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Teresa Berganza: Un día dije basta porque al público no se le puede engañar

Isabel Poncela

Zaragoza, 15 abr (EFE).- Un gran artista siempre tiene una responsabilidad con su público, y eso pensó la gran mezzosoprano Teresa Berganza el día en que decidió decir «basta», después de 58 años de carrera: «al público con el que se hace el amor cuando se canta y que da amor, no se le puede engañar», dice que sintió.

Teresa Berganza (Madrid, 1933) ha vuelto hoy a un escenario cinco años después, en Zaragoza. Pero no a cantar, sino a hablar con su público, dentro de los Encuentros Líricos de la Asociación Aragonesa de la Ópera.

La diva, en un encuentro con los medios de comunicación previo a su charla, ha dejado claro que «todo tiene su momento» y por eso hay que saber decir «basta», algo de lo que está muy contenta, porque el punto y final de su carrera llegó 58 años después de que esta empezara.

«Cuando se llega a un nivel, no se puede bajar», ha asegurado Berganza, quien, orgullosa, repasa los buenos momentos de sus casi seis décadas de carrera e insiste en referirse a sus seguidores una y otra vez: «al público siempre le he dado lo que ha querido».

Pero entre tantos buenos recuerdos que le es imposible detallar siquiera uno, tiene energía para denunciar que la Cultura, en España, está «en decadencia».

Responsabiliza en cierto modo a la clase política, pero tiene una solución para ello: todos los aspirantes a unas elecciones deberían pasar un examen de música, y habría que votar al que lo aprobara. Eso demostraría, ha dicho, que está bien preparado y que se va a ocupar de la Cultura.

Teresa Berganza, que empezó su carrera a los 23 años, lamenta esa época de «exuberancia» en la que se pagaban «verdaderas millonadas» a grandes figuras de la ópera para que actuaran en España y, después, esos mismos promotores eran incapaces de montar una representación con gente joven, que es, en esencia, quien garantiza el futuro de la música.

La escasez de jóvenes en la ópera y en los conciertos de clásica es otra de las preocupaciones de la diva, que tiene una receta para revertir la situación: llevar la música a las escuelas y enseñarla a los niños desde los cinco años para que aprendan a amarla.

Aunque convencida de que la música no va a morir nunca, porque es eterna, sí que cree que esta disciplina artística es como la «Cenicienta».

La misma Teresa Berganza, cuando empezaba, tuvo que marcharse, cruzar los Pirineos, para poder actuar, porque las óperas se montaban muy mal, con muy pocos medios y a ella no le interesaba hacer música así.

Y por último, como un regalo, la diva ha confesado emocionada que el secreto para cuidar su voz es soledad y silencio. «Nuestro instrumento es todo el cuerpo, pero especialmente las dos cuerdas vocales; si las gastamos en hablar fuerte o en chillar, se cansan y ya no sirven para cantar».