«Rigoletto» de Verdi en el Met con Kelsey, Feola y Bernheim

«Rigoletto» de Verdi en el Met  Por Carlos Javier López Sánchez

«Rigoletto» regresa al Met con el revival de la producción de Bartlett Sher, en esta ocasión dirigida por la italiana Speranza Scappucci, al frente de un reparto encabezado por Quinn Kelsey como Rigoletto, Rosa Feola como Gilda y Benjamin Bernheim como el Duque de Mantua.

"Rigoletto" de Verdi con Benjamin Bernheim como el Duque y Quinn Kelsey en el papel titular. Foto: Curtis Brown / Met Opera
«Rigoletto» de Verdi con Benjamin Bernheim como el Duque y Quinn Kelsey en el papel titular. Foto: Curtis Brown / Met Opera

Rigoletto es uno de los pocos títulos que sigue llenando el Met, incluso a pesar de la gran oferta musical en Nueva York tanto dentro como fuera del Lincoln Center. Este Rigoletto tenía el interés de cotejar la evolución de dos de las mejores voces del Met, Kelsey y Feola, y comprobar las prestaciones del tenor francés Benjamin Bernheim, que debutaba con la Metropolitan precedido por la expectación propia en estos tiempos de sequía tenoril.

También concitó el interés del público otra debutante, la directora de orquesta italiana Speranza Scappucci. Ya reportamos aquí sus habilidades durante la gala de la Fundación Richard Tucker, pero en este Rigoletto fuimos testigos de su emoción al ponerse a los mandos de la maquinaria operística más grande del mundo. Scappucci no tuvo problemas para hacerse con el control de la orquesta e imprimir su personalidad en la partitura de Verdi. Muy ayudadora con los cantantes, mantuvo el sonido orquestal en un elegante segundo plano, subrayando sin sobresaltar y manteniendo el ritmo del drama con naturalidad. Scappucci firmó una actuación relevante de la que, sin duda, guardará un grato recuerdo.

El debut del tenor francés Benjamin Bernheim en el Met en el papel del Duque de Mantua ha tenido una repercusión especial. Por una parte, por lo novedoso de su instrumento y de su estilo en Nueva York. Por aquí no se estilan demasiado los tenores líricos que combinen la elegancia y el gusto del canto con una voz de cierta entidad. En efecto, la voz de Bernheim seduce tanto por su homogéneo y atractivo color como por su capacidad para expandirse en la plena voz sin estrecharse. Por otra parte, su estilo es también una de sus armas de artista. Bernheim sabe decir cantando, con una musicalidad elocuente y natural. El artista acaricia el texto sin perder la entonación ni la proyección, aportando la carnosidad necesaria a todas las notas, sin caer en el susurro o en el suspiro.

En su debe hay que apuntar cierta imprecisión en los ataques, que el cantante sabe corregir de manera automática. Tampoco favorece al conjunto de su arte el apoyo perenne del sonido en la máscara que, si bien le permite campanear en el agudo y controlar las dinámicas y el volumen a voluntad, produce una sensación aérea, en ocasiones vacilante, a veces aflautada y rara vez gangosa. Aunque su interpretación del duque en el Met el pasado sábado no fue lo perfecta que Benjamin Bernheim habría querido, las virtudes de su canto afloraron con claridad: la facilidad para superar la orquesta de Scappucci y el coro de Palumbo; la pujante proyección en el agudo; y la epatante seguridad con la que interpreta las partes más comprometidas. En Ella mi fu rapita… Parmi veder le lagrime, el francés demostró que es posible el buen canto legato y la media voz musical en el Met, sin histrionismos ni historias. El tiempo dirá si el arte de Bernheim, que apenas asoma estos días en el Met, consigue zafarse de la máquina de trituradora de cantantes que es la ópera contemporánea, y sigue floreciendo y mejorando.

El Rigoletto de Quin Kelsey es sólido vocalmente y muy convincente en lo actoral. El barítono hawaiano arranca los mayores aplausos del elenco por la emoción y la profundidad psicológica de su actuación. Por ello, Kelsey es uno de los más célebres Rigolettos de hoy. No obstante, da la sensación de que gran parte del tiempo Kelsey está más preocupado por actuar que por cantar. Y en un análisis más exhaustivo de su canto, escuchamos defectos como un entubamiento del sonido en la voz media, y cierta tirantez en el agudo que suele aflorar en las partes de más bravura. A juzgar por su enorme éxito, Kelsey ha dado en la tecla con su personaje, aunque bastaría algo más de atención en la calidad de su sonido para cuajar un Rigoletto más redondo.

Rosa Feola y Quinn Kelsey en "Rigoletto." Foto: Curtis Brown / Met Opera
Rosa Feola y Quinn Kelsey en «Rigoletto.» Foto: Curtis Brown / Met Opera

Rosa Feola vuelve a reaparecer en el Met en el papel de Gilda. La soprano italiana volvió a encandilar al público por la suavidad y la calidez de su timbre. La Gilda de Bartlett Sher no es una víctima inocente del amor falsario del duque, sino una heroína de lo femenino, única dueña de su destino. Dejando a un lado el conflicto evidente entre esa idea y lo propuesto por el libreto, Rosa Feola se muestra cómoda en esta producción, y la defiende en escena con efectividad. En lo vocal, echamos en falta un mayor despliegue de recursos vocales. Gilda tiene páginas que se prestan al artificio belcantista, a la creatividad de la soprano más allá de lo apuntado por Verdi. Feola, así como su supervisora Speranza Scappucci, prefieren transitar senderos más seguros, dejando en el espectador más exigente un regusto de ausencia y decepción.

La mezzo rusa Aigul Akhmetshina fue una Magdalena sensual y muy eficaz. La voz le corre con facilidad, y sabe usar los claroscuros de su timbre para dar relieve al personaje. Fue la voz más musical del cuarteto del tercer acto.  Por su parte, el bajo-barítono John Relyea, fijo en el Met, volvió a demostrar su versatilidad con un Sparafucile rocoso y enigmático, que va de lo siniestro en el primer acto a lo prosaico en el tercer acto, sin perder calidad en su actuación. La Giovanna de la mezzo Edita Kulczak también dejó buen sabor de boca por la singular opacidad de su timbre y su relevante esfuerzo actoral.

Benjamin Bernheim, Aigul Akhmetshina, Rosa Feola yQuinn Kelsey en ¨Rigoletto¨. Foto: Curtis Brown / Met Opera
Benjamin Bernheim, Aigul Akhmetshina, Rosa Feola yQuinn Kelsey en ¨Rigoletto¨. Foto: Curtis Brown / Met Opera

La corte del duque de Mantua estuvo liderada por el Marulo de Jeongcheaol Cha, el Conde Ceprano de Paul Corona, que no brillan tanto como en otras producciones del Met. El coro rindió al nivel habitual, aunque sus movimientos en escena no terminan de retratar la corrupta sociedad de la Alemania de la República de Weimar que Sher imaginó para este Rigoletto.

Tras el positivo estreno de esta vistosa producción de Rigoletto la temporada pasada y la buena acogida de esta reposición, podemos esperar nuevas entregas en las temporadas venideras. Confiamos en que los responsables del Met sean capaces de traer nuevas voces en el futuro, no vaya a ser que este Rigoletto pase a engrosar la lista de las óperas que no llenan el Met.

OW


Metropolitan Opera de Nueva York, a 26 de noviembre de 2022. Rigoletto, ópera en tres actos de Giuseppe Verdi, con libreto de Francesco Maria Piave, basado en la obra de teatro de Víctor Hugo Le Roi s´amuse.

Dirección Musical: Speranza Scappucci. Orquesta y coro de la Metropolitan Opera (director del coro: Donald Palumbo). Producción: Bartlett Sher, Diseño escénico: Michael Yeargan, Vestuario: Catherine Zuber, Iluminación: Donald Holder. Directora del revival: Gina Lapinski.

Reparto: Benjamin Bernheim, Scott Scully, Brittany Renee, Bradley Garvin, Quin Kelsey, Rosa Feola, John Relyea, Aigul Akhmetshina, Edita Kulczak, Jeongcheaol Cha, Paul Corona, Andrea Coleman, Yohan Yi.