La crisis económica amenaza directamente a nuestros teatros de ópera. Ya se ha cerrado una temporada, la de Murcia; y hay peligro de que se cierre la de Jerez, Valladolid y alguna más. Pasa por enormes apuros. Las Palmas de Gran Canaria y el futuro para los demás no es muy halagüeño. Según parece los recortes en los sueldos de los dirigentes de los teatros de ópera que dependen más o menos del Estado se van a ver rebajados en un 50% eliminándose además el blindaje de contratos. Por otra parte la rebaja o supresión de las subvenciones es un hecho que vendrá posiblemente con los presupuestos que prepara el Gobierno Central.
¿Qué puede ocurrir? La austeridad se impone en todos las partidas y los más pequeños serán los que sufran más los recortes. Ya el Teatro del liceo de Barcelona ha tenidos que cerrar dos meses con la cancelación de las producciones previstas. Si la cosa sigue así, El Teatro Real de Madrid seguirá los mismos pasos. A pesar de las explicaciones dadas por su director artístico Gerard Mortier. En este caso el derroche en producciones y contratos a artistas extranjeros, teniéndolos en España de la misma categoría o mejores, tendrá que terminarse de una vez por todas, así como programaciones de espaldas al público.
Pero hay otro elemento que vendrá a complicar las cosas. Parece que la nueva ley de mecenazgo va a quedar muy raquítica. Se habla de un descuento en Hacienda de sólo el 30% para las inversiones privadas en cultura. De ser así nada cambiaría prácticamente. Menos de un 70% no invita a nadie a invertir. No parecen muy acertadas las medidas que presenta el ministro de cultura Wert.
La música, y en especial la ópera, son un patrimonio cultural de máxima importancia, y se recorta, como es lógico, por un lado, tendrá que abrir horizontes económicos por otro. En cualquier caso la exigencia de programaciones de acuerdo con el gusto del público –no olvidemos que las ayudas salen de todos los contribuyentes. No son teatros privados ni festivales- y por lo tanto deberán condicionarse a una serie de requisitos como la contratación a cantantes y artista españoles y promocionar la ópera española. Incuestionable.
El cambio será muy importante. Nada puede quedar igual. Ante las necesidades primarias de los ciudadanos no se puede permanecer impasible con los gastos y sueldos suntuarios. El futuro de la ópera está en juego.
Francisco García-Rosado