Mª. José Montiel. Recital. Madrid

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¿Qué tiene María José Montiel que subyuga y hace arder el espíritu de quién la escucha? Además de poseer una técnica meta-impecable, yo diría que perfecta, de un timbre muy peculiar, aterciopelado y catarata brillante, de un volumen atronador, de “pianissimi” diamantinos conseguidos a través del canto “sull fiato” muy “alla antica scuola ”, Montiel es una mujer simpática, excelente y muy generosa; valiente e inteligente, luce al hablar una voz casi tan bella como al cantar.

La elección del programa que ofreció el pasado viernes 18 de julio en el Teatro Monumental con la OCRTVE muestra todas estas cualidades personales que definen a nuestra entrañable cantante.

El recital comenzó con con ‘O mio Fernando’ de “La Favorita”: nada más ni nada menos. Un introito en que Montiel mostró su fuerza belcantista, su preparación, que perduró en la más absoluta de las poesías embriagadoras de diva… Porque diva fue en ‘Voce di donna’ de “La Gioconda”, en un alarde de mostración al más puro estilo de canto italiano, de tradición también verdiana, y rematando, con otra vuelta de tuerca, con “Samson! Samson! Je t’aime!” y la Habanera de su “Carmen”, ópera que pasea por todo el mundo, única en su mostración plena y soberana de las actitudes de la heroína gitana, independiente y cosmopolita. Única sin duda (¿Cuándo en el Teatro Real?) porque lo mórbido de lo francés estalla en su garganta, en su mirada, en su grandeza tanto física como vocal.

María José me recordaba el perfume embriagador que exhala la Victoria de Samotracia en el Louvre de París. Su concepción de la ópera francesa es fascinante, así como de la “mélodie française”, genero que domina y le fascina.

La segunda parte del programa fue dedicada a la música española de Montsalvatge (“Cinco canciones negras”) y a nuestro género chico más popular. Llena de estímulos castizos y simpatía, nuestra María José hizo mostraciones de ser una de las más grandes mezzos del actual panorama musical y, ciertamente, me sugirió la presencia de Victoria de los Ángeles en escena, sobre todo en su sublime interpretación de las canciones de Montsalvatge… Y de Victoria de Samotracia también.

María José se mostró muy generosa con el público de Madrid, al que tanto quiere y tantas satisfacciones le ha dado. Qué grandiosa es la zarzuela, qué monumental y seria cuando es cantada en este contexto de concierto.

Las butacas del Teatro Monumental, Manuel Hernández-Silva, la Orquesta y el excelente coro de RTVE ardieron en una especie de tormenta iniciática que fluctuaba bajo la presencia de nuestra Niké. No se puede pedir más. Una vez más, la Victoria de Samotracia cobró vida.

Francisco Quirce