Crítica: «Achille Sciro» Teatro Real Por Federico Figueroa
La ópera Achille in Sciro fue compuesta por Francisco Corselli o Courcelle (ahora el Teatro Real añade la variante “Courselle”) para celebrar el casamiento de la infanta María Teresa Rafaela (hija de Felipe V e Isabel Farnesio) con Luis, Delfín de Francia, (hijo de Luis XV y María Leszczyńska). Se estrenó el 8 de diciembre 1744 en el Real Coliseo del Buen Retiro. Desde entonces no se había vuelto a representar en España, aunque Achille in Sciro conoció un reestreno escénico en tiempos modernos, concretamente en el año 2018, en Dallas (Texas), fruto de un proyecto liderado por Grover Wilkins, musicólogo, director y fundador de la Orchestra of New Spain, el cual contó con una puesta en escena del fallecido Gustavo Tambascio. El señor Gregorio Marañón, presidente de la Fundación Teatro Real, obvia este detalle en la carta que dirige al público en la página 3 del programa de mano.
En Francia, este mismo matrimonio se celebró con otra ópera, Platée, compuesta por Jean-Philippe Rameau, la cual constituye el primer intento de ópera en la Corte francesa. Su estreno se produjo en marzo de 1745, teniendo que representarse en las caballerizas de Versalles (Grande Écurie) porque el palacio aún no contaba con un teatro. Platée no es una obra de repertorio, pero desde su rescate en el Festival d’Aix-en-Provence en 1956, ha conocido numerosas producciones, tanto en Francia como en el extranjero; hasta el Liceu de Barcelona acogió una versión de concierto de la misma hace un par de años.
En las últimas dos décadas, Platée ha sido dotada de escena por Laurent Pelly (Opéra National de París, 1999, donde se ha repuesto hasta en cuatro ocasiones, la última en junio del año pasado), por Robert Carsen (Opéra Comique de París), Mirjam Koen (Nationale Reiseopera de los Países Bajos) y Shirley et Dino (Opéra Royal del Château de Versailles), producciones que han viajado a diversos teatros de Francia. Además, la obra puede presumir de varias grabaciones de audio y en vídeo, algunas muy conocidas. Marc Minkowski es el último en haberla dirigido para Erato (1990) y TDK (2002), con Les musiciens du Louvre.
Y cuento todo esto porque me gustaría que los lectores tengan presente cómo se debe tratar el patrimonio cultural de un país. Los años de espera que nos impuso la pandemia para vivir este rescate español de Achille in Sciro (previsto para marzo de 2020) han permitido que el Theater an der Wien se sume a la iniciativa del Teatro Real, asegurando la proyección internacional de la producción. Una buena noticia, aunque esto debería ser solo el comienzo. Deseo que el prestigio de estos dos teatros en el mundo lírico sirva para que el autor y la obra que hoy nos ocupan adquieran la relevancia que merecen, quedando Achille in Sciro inmortalizada en diversas grabaciones; que la propuesta escénica de Mariame Clément se represente en otros teatros de España y del extranjero, y que obviamente vuelva a subir al escenario del Real en nuevas ocasiones; y por último que Achille in Sciro goce en el futuro de otras propuestas escénicas en nuestro país. Solo así podremos estar orgullosos de nuestra defensa del patrimonio cultural.
Como el programa de mano puede descargarse gratuitamente en el sitio web del teatro, no quiero detenerme a desmenuzar el argumento de la obra, que gira en torno a la elección que debe hacer el joven Aquiles: quedarse en Esciros y llevar una vida larga y apacible junto a su amada o partir a la guerra de Troya para cumplir con el honor, a pesar del peligro que ello conlleva. La trama ideada por el gran Pietro Metastasio lo cuenta todo desde la comicidad, pues se trata de un divertimento para un gran ocasión, un boda de Estado, y como tal debía celebrarse. Al final de la ópera se ensalza la unión del lirio blanco (los Borbones franceses) con el lirio rojo (los Borbones españoles) -sin importar el hecho de que los contrayentes fuesen tío-sobrina y primos a la vez-. Esto es una oportuna modificación al libreto de Metastasio, que lo había concebido para otro matrimonio real (el de la archiduquesa María Teresa, futura emperatriz, con Leopoldo de Lorena) y que se estrenó, con música de Antonio Caldara en 1736. En contraste con esta historia, invito también al lector a que indague sobre el argumento de la mencionada Platée de Rameau, que a mi juicio encierra una burla encubierta hacia la novia y su tierra natal.
Ivor Bolton impulsó con convicción, desde el clave, a la Orquesta Barroca de Sevilla y al Monteverdi Continuo Ensemble. A pesar del esfuerzo de todos, la monotonía parecía querer instalarse en muchos momentos, siendo ahuyentada en aquellos en que el solo de algún instrumento renovaba el ambiente, como en una de las espectaculares arias de Teagene, con solo de trompeta y otra más con el salterio. Dicho esto, cabe mencionar que algunas arias pueden entrar en el repertorio de los cantantes barrocos y como material de grabación porque tienen la calidad suficiente para «competir» con las trilladas de otros compositores de la época. El Coro del Teatro Real, además de realizar coreografías de cierta comicidad, cantó empastado y con la fuerza necesaria.
En la noche del estreno una inoportuna enfermedad dio de baja al contratenor Franco Fagioli, que debía dar vida al personaje titular de la obra, así que este fue afrontado por su colega Gabriel Díaz, con sobrados medios. Robusto y menos dado a las filigranas, construyó un Achille al que la virilidad le brota en cada poro de su piel. No eché en falta a Fagioli y Díaz encajó muy bien en un elenco homogéneo, en el que la más brillante fue la soprano Sabina Puértolas (Teagene), pretendiente oficial de Deidamia y rival por tanto de Aquiles. Puértolas aprovechó las tres arias de su personaje para mostrar la ductilidad de su voz y su experiencia en las tablas. La soprano italiana Francesca Aspromonte resolvió bien su parte, la de la princesa Deidamia. El tenor Juan Sancho (Nearco) y su colega de cuerda, el polaco Krystiam Adam (Arcade), ganaron más con su actuación que con su canto. El bajo Mirco Palazzi fue un pálido rey Licomede, tanto en su vertiente musical como escénica. Más completo estuvo el contratenor Tim Mead como Ulisse, que fue de menos a más durante esta función de estreno. Crítica: «Achille Sciro» Teatro Real
La puesta en escena de la francesa Mariame Clément tomó el motivo especial de la creación de este Achille in Sciro (el bodorrio de Estado) como punto de partida de su propuesta para finalizar armoniosamente con la loa al suceso y a las monarquías española y francesa. Clément introduce una subtrama en la que la familia real aparece con frecuencia por el escenario, especialmente la infanta María Teresa Rafaela, encarnada por la actriz santanderina Katia Klein. En el programa de mano viene publicada una entrevista que Joan Matabosch (director artístico del Teatro Real) realiza a Clément, donde ella explica su puesta en escena. En ella se desvela que la escenografía de Julia Hansen, grande, fea y poco práctica para el discurso de lo que se va a contar, es una gruta que debe remitirnos a una isla como espacio claustrofóbico y a la vez recordarnos el vientre materno. También explica que la Infanta está intentando comprender todo el significado de la ópera que sus padres le han regalado, ¿una “éducation sentimentale”? Sería interesante que Clément pusiera en escena Platée y nos contara qué le quisieron decir a la Infanta con el argumento de la ópera que le regalaron en Francia. La iluminación (Ulrik Gad) sacó poco partido de la gruta marina y el vestuario (también firmado por Julia Hansen) tampoco fue un aliciente, teatral y visualmente, para este Achille in Sciro. Crítica: «Achille Sciro» Teatro Real
Corselli/Courcelle merece toda la atención por parte de los estamentos culturales de España. Esperemos que pronto llegue la recuperación de sus otras dos óperas compuestas para enlaces reales: Alessandro nell’Indie (para la boda de Carlos y María Amalia de Sajonia, 1738) y Farnace (para el matrimonio del Infante Felipe y la princesa Luisa Isabel de Francia, 1739). Crítica: «Achille Sciro» Teatro Real
17 de febrero de 2023, Madrid (Teatro Real) Achille in Sciro
Música: Francisco Corselli (Courcelle). Libreto: Metastasio
Solistas: Mirco Palazzi, Tim Mead, Francesca Aspromonte, Sabina Puértolas, Gabriel Díaz, Krystian Adam, Juan Sancho, Katie Klein (actriz).
Orquesta Barroca de Sevilla y Monteverdi Continuo Ensemble. Coro Titular del Real. Director musical: Ivor Bolton. Directora de escena: Mariame Clément.