No es nada fácil arriesgarse a poner en escena una ópera tan complicada como AIDA de Giuseppe Verdi. En la ciudad de Toluca, Estado de México, se atrevieron y la hicieron. Los resultados de esta experiencia son dignos de resaltarse con un análisis de lo acontecido y sus implicaciones dentro del contexto de lo que se hace y lo que puede, y debiera, hacerse dentro de este género de gran tradición en nuestro país y en estos momentos críticos post-sísmicos que nos está tocando vivir. Luego del terremoto que enlutó a la nación mexicana esfuerzos tan loables como llevar el arte musical al público nuevo, a ese que apenas empieza a conocer un género siempre enfrentado a la tradición y a la ruptura, de raíces arcaicas y profundas, que presenta la problemática del ser humano enfrentado consigo mismo y con sus sentimientos y pasiones. El H. Ayuntamiento de Toluca, en Coordinación con la Diócesis de Toluca y el Patronato de su Orquesta Filarmónica la presentaron en tres funciones durante el los días 6, 7 y 8 de octubre en el renovado Teatro Morelos en el centro de la ciudad.
“AIDA” es una de las óperas más espectaculares y difíciles del repertorio verdiano por los numerosos problemas técnicos y logísticos que implica enfrentar y resolver. Un elenco de cantantes profesionales solistas que puedan superar con dignidad las dificultades vocales de la endiablada partitura, una producción creíble que transporte al espectador a ese Egipto mítico de hace de miles de años donde reinaron los Faraones y los Sacerdotes de esa casta legendaria. Un coro numeroso, comparsas y actores, bailarines, vestuario, maquillaje, utilería, recursos teatrales y de sonorización, tecnología y disciplina, apoyo y organización administrativa. El maestro Gerardo Urbán y Fernández, Director de la Orquesta Filarmónica de Toluca, tomó en sus manos el asunto y llevó a cabo la idea. Contó con el apoyo y el patrocinio de autoridades e instituciones gubernamentales y compañías de la iniciativa privada. El teatro se llenó, agotadas las localidades y el público salió complacido.
Asistimos a la primera función que contó con un elenco de jóvenes cantantes en los papeles protagónicos principales que salieron adelante con su nada sencillo cometido. La protagonista de la princesa esclava etíope Aida lo cantó la soprano Yamel Domort, egresada del Conservatorio Nacional de Música de México con la licenciatura de canto. Poseedora de una voz de hermoso timbre oscuro, musicalidad y carisma, personalidad y un talento escénico y dramático la hicieron encontrar su personaje enamorado y contradictorio. Su rival en amores, la hija del Faraón, poderosa y apasionada, que ama sin remedio y esperanza al mismo hombre, fue la joven debutante originaria de la ciudad donde se presentó la ópera, la mezzosoprano Elda Ortiz, egresada de la licenciatura en Música de la Escuela de Bellas Artes de Toluca. De bella voz y grata presencia se entrega con emoción y fuerza a esa mujer que no logra nunca hacerse amar. El tenor mexicano Rafael Jorge Negrete es el guerrero egipcio del que se enamoran las dos mujeres. De bello timbre abaritonado de calidad y singularidad notables, heredero de una dinastía y un linaje de artistas muy prestigiados, tiene momentos extraordinarios donde luce sus cualidades canoras. Una polémica se suscitó por la manera de emitir el agudo final de el aria más famosa para la cuerda del tenor “Celeste Aida” donde termina con un filado en pianísimo que a muchos extrañó, por la tradición seguida por casi todos los grandes interpretes desde Enrico Caruso, pasando por Gigli, Del Monaco, Corelli, Bergonzi, Domingo, Pavarotti, y tantísimos más del siglo XX. Como curiosidad existe una grabación en YouTube donde podemos escuchar esa nota cantada de diversas maneras por 32 tenores internacionales. A mí en lo personal me encanta escucharlo a toda potencia y plenitud.
El tenor mexicano Rafael Jorge Negrete es el guerrero egipcio del que se enamoran las dos mujeres. De bello timbre abaritonado de calidad y singularidad notables, heredero de una dinastía y un linaje de artistas muy prestigiados, tiene momentos extraordinarios donde luce sus cualidades canoras. Una polémica se suscitó por la manera de emitir el agudo final de el aria más famosa para la cuerda del tenor “Celeste Aida”donde termina con un filado en pianísimo que a muchos extrañó, por la tradición seguida por casi todos los grandes interpretes desde Enrico Caruso, pasando por Gigli, Del Monaco, Corelli, Bergonzi, Domingo, Pavarotti, y tantísimos más del siglo XX. Como curiosidad existe una grabación en YouTube donde podemos escuchar esa nota cantada de diversas maneras por 32 tenores internacionales. A mí en lo personal me encanta escucharlo a toda potencia y plenitud.
Completaron el solvente elenco Octavio Pérez como el rey etíope Amonasro, de voz poderosa y elocuente interpretación, los bajos Humberto Ross, como el Faraón e Yreh Morales en el papel del Sumo Sacerdote Ramfis, personajes que representan al poder político y religioso del Imperio egipcio. Muy bien ambos cantantes de la cuerda grave. La gran sacerdotisa fue la soprano Stefania Beltrán y el mensajero el tenor Edgar Gutierrez. Participaron también numerosos coros locales, incluido el coro de niños, la compañía de Ballet Clásico de la Secretaria de Cultura del Estado de México, y, con gran lucimiento en la marcha triunfal imprescindible, elementos, jinetes y caballos de la Dirección de Seguridad del Ayuntamiento. Tenemos que señalar que se presentaron algunos problemas en la sonorización electrónica de la función presenciada pues no es nada fácil trabajar en ese aspecto tan delicado que requiere de toda una especialidad.
Manuel Yrízar