad sonora es algo que se premió con los inmensos aplausos a cada uno de los solistas y secciones al final del concierto.

La OBC y el Señor de los Anillos: La comunidad del anillo

Los Coros del Palau (Cor Jove y Cor infantil) junto al Cor dels Països Catalans sonaron tan compactos como flexibles a cada una de las muchas exigencias de esta partitura tan compleja musicalmente y sobre todo a nivel textual, ya que a parte del inglés tuvieron que cantar en las diversas lenguas que inventó el escritor: Quenya, Sindarin, Khuzdul, Adûnaico y la lengua negra, saliendo no solo airosos sino triunfantes en este verdadero reto musical lo que prueba no sólo las capacidades de los cantantes sino la calidad de sus directores Gloria Coma y Esteve Nabona, dos grandes entusiastas de los coros juveniles y grandes profesionales.

La solista del Cor infantil Alba Valdivieso tuvo una muy digna intervención en algunos momentos de la proyección

La otra solista con un mayor peso específico fue la soprano Clara Sanabrás, todo un lujo para esta proyección ya que su trayectoria la ha llevado a trabajar en las grabaciones originales de estas bandas sonoras. Su poliédrica voz llena de matices supo cautivar a los oyentes desde su primera intervención hasta su último solo en los créditos del final.

Por último destacar la labor minuciosa y de relojería del director taiwanés Shin-Hung Young que con gesto expresivo manejó semejantes masas sonoras con gran naturalidad, pasión y lirismo, con energía atronadora cuando hacía falta y con sutileza cuando la escena así lo requería.

Si las entradas se agotaron días antes de estos conciertos no fue por club de frikis como suele suceder en otras convocatorias de mitómanos de este tipo de sagas cinéfilas, sino por el interés de la propuesta que supo convocar a los habituales de la temporada junto con familias y niños, parejas y grupos de amigos, y gente del mundo del cine.

Bienvenidas sean estas iniciativas que hacen que para mucha gente la experiencia de ver una película se convierta en su primera experiencia de un concierto de orquesta y coro sinfónico, con un resultado tan brillante que al acabar la última nota todo el público se pusiera en pie para ovacionar a los intérpretes.

 

Nicolás Piquero