Recital de Piotr Beczala en el Teatro de la Zarzuela: origen polaco, gusto italiano

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Recital de Piotr Beczala en el Teatro de la Zarzuela
Piotr Beczala

El afamado tenor polaco Piotr Beczala ha retornado a Madrid, tras el por muchos recordado homenaje al maestro canario Alfredo Kraus que organizó el Teatro Real en el año 2014, para ahora realizar su debut dentro del exclusivo Ciclo de Lied del Teatro de la Zarzuela. El estilo y las hechuras vocales del polaco se encuadran dentro de esa vieja tradición interpretativa de los grandes tenores líricos del pasado, con un color de una fascinante belleza y atractivo, casi completa homogeneidad en todos sus registros, con especial interés en su cálido, sedoso centro, y en su generoso registro agudo, brillante y luminoso, todo ello sostenido por una sólida y depurada técnica, cualidades que tomadas en su conjunto le llevan a ser a día de hoy y con justicia uno de los tenores más demandados en los principales teatros de todo el mundo.

En este ámbito del recital, mucho menos transitado que sus participaciones operísticas, Beczala dio más que sobradas muestras de su singular arte y personalidad musical. Estructurado en dos partes, la primera estuvo dedicada a canciones italianas de autores que vivieron a caballo entre el siglo XIX y el XX, comenzando con tres breves canciones de Arie di stile antico de Stefano Donaudy, que le sirvieron a Beczala para calentar su voz e ir entrando en el estilo netamente peninsular y mediterráneo que exhibió sobremanera a medida que avanzaba este primer bloque. A su vez, desplegó un gran abanico de matices contrastantes y una elevada capacidad expresiva que se hicieron especialmente palpables en la selección de cuatro Rispetti del operista Ermanno Wolf-Ferrari, pero en mucha mayor medida en las seis canciones seleccionadas de Ottorino Resphigi, entre las que derrochó intimismo y contención, plagando de diversidad dinámica en unas finísimas mezzi voci páginas climatológicas como Nevicata, Pioggia o Nebbie, con alguna que otra incursión a la extroversión, como en Scherzo o Stornellatrice.

Pero la gran tradición italiana, el estilo cantabile en su más pura esencia no había hecho más que comenzar. Una voz henchida de italianità, unida a un fraseo exquisito, despuntó en las tres canciones seleccionadas de Francesco Paolo Tosti, de las que el polaco realizó memorables creaciones que podrían figurar al lado de las grandes versiones de los míticos tenores del pasado, como Giuseppe di Stefano, a cuya voz parecía rendir tributo continuamente el timbre vocal, hermosísimamente aterciopelado, de Beczala.

La segunda parte del recital decayó un tanto en interés, a pesar de reivindicar Beczala en el programa la producción de canciones de tres compositores de su tierra natal. La aridez y carencia de lirismo de los muy exigentes 6 lieder de Karol Szymanowski, que llevan al tenor a moverse por todo su registro en el terreno de la declamación expresiva, anuló un tanto el clima de especial calidez conseguido al final de la primera parte, acrecentado por la interrupción momentánea de los subtítulos en español. Aun así, la gran tradición liederística centroeuropea que exhalaron las canciones de un autor polaco desconocido, pero aquí rescatado con acierto como es Mieczyslaw Karlowicz, ayudaron a hacer retornar la atención, transitoriamente adormecida, del auditorio, por medio de la expresividad, a cada cual más conseguida, por matizada y teatralizada, de las canciones de corte íntimo y muy reposado de este autor, con líneas melódicas fáciles y agradables para el oído. En esa línea siguieron las cuatro canciones elegidas de Stanislaw Moniuszko, cuyo carácter estrófico, desenfadado y extravertido en estribillos como el de Pequeña rosa silvestre, terminaron de entusiasmar plenamente a la sala en este infrecuente repertorio del lied polaco.

Contó el tenor con la atenta digitación de un curtido veterano en el arte de acompañar al piano, Helmut Deutsch, cuya espléndida aportación se vio especialmente favorecida por la riqueza narrativa y discursiva de muchas de las canciones polacas. Beczala regaló al respetable madrileño tres propinas muy predecibles (y en verdad lo fueron para el que escribe estas líneas desde antes de que sonaran) con las que el tenor polaco sabía que concluiría por todo lo alto su primera participación en el Ciclo de Lied: la refinada Mattinata de Leoncavallo, y dos versiones expansivas, arriesgando medios y expresión, pero evitando concesiones al efectismo, del “Pourquoi me réveiller” del Werther de Massenet y “E lucevan le stelle” de la Tosca pucciniana. Dos óperas que, como todo este recital, en España serían todo un regalo poder disfrutar completas en la voz de Piotr Beczala.

Germán García Tomás