Importante éxito del concierto celebrado en el Teatro Olímpico de Vicenza con música de Khachaturian y popular de Armenia. Magníficos intérpretes y un publico arrobado.
Dentro de la Settimane Musicali al Teatro Olímpico de Vicenza de ha celebrado un concierto muy poco habitual y de extraordinario interés. Armenia, tradizioni di un popolo fra sacro, popolare e contemporáneo.
Con el Teatro Olímpico de Palladio –recinto maravilloso y único- lleno, especialmente de espectadores jóvenes, la violinista armenia afincada en Italia (Padua) Sonig Tchakerian acompañada al piano por Stefania Redaelli interpretaron la sonata para violín y piano de Khachaturian de forma extraordinaria. Sonig Tchakerian es una artista muy grande a quien ya tuve la suerte de escucharla hace unos años en Vicenza con el Cuarteto para el fin de los tiempos de Messiaen. Si entonces me produjo una impresión fascinante inolvidable, en esta ocasión la experiencia ha sido similar. Se trata de una artista extraordinaria con una sensibilidad no muy habitual unida a una técnica fabulosa y ua capacidad de comunicación importante. Una grande en suma.
Muy bien acompañada por la pianista Stefania Redaelli, que en la sonata citada es más que una acompañante por el diálogo complejo que se establece entre ambos instrumentos.
Casi todo el concierto estuvo presidido por la música armenia interpretada por Gevorg Dabaghian y Narek Mntsakanyan interpretes de dubuk, una especia de flautas de muy cálido sonido, y de Kamo Khachatryan con un dhol, especie de tambor de percusión con las manos. La melodía la llevaba el primero, una especie de bajo continuo el segundo, y el ritmo el tercero. Interpretaron obras de Komitas, el mas conocido en occidente, Sayat-Nova y otros. Esta música es hipnotizadora y fascinante. Reminiscencias místicas, legendarias, un poco nostálgicas de un pueblo que sufrió mucho. Terminó el concierto con los mismos interpretes armenios mas un grupo de danza popular exquisito. La universalidad de la música hace que siempre se encuentren reminiscencias de otros lugares, y así se escucharon ritmos y melodías que recordaban algunas cosas del folklore español.
Francisco García-Rosado
