«Aida» en el Teatro Real. Por María Pardo
El espectáculo Aida “brilla” en el Real
Tras el “discreto” comienzo que nos ofreció en los Teatros del Canal con la ópera Orphée de Philip Glass, el Teatro Real ha apostado por iniciar la temporada 22/23 reponiendo su producción de Aida del pasado 1998 y 2018. Una producción que resulta llamativa por su puesta en escena y la cantidad ingente de actores, bailarines, cantantes y demás músicos sobre el escenario, además de su escenografía ambiciosa y “faraónica”, todo un despliegue de cuerpos “bronceados”, desde el color oliva al ébano, mínimamente vestidos en el caso de bailarines y actores, telas vaporosas o túnicas doradas para los cantantes, pelucas con un sinfín de rastas en un trasiego continuo de artistas en movimiento.
Empezando por lo musical, la orquesta responde magníficamente a las indicaciones del director musical, Nicola Luisotti. En esta ocasión ha alcanzado un equilibrio idóneo entre los cantantes y el foso. Salvo algún pequeño desajuste en algún momento en la orquesta, ha dirigido con limpieza y seguridad una partitura compleja, destacando su labor de dirección en los internos del coro y orquesta, con los que consiguió una buena comunicación a pesar de que no se veían directamente. El coro, bajo la dirección de Andrés Máspero, ha sido el protagonista más destacable de toda la ópera: bien empastados, con fuerza y unidad y llenos de matices en sus diferentes intervenciones.
En cuanto al polifacético Hugo de Ana que se ha hecho cargo de la escena, la escenografía y el vestuario, ha sacado provecho de las posibilidades que ofrecen los medios técnicos que acaban de actualizarse del escenario. Respecto a la dirección de escena, ha sabido gestionar de forma magistral a los grandes grupos de artistas que aparecían sobre el escenario, tanto actores, como bailarines o el coro. Arena de otro costal es la dirección de los personajes que protagonizan la ópera. Sus registros dramáticos quedaron reducidos a cantar su partitura en modo sufrimiento, sin matices entre ellos o en propia evolución de sus personajes. Se salva, en este aspecto, el cuarto acto, que ya está más elaborado puesto que ya no hay masas de gente que dirigir y la escena se centra en ellos. La escenografía es imponente, casi la protagonista de esta producción, así como sus mecanismos de movimiento. El vestuario, colorido y vistoso, se funde adecuadamente con la escenografía y la acción. «Ai
da» en el Teatro Real
Sergio Metalli, responsable del vídeo, añade a la producción orginal imágenes proyectadas dando una sensación 3D de pirámides, dioses, imágenes de egipcios y realiza todo un despliegue de medios que, a veces, aturden por un exceso de información visual. Pero también logra momentos brillantes en comunión con la escena, como es el comienzo del primer acto. Vinicio Cheli, con la iluminación, logra atmósferas que potencian los cuadros visuales propuestos por De Ana. La coreografía de Leda Lojodice, ambiciosa por la cantidad de bailarines sobre el escenario a coordinar, adolece de muchos momentos en los que la sincronía queda en la mera intención de los ejecutantes, emborronando la escena. Otros son visualmente delicados y amables.
La soprano Roberta Mantegna y el tenor Jorge de León como Aida y Radamés respectivamente, resultan distantes no sólo por su situación social y política, sino por una interpretación en la que sus afectos se desarrollan ajenos al de su partenaire en ambas direcciones. La frialdad entre ellos no deja entrever una condición de amor imposible, ni siquiera en el último acto. Vocalmente, Roberta Mantegna se mantiene precavida y cumple con la partitura. No así Jorge de León que, en todo su esfuerzo por mostrar un Radamés sufridor, parece un Radamés milenial más entregado a los sollozos que a mostrar la gallardía atormentada del guerrero. El resultado es plano y pobre en efectos.
El bajo Deyan Vatchkov interpreta al rey. Su voz es apropiada para el personaje, se presenta casi hierático, siempre dorado, como si de una escultura se tratase: brillante y ajeno al drama. La Amneris de la mezzosoprano Sonia Ganassi lleva casi todo el peso dramático y se hace cargo de él con todas sus herramientas vocales, que en algunos de los momentos más graves vocalmente queda sepultada por la orquesta. Simón Orfila, como Ramfis, está propio, sereno y despiadado en su rol. Su presencia vocal y dramática cumple con lo esperado en un personaje como el suyo. «Aida» en el Teatro Real
El barítono Gevorg Hakobyan dota también a su Amonasro del empaque vocal y porte físico adecuados. Completan el cast con solvencia vocal y tino la soprano Jacquelina Livieri como gran sacerdotisa y el tenor Fabian Lara como mensajero.
Función del 26 de octubre de 2022. Aida, ópera en cuatro actos con música de Giuseppe Verdi y libreto de Antonio Ghislanzoni basado en un guión (1869) de Auguste Mariette y Camille du Locle. «Aida» en el Teatro Real
Producción del Teatro Real en coproducción con Abu Dhabi Festival, basada en la original del Teatro Real de 1998. «Aida» en el Teatro Real
Nicola Luisotti, director musical. Hugo de Ana, director de escena, escenografía y vestuario. Vinicio Cheli, iluminación. Leda Lojodice, coreografía. Sergio Metalli, vídeo. Andrés Máspero, director del coro.
REPARTO: Deyan Vatchkov, Sonia Ganassi, Roberta Mantegna, Jorge de León, Simón Orfila, Gevorg Hakobyan, Jacquelina Livieri, Fabian Lara.
Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real.