Alfredo Daza: 25 años de una brillante carrera

El barítono Alfredo Daza (Puebla 🇲🇽 , 1975) está celebrando sus 25 años de carrera como cantante de ópera, una carrera internacional de primer nivel en la que ha compartido escenario, cantando papeles protagonistas, con estrellas de la lírica como Angela Gheorghiu, Anna Netrebko, Plácido Domingo y Jonas Kaufmann y colaborado con directores como Zubin Mehta, Antonio Pappano, Simon Rattle y Gustavo Dudamel. Alfredo Daza

Este año el barítono mexicano ha estado presente en las temporadas españolas interpretando personajes muy diferentes entre sí. El pasado verano debutó en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona como Enrico Ashton (Lucia di Lammermoor), junto a Nadine Sierra y Javier Camarena, y unos meses antes lo había hecho en el Campoamor de Oviedo como Joaquín (La del manojo de rosas). El próximo mes de noviembre interpretará a Ezio (Attila) en la Ópera de Tenerife.

El barítono mexicano Alfredo Daza
El barítono mexicano Alfredo Daza en una foto reciente.                                                               Foto: Cortesía del artista

Federico Figueroa le entrevistó por videoconferencia (28 de agosto) para OW, cuando el artista en ese momento se encontraba en Berlín inmerso en los ensayos de Madama Butterfly bajo la dirección musical de Massimo Zanetti y compartiendo cartel con Aleksandra Kurzak y Roberto Alagna.

Cuéntanos dónde naciste y cómo fueron tus primeros contactos con la música.

Nací en la ciudad de Puebla, es decir, cerca de la ciudad de México, en una familia bastante  melómana, por lo que ya de niño estuve en contacto con la música. Afortunadamente la música clásica no era una cosa extraña en el hogar. Me enamoré de la música clásica desde muy chiquito, y siempre me gusta comentar la anécdota de cuando mi hermano me invitó a escuchar por primera vez la Novena Sinfonía de Beethoven, en un disco, y cómo quedé alucinado al escuchar al bajo-barítono. Creo que esa fue la primera vez que pensé: «¡qué padre sería hacer eso!». Por otro lado, tengo que mencionar la influencia que  ejerció en mí y, creo que en toda mi generación, el programa de televisión México clásico. Todo eso me marcó; yo quería ser violinista, pianista, director de orquesta… pero por azares del destino resultó que se me daba mejor y progresaba mucho más rápido en el canto que en el piano y que en todo lo demás y por lo tanto me decidí a apostar por esto, dejando la carrera de diseño gráfico que estuve compaginando con el canto durante un tiempo. Realmente no podía con las dos cosas a la vez.

¿Cuáles fueron tus primeros pasos en tu carrera de cantante?

Hice un concurso nacional de canto cuando tenía 16 años. Ahí llegué a la final y gané el premio a la revelación juvenil, lo cual me animó bastante y me hizo ver claro que tenía que seguir esa vía. Unos años más tarde, cuando ya vivía en la Ciudad de México y estudiaba en el conservatorio, empecé a audicionar y a hacer mis primeros trabajitos como solista. Tuve suerte porque me empezaron a llamar para ofrecerme contratitos antes de haber terminado la escuela. Luego fui al Pacific Music Festival, en Japón, que ahora creo que se volvió nada más de instrumentalistas, y de ahí decidí probar suerte en el Merola Opera Program en la San Francisco Opera, y me quedé allí, pues me tomaron para el Adler Fellowship Program. Para entonces ya tenía 21 o 22 años.

Y de Estados Unidos diste el salto a Europa…

Sí, conocí a un manager, Bruce Zemsky, que en paz descanse, y gracias a él llegué a Europa. Estaba empezando a rodar en el mercado americano y salió un contrato para Europa, para cantar Valentin (Faust) en el Teatro Carlo Felice de Génova. En este proceso de audiciones para conseguir contratos vine a la Staatsoper de Berlín, donde estaba afortunadamente el maestro Barenboim. Fue él quien me propuso quedarme en el ensemble de Berlín, en el cual me quedé como miembro estable de la compañía durante trece temporadas, desde 2004 hasta 2017.

Alfredo Daza como Ford (Falstaff) en la Staatsoper de Berlín junto a la soprano Barbara Frittoli
Alfredo Daza como Ford (Falstaff) en la Staatsoper de Berlín junto a la soprano Barbara Frittoli (2018). Foto: Cortesía del artista

¿Cómo te sientes a 25 años del arranque de tu carrera?

Sereno y contento. Lo primero que celebro es que sigo aquí, porque el camino no ha sido fácil. Hay tropiezos, caídas y victorias. Y de todas he aprendido. Los más de 12 años que estuve como miembro estable de la compañía en Berlín fueron de un enorme desarrollo al estar en contacto continuo con el maestro Barenboim y muchos otros directores de orquesta, de escena y colegas que me han inspirado e impulsado.

A muchos jóvenes cantantes les da miedo firmar un contrato con una casa de ópera alemana porque eso les obliga a participar en un número determinado de funciones al año, aun cuando los personajes a interpretar no se adecúen a su voz… Tú que has estado allí muchos años, ¿cuál es tu punto de vista al respecto? ¿Cómo hacías tú para escaquearte de cantar algo que no te venía bien? 

La audición que hice ante Barenboim fue bastante dura; me hizo cantar desde el aria de La dama de picas de Chaikovski, hasta la entrada de Schaunard de La Bohème, pasando por El Barbero de Sevilla y el aria del conde de Las bodas de Fígaro. Y para rematar, la de  Papageno, aunque como yo me puse algo nervioso me lo retiró y me dijo que tenía que aprender alemán. Pero yo tuve la fortuna de que los personajes que me ofrecieron en un principio fueran adecuados a mi voz. Por ejemplo, el primer papel que hice fue el Ping de Turandot, en una première, el cual yo ya había cantado en Los Ángeles. Después de eso, abordé el conde de Las bodas y más tarde canté en La dama de picas. En ese momento, también mis dos agentes de la época me ayudaron mucho a no encadenar papeles secundarios infinitamente. Los hice, claro, pero me advirtieron del riesgo de quedarme encasillado ahí y me ayudaron a evitarlo. No es fácil negociar con una casa de ópera, en esa época la Staatsoper no tenía aún el programa de jóvenes cantantes, pero siempre que existía una oferta ya fuera demasiado pesada para mí o para un papel demasiado pequeño, me tenía que arreglar con el director de la ópera de turno. Cuando me ofrecieron mi primer Ballo in maschera, yo recuerdo que les dije abiertamente que aún no podía hacerlo, les mostré cómo me quedaba el aria y les dije que no podría hacerlo en uno o dos años. Lo comprendieron y al cabo de ese tiempo volvieron a ofrecérmelo. Para entonces ya se sentía diferente, y lo tomé. En ese sentido, ellos a veces no estaban muy contentos ante mi negativa a cantar algo, pero en la negociación yo les hacía ver lo que ya estaba cantando (el Fígaro, el conde Almaviva, el Marcello,) y así iba pidiéndoles chance de más tiempo. Siempre he sido muy honesto con lo que siento. Si la voz dice que no, pues es que no, hay que decir: “no puedo”.

¿Qué de positivo tiene pasar por uno de estos ensembles?

Me sirvió mucho cantar un día Rossini, otro día Puccini y al siguiente algo en alemán, un Ottokar de Der Freischütz, por ejemplo. También me ayudó desde el punto de vista de la técnica y de cómo llevar el día a día. Además, ellos son conscientes de que el salario de un cantante de casa no es el mismo que el de un cantante invitado, y por tanto tienes a los pianistas y los coaches que necesitas. Aunque, claro, así no puedes trabajar a tu ritmo, sino al que te imponen ellos. Hay que trabajar mucho. En definitiva, tiene su lado bueno, pues siempre les puedes decir que necesitas más, y si pueden te lo dan, y la otra ventaja, que considero es la más importante, es que tener un teatro como la Staatsoper como casa musical te entrena a manejar la presión de hacer un papel nuevo en un teatro importante, con un público exigente, con críticos exigentes. Te empuja a aprender tu parte rápidamente, a aprender la escena también rápido.  Para mí eso fue lo más valioso. Víctor, el director artístico del Liceu, me dijo: “¡qué barítono tan valiente; vienes a hacer tu debut en el Liceu y, además, debutas aquí el rol!”. Y yo le contesté: “¿pero cómo iba a decir que no a semejante oportunidad?”. Y la verdad es que el entrenamiento que llevaba de Berlín me estaba ayudando mucho para soportar toda esa presión. Venía con un sistema bien elaborado para aprender lo nuevo con grandes maestros, como Zanetti, Ranzani, Arrivabeni y por supuesto el maestro Barenboim.

Plácido Domingo y Alfredo Daza en una representación de "Simon Boccanegra" en Berlín (2016)
Plácido Domingo y Alfredo Daza en una representación de «Simon Boccanegra» en Berlín (2016)     Foto: Cortesía del artista

 

Podríamos considerar que en 2017 tu carrera toma otra dirección, el del cantante “freelance”. ¿Qué repertorio has abordado desde entonces?

Me siento afortunado de haber preparado y cantado papeles tan diversos, desde los más líricos hasta los verdianos, con esos y otros grandes maestros que he mencionado antes. He cantado 55 personajes y hoy por hoy me siento muy bien con Verdi. No me considero un “barítono verdiano”, sino un barítono flexible, que puede cantar, porque se siente cómodo, Puccini y también el bel canto de Donizetti, Bellini y Rossini. Trabajo cada día para mantener mi voz flexible, con agilidad, para poder afrontar diversos repertorios, aunque estoy yendo hacia los grandes personajes que Verdi compuso para mi cuerda.

Hace algunos años ofreciste en la Ciudad de México, junto a la soprano Karen Gardeazábal, una gala enfocada en Mozart. ¿Cómo te sientes con la música del salzburgués? 

Ese programa lo preparé mucho porque es un repertorio que no visitaba ni visito mucho. Interpreté con frecuencia al Conde de Le nozze di Figaro y Guglielmo de Così fan tutte. Como ya te dije, como miembro del ensemble mantuve la flexibilidad para poder hacer estos personajes intercalando Sharpless y Germont, por ponerte un ejemplo. Mozart te permite constatar que la voz está en su sitio.

Alfredo Daza y Carmen Romeu en "La del manojo de rosas" (Oviedo, 2021)
Alfredo Daza y Carmen Romeu en «La del manojo de rosas» (Oviedo, 2021)                                  Foto: Cortesía del artista

En el mes de mayo has debutado en Oviedo con “El manojo de rosas”. ¿tenías experiencia en zarzuela antes?

Mi experiencia en Zarzuela era muy escas. Yo solo había cantado romanzas en algunos conciertos. Las dos que más he hecho son las famosas “Mi aldea” de Los gavilanes y “Ya mis horas felices” de La del soto del Parral. Lo más parecido a una zarzuela completa en la que yo había participado fue una gran gala en la Ciudad de México, en homenaje a Pepita Embil, donde cantaban Leopoldo Falcón y otros colegas, y la escena la dirigía Josefo Morales, recientemente fallecido. De La del manojo de rosas conocía la romanza pero no toda la obra y, cuando me invitaron, rápidamente fui a la partitura. La verdad es que me lo pasé muy bien y quedé con más ganas de zarzuela.

¿Y cómo llevaste el texto hablado?

De niño yo hice teatro y, cuando debuté el Papageno en Europa, en Génova, preparé el texto en alemán con un coach austriaco y el resultado fue estupendo. El maestro Sagi dijo que Joaquín tenía que hablar con acento madrileño y, durante varios meses, mi agente y desde la producción, estuvieron recalcando ese detalle. Repetí la operación de buscar referentes profesionales, en este caso dos madrileñas, que me ayudaron a ponerme ese acento característico. Creo que el acento madrileño es fácil, tiene una música pegadiza, y si no es cierto que se lo pregunten a Hugo Sánchez, que después de 30 años sigue hablando como un madrileño (risas). Lo más difícil es la parte musical, que tiene tantas posibilidades de lucimiento y uno mismo se complica más en ese camino.

Alfredo Daza como Enrico Ashton (Lucia di Lammermoor) en Barcelona junto a la soprano Nadine Sierra ©A Bofill
Alfredo Daza como Enrico Ashton (Lucia di Lammermoor) en Barcelona junto a la soprano Nadine Sierra      Foto: ©A Bofill

¿Dónde ves al cantante Alfredo Daza en cinco años?

En 5 años, siendo optimista, me veo pleno. No me gusta aventurar sobre el futuro porque hace 5 años yo me dije “no voy a cantar más Sharpless”, porque es un personaje que no me gusta. Me parece gris, triste, deprimente. A mí me gusta interpretar a los personajes desde dentro y Sharpless, al final de la función, me deja mal. Y ya ves, aquí estoy ahora en medio de los ensayos para interpretar a Sharpless. Pero vamos a aventurar sobre el futuro y como deseo puedo decirte que quiero cantar con mayor frecuencia a Scarpia (Tosca) y más Verdi, el protagonista de Simon Boccanegra por ejemplo. Y también me gustaría verme hombre de familia. La mía está en México, mis hermanos y mi padres, y creo que ya es tiempo de tener mi propia familia.

¿Cómo es tu vida familiar?

Yo soy muy apegado a mis padres y es difícil estar lejos de ellos. Al finalizar las funciones de Oviedo tuve una propuesta laboral muy interesante, pero decidí no tomarla porque tenía la necesidad de ver a mis padres. Así que hice un paréntesis entre Oviedo y Barcelona para visitarles. A muchos colegas míos les cuesta decir que no a las propuestas de trabajo,  porque se vuelven adictos a él o porque no quieren decir que no a oportunidades, a esos ingresos. Creo que hay que buscar el equilibrio y saber decir que no en algunas ocasiones.

Alfredo Daza como Zurga (Les pêcheurs de perles) en Pekín (National Centre for the Performing Arts) junto a la soprano Olga Peretyatko
Alfredo Daza como Zurga (Les pêcheurs de perles) en Pekín (National Centre for the Performing Arts) junto a la soprano Olga Peretyatko (mayo de 2019)     Foto: cortesía del artista

¿Te imaginas como profesor de canto?   

Sí, me gusta dar clases, ayudar a los jóvenes. Estoy ya en ese camino, con algunos amigos jóvenes que están empezando a despegar, pero por el momento mi vida no tiene horas para dar clases de canto.

¿Cuáles son tus próximos compromisos profesionales?

Inmediatamente después de Sharpless (Madama Butterfly) continuaré, como invitado, en la Staatsoper de Berlín interpretando a Ford (Falstaff) y mi debut como Ezio (Attila) en la Ópera de Tenerife está programado para noviembre. Ese será mi papel número 56. En el primer trimestre de 2022 tengo en agenda, en la Ópera de Dallas, a Zurga (Les pêcheurs de perles) y tengo contratos a varios años vista en varias ciudades.

En nombre del equipo de OW te agradezco que nos hayas dedicado tu tiempo y te deseamos mucho éxito.

El placer ha sido mío. Un saludo a los lectores de Opera World.

Manon (J. Massenet)   Dir. musical: D. Baremboin / Dir. de escena: V. Paterson  Solistas: A. Netrebko, R. Villazón, A. Daza, C. Fischesser, etc.  (2008)