Alex Rigola. Madama Butterfly. Puccini

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A.Rigola:Si alguien espera que yo llegue a la ópera para quemarla se equivoca

Álex Rigola es sinónimo de modernidad e innovación escénicas pero su versión para la «sacrosanta» Fenice de un título «divino», «Madama Butterfly», que estrenará el día 21, está hecha desde el máximo respeto: «Si alguien espera que yo llegue a la ópera para quemarla, se equivoca», ironiza el director.
La Fenice, con más de 200 años de vida y que, de verdad, se quemó en enero de 1996, estrenará el día 21 un montaje de la obra de Puccini que surge de la colaboración del teatro con la Bienal de Venecia, en la que Rigola dirige la sección de teatro desde 2010.
La Bienal, detalla el barcelonés en una entrevista con Efe, llevaba tiempo intentando colaborar en ópera porque aunque su vertiente más conocida sea la de artes plásticas tiene otras seis secciones, entre ellas la de teatro.
«Querían una colaboración que aunara artes plásticas y teatro y se pensó en Mariko Mori (Tokio, 1967), que se estrena como escenógrafa y figurinista. Ese es el juego, y la ‘modernez’ de la versión viene más por ella que por mí», detalla el director y dramaturgo.
«En el momento en el que trabajas con una artista como ella es ella la que predomina con su estética y tú el que juegas a su juego de ver cómo sus espacios pueden fluir con Puccini», dice.
La diferencia en este trabajo respecto de otros suyos es que aparca sus tendencia a la «contemporaneización» para volcarse en la abstracción de la historia.
«Lo interesante es ver hasta qué punto todo alrededor de este drama de imperialismo amoroso se convierte en una estilización aunque manteniendo el drama psicológico de los personajes».
Así, detalla, «casi» se llega a la página en blanco, en la que todo es posible, con una «inmensa mancha blanca» en la que se puede escribir también «casi» de todo, presidida por una gran cinta de Moebius de ocho metros, «un infinito en medio del espacio».
Los espacios de Mori son lo suficientemente abiertos como para el verismo de esta archiconocida ópera discurra «naturalmente» porque la historia es «la misma» y la música «se compenetra perfectamente con la escena».
Es, resume, «una propuesta muy excitante» y tiene «muchas ganas de ver la respuesta del público» aunque sabe las «dificultades» que tiene «una parte de la platea» del teatro ante la innovación.
«No tengo miedo, estoy excitado», asegura Rigola ante el estreno de la que es su tercera incursión en la ópera después de «Cancionero de palacio» (2003), de varios autores, y «El holandés errante», de Wagner (2007).
«Cuando hice ‘El holandés’ todos esperaban que yo diera el golpe irreverente y no fue así. Eso no tiene sentido para mí. La música toma mucha fuerza en la escena y luchar contra eso es absurdo. Si alguien espera yo llegue a la ópera para quemarla, se equivoca. Nunca será así», apunta.
Rigola advierte que aunque «todo está inventado, todo debe reinventarse: la forma de atraer al público no debe ser la reproducción exacta del montaje original o de lo que escénicamente es posible. En el fondo lo que hay que hacer es lograr que el público siga el drama y al mismo tiempo que se haga preguntas».
«Si la obra de un artista da una nueva visión o hace que tú como espectador tengas que mirar la historia desde otra perspectiva está ya todo ganado, aunque luego te guste más una estética que otra», propone.
Rigola, que desde el 2 de agosto dirigirá en la Bienal de Venecia de Teatro «El policía de las ratas», dice que se siente un poco como Alfredo Landa «en aquello de Pepe vente p’Alemania» porque pasa 9 meses al año fuera de España.
«No me quejo pero preferiría vivir en mi casa. En artes escénicas estamos en un grave retroceso que veremos a dónde nos lleva, aunque siempre hay una parte positiva en la crisis, que es replantearte las cosas, ver si puedes construir nuevos puentes cuando otros caen».
Sin embargo, añade, es posible que todos los esfuerzos no sirvan para crear nuevos caminos «y que el trabajo de las administraciones sea simplemente gestionar los recortes. Eso es lo que temo, no veo una respuesta mas allá», lamenta.