Un Requiem de Verdi poderoso e intimista en La Coruña

Un Requiem de Verdi poderoso e intimista en La Coruña
Un Requiem de Verdi poderoso e intimista en La Coruña

La Messa da Requiem verdiana es una obra profunda, vital, intimista en algunos momentos (pese a la magnitud orquestal y coral requerida), trascendente y optimista. Tras el tremendo éxito de Aida en 1871, uno más que añadir a la carrera del genio de Busetto, Verdi dejó la composición operística hasta el estreno de Otello en 1887. En 1873 un hecho marcaría a Verdi, el fallecimiento del escritor y político Alessandro Massoni a quién Verdi admiraba profundamente y había sido, junto con él , uno de los padres de la reunificación y de la unidad italiana. Verdi decidió componer y estrenar en la Iglesia de San Marcos de Milán en una Misa de Requiem en homenaje a Massoni, un año después de su fallecimiento, en la que vertería todo su imponente conocimiento del lenguaje orquestal y coral y que además serviría de nostálgica, pero esperanzadora, reflexión musical ante el paso de la vida, la inminente presencia del ocaso vital (Verdi tenía 61 años cuándo se estrenó en Milán) y el final de una época histórica importantísima para su amada Italia: Il Risorgimento.

Un lujo fue escuchar este obra en A Coruña, el pasado día 13 de mayo, dónde brilló la Orquesta Sinfónica de Galicia bajo la batuta de su titular Dima Slobodeniuk. Magnífico en la dirección. Atento a los entradas, a los matices, a la profundidad y al recogimiento del réquiem, sacándole a la orquesta el brillo y la rotundidad que exige en algunos momentos (como en los “Dies Irae”) y el intimismo la delicadeza necesaria de otros pasajes (“Quid sum miser tunc dicturus”). Perfectamente empastada la orquesta, mágnificas las cuerdas – una vez más debo reseñar el buen hacer de su concertino Massimo Spadano – y los metales, fue inspiradísima la lectura que hizo el joven director de la obra verdiana consiguiendo despojarla de algunos vicios, más propios del repertorio operístico que del oratorio, que hemos visto o escuchado en otras versiones o interpretaciones del Requiem, exhibiendo la sencillez, la profundidad existencial y la trascendencia que se esconde en la obra de Verdi.

Ekaterina Metlova mostró su bello y homogéneo instrumento. Con la voz completamente fuera, colocada sobre el aliento, y exhibió la gran facilidad que ya había demostrado en esta ciudad anteriormente, tanto en La Fanciulla del West como en Attila, en el registro agudo. Estuvo brillante en todas sus intervenciones destacando ese conmovedor y esperanzador “Liberame me” conclusivo de la obra.

Un Requiem de Verdi poderoso e intimista en La Coruña
Un Requiem de Verdi poderoso e intimista en La Coruña

Poco que decir de Dolora Zajick. Todavía es poseedora la mezzo de ese timbre bellísimo, riquísimo en armónicos y demostró que domina la partitura dándole el carácter y el matiz necesario a su parte en la obra. Brilló en todas sus intervenciones, pero merece la pena destacar por la técnica y la belleza exhibidas, el “Recordare pie Jesu” que cantó junto con Metlova, dónde las dos consiguieron lograr, a través de su interpretación vocal, la súplica y la piedad que exige este momento del “Dies Irae”.

José Bros sustituyó al inicialmente previsto Xavier Moreno, quién fue baja por indisposición vocal. Es evidente, como no podía ser de otra forma, que su voz ha sufrido una evolución. Permanece ese magnífico registro agudo y el paso bien cubierto y resuelto, de eso no hay duda, herencia de su pasado y formación belcantista, pero su centro se ha ancheado y ha ganado armónicos, lo que le permite afrontar otros roles que tenía vedados hace unos años tal y como demostró en el D. Carlo del Escorial del verano pasado. Bros interpretó un sentido “Ingemisco” de muchos quilates, atento a la frase y al sentido de cada palabra, para darle ese carácter de plegaria ante la inminencia del juicio final.

El excelente bajo Luiz-Ottavio Faria es otro conocido de esta ciudad, dónde volvió a mostrar ese imponente registro grave del que es poseedor. Sus graves son rotundos, bien apoyados, y sirvieron para mostrar la profundidad y trascendencia que exhibió es sus intervenciones como en el “Confutatis Maledictis” o la rotundidad del “Mors stupebit et natura”.

Aquí quiero destacar la elección y el nivel del cuarteto vocal. Los cuatro solistas brillaron en sus intervenciones y estuvieron bien empastados, vocalmente, como acreditaron en el “Offertorium” y acreditaron ser conocedores de la trascendencia y magnitud de la obra como nos demostraron en todas y cada una de sus participaciones.

No era una papeleta fácil para el reforzado Coro de la Orquesta Sinfónica de Galicia. Sin duda, brillaron al igual que el resto de los participantes del concierto. Debo reconocer la labor de su director Joan Company, quién además de hacer que sonasen bien empastados ante una obra de esta magnitud vocal, consiguió que tuviesen la adecuada intención y presencia vocal a cada una de sus intervenciones, como el coro doble del “Sanctus”. Nos imaginamos el tremendo trabajo y esfuerzo de Joan Company, y de todos los integrantes del coro, y no queda otra que felicitarlos por el mágnifico resultado conseguido. Felicitación que, además de al coro, debe ser extensiva a todos los intervinientes en este Requiem Verdiano que pudimos presenciar en A Coruña.

Daniel Diz

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