Le Prophète de Meyerbeer en Toulouse

Le Prophète de Meyerbeer en Toulouse
Le Prophète de Meyerbeer en Toulouse. Fotos: Théâtre du Capitole

Con esta nueva producción de la ópera de Giacomo Meyerbeer (1781-1864) cierra la temporada operística uno de los teatros franceses más variados en su programación. Abordar una grand opèra requiere partir de una base de cuerpos estables en forma: orquesta, coro y cuerpo de baile por lo menos. El Thèâtre du Capitole de la llamada Ville Rose los tiene y sumó un equipo de solistas de muy buen nivel, especialmente tres del cuarteto protagonista. El primero, el tenor John Osborn en el personaje que da Jean de Leyde, el (falso) profeta del argumento de la ópera. Su canto, inteligente y refinado, consigue convencer en todo el registro. Desde el esmaltado agudo hasta unos bien resultos graves, con matices en cada frase. Los requisitos de su parte son muchos y supo resolverlos con una facilidad solamente aparente pero efectiva. Magnífica la mezzosoprano Kate Aldrich como Fidès, madre del anterior, por su virtuosismo en las ornamentaciones y la capacidad de modular el sonido para mostrar ternura, desesperación o rencor. Fresca, con brillantes agudos y notable prestancia escénica, la soprano lírico-ligera Sofia Fomina (Berthe) cautivó al público desde su primera aparición sobre el escenario, aunque su emisión pareciera un poco dura y las coloracturas no fuesen ejecutadas con brillantemente. Después del primer descanso mostró los muchos quilates como de su voz y manera de manejarla. Intachables los tres anaptistas, especialmente el bajo Dimitry Ivashchenko y el tenor Mikeldi Atxalandabaso (Jonas), tan buenos cantantes como actores, y un poco menos redondo el también bajo Thomas Dear (Mathisen). El Conde d’Oberthal de Leonardo Estévez imprimió nobleza al antipático personaje, se le escuchó poco en su primera aparición sobre el escenario y mejoró en el transcurso de la obra. Sobresaliente el coro del Capitole, muy bien empastado con tendencia al forte, preparado por Alfonso Caiani.

Le Prophète de Meyerbeer en Toulouse. Fotos: Théâtre du Capitole
Le Prophète de Meyerbeer en Toulouse. Fotos: Théâtre du Capitole

En el foso la orquesta titular del teatro (Orchestre national du Capitole) a las órdenes de Claus Peter Flor cuya lectura tuvo la firmeza adecuada a la duración de la obra, más de tres horas de música, con acentos marcados y siempre buscando el equilibrio sonoro con los solistas. La pomposidad francesa estuvo dentro de sus ingredientes, al igual que la delicadeza en los pasajes románticos. La puesta en escena, firmada por Stefano Vizioli, mantiene someramente las características históricas del libreto, monstrando cambios en el vestuario de cada acto en algunos de los personajes. Si bien la escenografía (Alessandro Ciammarughi) del primer acto fue, a pesar de su belleza visual, fue un lastre para el movimiento escénico del coro y los solistas, en el segundo acto avanzó hacia un decorativismo simbólico que dejaba libre el escenario para un mejor uso de las masas, hasta cerrar con un brillante conjunto dispuesto para la hoguera a la que son condenados Jean de Leyde y su Fidès, su madre. El vestuario, convenientemente utilizado, y también firmado por Ciammarughi, ofreció la diversidad adecuada a la propuesta. La iluminación (Guido Petzold) tuvo momentos inspirados y otros menos afortunados, como el pasíllo mesiánico del protagonista entre el coro. El movimiento coreográfico (Pierluigi Vanelli) también fue un efectivo aliciente en el conjunto de la obra. Casi sobra decir que el público aplaudio con entusiasmo a todos los artistas y el telón tuvo que subir en repetidas ocasiones por la insistencia de los aplausos.  

*Federico FIGUEROA.