Alonso Escalante y su búsqueda del equilibrio entre tradición e innovación

Federico Figueroa ha entrevistado, el 25 de septiembre, a Alonso Escalante (Ciudad de México, 1965), director artístico de la Ópera de Bellas Artes de México. Alonso Escalante

Alonso Escalante, director artístico de la Ópera de Bellas Artes de México
Alonso Escalante, director artístico de la Ópera de Bellas Artes de México

Hace más de tres años que usted asumió la dirección artística de la Compañía Nacional de Ópera, más conocida como Ópera de Bellas Artes (OBS), con los parabienes generalizados del mundo lírico mexicano. ¿Cómo fue ese arribo y qué propuesta artística llevaba bajo el brazo?

Asumí esta responsabilidad, por segunda ocasión en mi carrera, con mucha más experiencia por haber sido durante siete años director de un teatro de ópera, el Teatro del Bicentenario de León (Guanajuato). La diferencia entre aquel teatro y la Ópera de Bellas Artes radica en que esta es una compañía de ópera que nutre de contenido al Teatro de Bellas Artes y por lo tanto conlleva ciertas limitaciones a la hora de programar, como puede ser la disponibilidad del escenario. Mi experiencia en el Teatro del Bicentenario me permitió entender más detalles del público, del gran interés qué despierta la lírica en un amplio sector de la población y especialmente entre los jóvenes.  Uno de nuestros lemas es “a todos les gusta la música, pero no todos lo saben”.  En León, mi equipo y yo constatamos la estupenda respuesta del público joven a la ópera si se les ofrecen producciones y títulos adecuados. Es un público entusiasta que se puede fidelizar aprovechando las redes sociales. Esto mismo nos permite un diálogo casi permanente con este público, más allá de la sala del teatro y del hecho artístico, que es lo más importante sin duda. Todo ese diálogo, intercambio de ideas y de puntos de vista nos da una visión general más cercana a lo que demanda el público. En mi gestión anterior en la Ópera de Bellas Artes (2009-2010) no tuve esta retroalimentación. Lo que propongo para el período actual, que inicié en enero de 2018, es una gestión más dinámica que busca el equilibrio entre la tradición y la innovación, siempre escuchando y atendiendo las necesidades del público. También buscamos la exposición y apreciación de los compositores mexicanos que desde hace dos siglos crearon y nutrieron de títulos operísticos la vida musical de nuestro país. Y deseo atender a la ópera de cámara, que vive una gran efervescencia, y que no ha sido suficientemente programada por ser esta  una compañía grande. Este tipo de obras queremos ponerlas en el foco, darles luz.

¿Cómo fue la experiencia de siete años al frente del Teatro del Bicentenario en León? 

Fue una experiencia muy gratificante en todos los sentidos. En esa ciudad y en esa región no había una oferta de artes escénicas continua.  Allí, con un equipo de trabajo joven y entusiasta, vimos nacer este teatro con un proyecto ambicioso. Nos vimos involucrados en el proceso final de construcción del edificio y por supuesto en la inauguración. Desde el inicio pusimos a la lírica en un lugar muy importante de la programación. Ya antes de abrir hacíamos encuestas al público para conocer sus preferencias, sus puntos de vista, y también era una oportunidad de evaluarnos así como a nuestros artistas invitados. Sin duda, la utilización de esa información contribuyó a que el proyecto del Teatro del Bicentenario fuese un éxito. De hecho, fuimos invitados a foros internacionales de artes escénicas en París y Yokohama, por ser uno de los teatros jóvenes más exitosos. Con esta metodología pudimos crear programas por y para el público, haciéndoles parte de la construcción del proyecto. Para nosotros el público fue el principal actor del proyecto; es el más numeroso, el destinatario final y la razón de ser de la creación y funcionamiento de un teatro.

El Palacio de Bellas Artes (Ciudad de México) Foto: ©Fdoble
El Palacio de Bellas Artes (Ciudad de México)    Foto: ©Fdoble  Alonso Escalante y su búsqueda del equilibrio entre tradición e inovación

¿Está aplicando estas herramientas en la Ópera de Bellas Artes?

Algunas de ellas ya estaban en funcionamiento cuando llegué en 2018 a la dirección artística y lo que hemos hecho es intensificar el acercamiento y la búsqueda de público joven y/o nuevo, porque para muchos mexicanos la ópera sigue siendo un mundo muy lejano, casi esotérico, del que piensan que jamás les tocará estar en contacto. A través de las redes sociales ponemos a la mano del público materiales para que se acerquen a la lírica, para que tengan la oportunidad de ver que es algo disfrutable, comprensible y que tiene mucho en común con nosotros. Yo creo que algunas personas que reciben estos materiales se dan cuenta que la ópera es más cercana de lo que pensaban y si experimentan ser espectadores de una de nuestras producciones, el cúmulo de estímulos que puede provocarles terminará haciendo, quizá, que la incorporen a su dieta cultural. Quiero darte un par de  datos, obtenidos en una investigación que realicé sobre la situación de la ópera en México, que fue mi proyecto de fin de máster en Gestión Cultural. En el Teatro del Bicentenario, el 63% del público estaba en la franja de 18 a 35 años y la gran mayoría prefería ópera.

¿Cree que la digitalización de la cultura,  el streaming de las funciones de ópera, fortalecerá la situación de la lírica? 

Cuando iniciamos el consumo de ópera por retransmisiones en directo desde algunos teatros del mundo yo pensé en el surgimiento de las grabaciones en acetato, que nunca estuvieron pensadas como una sustitución de las salas de conciertos y de los teatros. Es algo muy diferente al hecho artístico en vivo. Para mí el streaming y las grabaciones que vemos en internet son una actividad paralela. Muchos teatros ya venían haciendo algo de esto antes de la pandemia. Nosotros mismos lo hacíamos, pero de una manera accesoria, complementaria al hecho principal que es la presentación de un espectáculo en vivo. Es cierto que en la pandemia fue la única vía de comunicación que tuvimos con el público y viceversa.  En ese momento la digital fue la forma para continuar en contacto con el público y el público con el hecho artístico. Y fue maravilloso contar con esa posibilidad, gracias a la cual pudimos tener una ‘temporada virtual’ con contenido que se finalizó en el pasado mes de junio. En julio empezamos a tener, cumpliendo las medidas sanitarias, actividad presencial. Para nosotros fue importante captar público nuevo, pues el núcleo duro de seguidores de la ópera ya está fidelizado. Por eso, además de los contenidos artísticos expusimos los procesos creativos de la ópera, esos procesos que aun para la mayoría de los aficionados con largo recorrido, permanecen en la oscuridad. Para transparentar ese muro, implementamos charlas en línea en las que participaron diseñadores de escenografía, iluminación, vestuario, además de los directores musicales, de escena y los cantantes, mostrando y comentando el trabajo de gestación de una ópera.  Al ver la intimidad de los artistas y del teatro mismo, los usuarios profundizaron en la obra que antes o después estarían presenciando. También creamos concursos para que el público pudiese estar, en aquellos momentos más duros de la pandemia, entretenido. El número de personas que utilizaron estos contenidos fue de 16 millones, es decir, muchas veces superior al público que puede recibir el teatro de Bellas Artes en un varios años.

La actividad de las asociaciones de teatros líricos también se hicieron más visibles ante el público durante la pandemia. ¿Cómo vivió este proceso la Ópera de Bellas Artes? 

Las reuniones virtuales con mis colegas de otros teatros se multiplicaron. La pandemia nos empujó a la solidaridad, al diálogo y al intercambio de ideas para salir de la problemática en la que estamos inmersos. La OBA es parte de Ópera Latinoamérica y ahora mismo yo soy parte del directorio de la asociación. Hemos tenido charlas con Ópera XXI y con Opera America que prometen dar frutos, con más y mejor ópera. La pandemia logró acercar a los teatros y a las asociaciones.

Un momento de la representación de MONTEZUMA de Carl Heinrich Graun en la Ópera de Bellas Artes
Un momento de la representación de MONTEZUMA de Carl Heinrich Graun en la Ópera de Bellas Artes

El tejido lírico en México ha crecido considerablemente en las dos últimas décadas. ¿Es suficiente para emplear a la nueva generación de profesionales (cantantes, repertoristas, directores musicales, de escena, diseñadores de escenografía, de iluminación y de vestuario, etc.)?

Hay mayores oportunidades y la Ópera de Bellas Artes tiene las puertas abiertas a estos jóvenes talentos. Muchos cantantes harán su debut en el Teatro de Bellas Artes en esta temporada. Pero creo que aún no es suficiente, hablando en términos de cantidad y de calidad. Es deseable y necesario hacer más ópera en más lugares de México. Estos polos líricos deberían ser fuente de empleo para nuestros artistas y a su vez lanzar más y mejores artistas al extranjero. Porque ellos no tienen límites, todos los artistas que se desarrollan en el medio lírico quieren llegar lo más lejos posible, a los más grandes y prestigiosos escenarios. Europa y el mercado de Estados Unidos, más cercano a nosotros, ofrece muchas opciones para los artistas mexicanos.

En la temporada pasada, truncada por la pandemia, estuvo presente la ópera de compositores mexicanos. ¿Es esa una de sus señas de identidad como gestor cultural?

En mi gestión, antes y ahora, la programación de ópera de autores mexicanos ha sido una constante. En 2010 me tocó hacer el estreno mundial de la ópera Únicamente la verdad de Gabriela Ortiz (Ciudad de México, 1964). Y recién llegado a esta nueva gestión programé la ópera El juego de los insectos de Federico Ibarra (Ciudad de México, 1946) y ya en 2019 una nueva producción de Salsipuedes de Daniel Catán (1949 – 2011). Y para 2020 estaba programada una nueva producción de la ópera Ambrosio de José Antonio Guzmán (Ciudad de México, 1946). Para la temporada 2021 teníamos el estreno de Moctecuzoma de Jesús Echevarría (Ciudad de México, 1951) y cuya programación en un futuro cercano está de momento en el aire. Con todo lo dicho quiero remarcar que la inclusión de ópera de compositores mexicanos no es solo un interés, sino un propósito de mi gestión. Es muy importante para la Compañía Nacional de Ópera rescatar ese corpus operístico del siglo XIX y XX y apoyar a los compositores talentosos del siglo XXI, que están estrenando obras en el extranjero con prestigiosas orquestas, como puedo ser la Filarmónica de Los Ángeles o los ensembles del IRCAM en París. Por eso también hemos presentado hace unas semanas la Gala de Ópera Mexicana, para dar “bocadillos” de esas obras del siglo XIX que están a la espera de un rescate completo. Respecto a la programación ya lo he dicho antes: hay que buscar un balance entre tradición e innovación

¿Lo programado para 2020 se recuperará en esta temporada y siguientes?

La pasada temporada la iniciamos en el mes de febrero con La fille du régiment, con enorme éxito de Javier Camarena y la soprano Rebeca Olvera. Después venía Lady Macbeth del distrito de Mtsensk de Shostakóvich, con dirección escénica de Marcelo Lombardero. Pocos días antes de este estreno se detuvo todo. Era una gran producción y sería el estreno escénico de esta ópera en México. Las siguientes óperas eran Ambrosio de Guzmán, el Falstaff verdiano con el que completábamos el ciclo de las tres ópera shakesperianas (en 2018 hicimos Macbeth y Otello en 2019). Y después estaban  L’elisir d’amore, Fidelio y Ascanio in Alba. La idea es reprogramar estos títulos lo más pronto posible, pero la incertidumbre en la que estábamos hace apenas un par de meses nos llevan a ir apenas unos pasos por delante. Volvimos a la “presencialidad” en el Teatro de Bellas Artes el 4 de julio, y bajo unas condiciones estrictas de aforo en los espacios. Fue un concierto al que titulamos Il tramonto porque entre otras piezas se interpretaba la de Respighi que lleva ese nombre. El 11 de julio tuvimos otra cita, un concierto Mozart – Fauré, y más recientemente, el 5 de septiembre, la Gala de Ópera Mexicana. En estos momentos estamos presentando la ópera Montezuma (la última función será el 3 de septiembre) de Carl Heinrich Graun y esto se debe a muchos factores, empezando por las restricciones que aún estamos viviendo y que incluyen un límite en el número de personas sobre y detrás del escenario. Con la inclusión de este título, programado dos veces antes en Ciudad de México (en 1992 y en 2010, estamos en concordancia con las conmemoraciones históricas de este año y con un elenco completamente mexicano. Este año, con seguridad, tendremos las funciones de Ascanio in Alba y el 6 de diciembre el Requiem de Mozart como homenaje a las víctimas provocadas por la pandemia y ese mismo mes ofreceremos la ópera Fidelio de Beethoven.

Maqueta del diseño de la escenografía (Adrián Martínez Frausto) para la puesta en escena de "Ascanio in Alba" firmada por Miguel Santa Rita
Maqueta del diseño de la escenografía (Adrián Martínez Frausto) para la puesta en escena de «Ascanio in Alba»  firmada por Miguel Santa Rita. Las funciones serán en el mes de octubre de 2021

¿Cómo es el futuro para la Ópera de Bellas Artes con el que sueña Alonso Escalante?

Es muy importante conocer cómo estamos desarrollando el proyecto cultural general del país y el del Teatro de Bellas Artes, que en mi opinión debe ir de la mano del público y a la vez ofrecer una propuesta con personalidad propia. Un teatro tiene la doble obligación de dar vida a las obras del pasado sirviendo al desarrollo de la sociedad a la que pertenece y al arte mismo. En la programación deseamos incluir obras raras, buscando posibilidades para asociarnos con otros teatros. Estamos avanzados en este camino con el Teatro Regio de Parma, cuya directora artística (Anna Maria Meo) también es la actual presidenta de Opera Europa. En los tres años que llevo como director artístico de la OBS hemos hecho Stiffelio de Verdi. Por increíble que parezca, no se había estrenado en México. Y también realizamos el estreno en Latinoamérica de un clásico del siglo XXI: L’amour de loin de Saariaho. El público mexicano estaba instalado en el gran repertorio italiano y francés del siglo XIX. Podemos mantener esto pero debemos abrir el espectro hacia nuestro tiempo y también hacia atrás, a los orígenes del género. El Estudio de Ópera de Bellas Artes se ha convertido en el semillero de la Ópera de Bellas Artes pero no es obstáculo para que jóvenes artistas formados en otras instituciones tengan en esta compañía presencia, ni para la de artistas extranjeros invitados en nuestros programas. Queremos una compañía ecuménica, abierta al diálogo con el mundo y con los pies bien puestos en las condiciones en las que estamos.

En nombre de OW agradezco que nos haya dado la oportunidad de realizar esta entrevista.

Yo doy las gracias a OW por el interés mostrado en lo que aquí estamos haciendo. Reciban sus lectores mis saludos cordiales y mi invitación a seguir las redes sociales de Ópera de Bellas Artes y a disfrutar de sus contenidos.