El festival que dirigie Aída Gómez ha arrancado este año con un título legendario de la historia del ballet y testimonio del importantísimo boom que vivió este arte desde los años 60, no sólo en Europa y Norteamérica, sino también en los países del otro lado del Telón de Acero.
Cristina Marinero
El ballet El destacamento rojo de mujeres se estrenó en 1964 por el recién creado Ballet Nacional de China, adaptando en la coreografía de Li Chengxiang, Jiang Zuhui y Wang Xixian, de técnica clásica, el argumento de la película del mismo título que se había estrenado en marzo de 1960 con enorme éxito, dirigida por Xie Jin y con guion de Liang Xin. La protagonista de esta historia es Quiong Hua, ejemplo de aquellas mujeres que pasaron de una vida de campesinas, a ser guerrilleras en la fundación del Joven Ejército Rojo, luchando contra los remanentes señores feudales. Se ha visto por primera vez en nuestro país, además, con la nueva producción que estrenaron en 2015 en el Lincoln Center de Nueva York y que fue todo un éxito.
Dirigido por Feng Ying, anterior primera bailarina de la compañía, esta primera visita del Ballet Nacional de China es muy importante para nosotros porque nos ha proporcionado admirar esta coreografía ya histórica –con sus peculiaridades como producto enfocado a la propaganda de la era ideológica que se vivía y con la Internacional incluida en su banda sonora-, que en el momento de realizarse en aquellos tumultuosos años 60 era impensable poder ver en Occidente. Fundado en 1959, tras la llegada de maestros soviéticos, como Pyotr Gusev, en el establecimiento de esta compañía de danza académica tuvo mucho peso la esposa de Mao Zedong, ya que había sido actriz y quería para China el arte del ballet visto en Moscú.
Con una puesta en escena colorista, dominada por esos paisajes de cielo azul de ensueño que hacen pensar en el mañana glorioso por el que luchan los jóvenes comunistas de la época de la Revolución Cultural, El destacamento rojo de mujeres es la prueba de lo eminente que ha sido y sigue siendo el ballet clásico para integrarse en cualquier cultura y absorber de sus peculiaridades todo aquello que aporta todavía más al gran espectáculo a que aspira, con intérpretes disciplinados y muy técnicos, sobre todo aquí las bailarinas.
También se ha presentado por primera vez en Madrid en Danza la compañía de talentos The Great Gatsby Ballet. Liderada por el estrella ucraniano Denis Matvienko, ha presentado dos obras del coreógrafo rumano Edward Clug, Radio & Juliet y Quatro, de corte minimalista y austero, con el perfume afilado de Forsythe, en ciertos pasajes, y la contemporaneidad neoclásica de la escuela holandesa.
En la primera, creada en 2005 y reconocida internacionalmente en su presentación, entre otros, en el importante Jacob’s Pillow Dance Festival o en el Mariinsky, Clug parte de la premisa de qué hubiese pasado con la historia de Romeo y Julieta si ella no hubiese muerto. Con la impresionante técnica de Matvienko y el resto de bailarines, esta coreografía creada sobre música del famoso grupo británico Radiohead es un ballet pulcro, en blanco y negro, prácticamente, con efectos de luz que suman verticalidad a la idea cortante de la coreografía, ejecutada con absoluta maestría por el astro ucraniano y sus compañeros.
Quatro, con música en vivo de Milko Lazar, espiritual conjunción de piano y violonchelo, le reportó a Edward Clug la nominación a la Golden Mask de Rusia, el gran premio de las artes escénicas del país, cuando Matvienko la estrenó allí junto a los también estrellas de la danza Leonid Sarafanov, Olesja Novikova y Anastasya Matviienko. Se trata de una pieza intimista, de gran belleza por su exquisita coreografía que potencia la excelente técnica de los bailarines. Es una coreografía hermosa, mimada en su diseño y sólo apta para artistas que conjuguen el rigor con la ductilidad expresiva y que aquí interpretaron de forma magistral el propio Matvienko, junto a Katerina Kalchenko, Ivan Zhuravlev y Olga Tymosheva.