La Gala diseñada por Tamara Rojo en el London Coliseum ha sido un acontecimiento en el mundo del ballet, con coreografías históricas y el protagonismo de sus estrellas Jeffrey Cirio, Francesco Gabriele Frola y Shiori Kase, además del español invitado, Sergio Bernal
Cristina Marinero
Ha sido muy emocionante ser testigo de un homenaje tan cariñoso a las siete décadas de historia de la compañía que dirige la española Tamara Rojo, creada en 1950 como Festival Ballet, denominada el año siguiente London’s Festival Ballet y, desde 1989, con su nombre actual, English National Ballet.
Con un London Coliseum lleno y repleto de personalidades que han tenido un importante papel en su histórico recorrido, la Gala 70º Aniversario diseñada por Rojo se ha distinguido por su afán documental y de dar valor a su pasado, con una primera parte en la que las dieciséis piezas elegidas han logrado mostrar el amplio abanico de estilos, coreógrafos y etapas de estos setenta años del English National Ballet. Y emotivo fue su final, en el que la directora ofreció unas palabras de recuerdo y de homenaje, con los coreógrafos y repetidores de las obras incluidas rodeándole, además de todos los bailarines.
Tamara Rojo bailó con deleite el paso a dos de BrokenWings, ballet de Anabelle López Ochoa sobre Frida Khalo que ella estrenó en 2016, junto a Fabian Reimair, además del de Carmen, de Roland Petit, junto al estupendo Francesco Gabriele Frola. Rojo sigue demostrando su prístina técnica y excelencia dramática, mucho más cuando interpreta mujeres con distintiva personalidad y carácter.
Para abrir la gala, la directora del English National Ballet ha querido que el bailarín estrella de danza española Sergio Bernal interpretara el solo del Molinero de El sombrero de tres picos, en coreografía de Antonio Ruiz Soler, sobre la inolvidable partitura de Manuel de Falla. Además de incluir en esta especial representación a un artista que cada vez es más requerido en galas de todo el mundo, ya que Sergio Bernal es el gran bailarín de nuestra danza de la actualidad, su razón de estar también tiene que ver con la tradición. No olvidemos que los fundadores de la compañía, Alicia Markova y Anton Dolin, iniciaron su carrera con Diaghilev y sus Ballets Russes, y El sombrero de tres picos fue montado en el entonces London Festival Ballet por el propio Leonide Massine en 1973. Bernal bailó su farruca con entrega, perfecto en saltos y tours en l’air y acariciando la música con su zapateado.
El hecho de que la coreografía bailada por Bernal sea la más importante de este ballet dentro de la tradición de nuestra danza española, la que Antonio Ruiz Soler creó en 1958 para su compañía y que él protagonizó, tiene mucho que ver también con Londres y con esa época de los años cincuenta y sesenta en la que el ballet se desarrolló con más fuerza. Porque Antonio fue un artista muy querido en Inglaterra, ofreció aquí largas temporadas con su Ballet Español y, por apuntar otro dato más, dos de los primeros libros escritos sobre su arte los firmaron expertos ingleses. Impactante también fue que al solo de Sergio Bernal le siguiera el momento mágico de Dust, de Akram Khan, la ola de brazos de los bailarines en la pieza denominada Wave.
Si algo ha identificado a la primera parte de la gala, ha sido la perfecta combinación de piezas en escena con fragmentos audiovisuales que avanzaban con información o declaraciones lo que se vería después. Como arranque, se proyectó un pequeño documental de la historia de la compañía, realizado por Dominic Best, como el resto de insertos de video. Fue emocionante escuchar a la decana Beryl Grey, a sus 92 años, directora en los años sesenta y quien trajo a Rudolf Nureyev como invitado y para montar Romeo y Julieta, cuyo Baile de caballeros sirvió para recordarlo; también a las antiguas bailarinas, a sus directores, como Peter Schaufuss (se vio un fragmento de su La Sylphide), y a los veteranos coreógrafos que han trabajado con el English National Ballet, como Ronald Hydn (de quien se vio la mazurka de Coppelia) o Ben Stevenson (presente a través del primero de sus Tres preludios, con los eminentes Fernanda de Oliveira y Junor Souza).
Fue impactante la conjunción de logros que el audiovisual mostró de la reciente Giselle de Akram Khan, con la música de su escena Migration, para levantarse el telón y ver a los bailarines recorrer el escenario con el ritmo incesante que al coreógrafo que ahora monta Creature para la compañía le proporciona la música de Vincenzo Lamagna.
En la historia del English National Ballet también ha tenido un papel importante George Balanchine, vital en la historia de la danza del siglo XX, de quien se ofreció el solo de Apollo –interpretado el sábado por primera vez por el español Aitor Arrieta, que debe seguir trabajando en elevar la calidad que tiene- y Facinatin’ Rhythm, de su ballet Who Cares?, bailado por Precious Adams con chispa. Gershwin volvió a sonar con The Man I Love, parte del ballet Strictly Gershwin, coreografía del que fue director, Derek Deane, con la pareja Erina Takahashi e Isaac Hernández como elegantes protagonistas.
La altura artística del imponente Jeffrey Cirio es manifiesta. Protagonizó tanto Swansong, de Christopher Bruce, junto al siempre elegante James Streeter y el muy técnico Matthew Astley, como Playlist (Track 2), la creación de William Forsythe que subraya la energía de los magníficos hombres que encabezan las filas de la compañía. También fue uno de los estrellas de Etudes, el famoso ballet de Harald Lander estrenado por el English National Ballet en 1955, donde se muestra la progresión de este arte, desde la barra al gran allegro con todos en escena.
Para esta ocasión, los herederos de los derechos de Etudes han permitido que los primeros papeles –en origen para dos primeros bailarines y una primera bailarina- los interpretaran diferentes primeros espadas en cada una de las escenas. Así, Jeffrey Cirio nos dejó pegados en la butaca con sus grandes saltos, perfectos tours en l’air y cabrioles. También pudimos disfrutar de las pirouettes y fouettes de Isaac Hernández, la gran clase de Shiori Kase, de Erina Takahashi y Fernanda de Oliveira, estupendas junto a Francesco Gabriele Frola y Joseph Caley.
El respeto por la tradición, por los maestros, bailarines, coreógrafos y directores que han trabajado con el English National Ballet ha quedado patente en la fórmula escogida por Tamara Rojo para esta Gala 70º Aniversario. Tener tan presente a quiénes nos precedieron y sus obras es la única manera óptima para impulsar hacia el futuro cualquier arte. La compañía británica, recién trasladada a su nueva sede, un magnífico edificio con el espacio y las condiciones perfectas para su desarrollo, continúa, con calidad, caminando hacia el futuro.