Amores en Zarza en el Teatro de la Zarzuela, un sueño que puede ser real.

En una de las piezas seleccionadas para esta antología de zarzuela titulada Amores en Zarza se canta “sueña, que en sueños todo lograrás…” (“La petenera” de Don Manolito de Sorozábal) y los que amamos a la zarzuela deseamos intensamente que se haga realidad la meta del Proyecto Zarza: enganchar a un público joven a la zarzuela. Amores en Zarza en el Teatro de la Zarzuela

Amores en Zarza en el Teatro de la Zarzuela, nueva producción del Proyecto Zarza / Foto: Javier del Real
Amores en Zarza en el Teatro de la Zarzuela, nueva producción del Proyecto Zarza / Foto: Javier del Real

Con esta quinta edición, el proyecto hace que creamos que puede ser posible. Al final de la función de estreno había muchos jóvenes entusiasmados con lo visto y escuchado. Quizá algunos de ellos repitan la experiencia en una función que no sea del Proyecto Zarza y terminen convertidos en los espectadores que aseguren la continuidad de esta forma de teatro musical que, a pesar de esa “mala salud de hierro” que atraviesa desde hace varias décadas, afortunadamente parece estar pasando una etapa dulce.

Amores en Zarza en el Teatro de la Zarzuela,
Amores en Zarza en el Teatro de la Zarzuela, nueva producción del Proyecto Zarza / Foto: Javier del Real

En años anteriores hemos visto en el “Proyecto Zarza” a La revoltosa (2017), El dúo de “La Africana” (2018), La verbena de la Paloma (2019) y Agua, azucarillos y aguardiantes (2020), zarzuelas completas, aunque debidamente adecuadas a las metas del proyecto. En esta ocasión nos presentan una antología bien amarrada con un texto (Nando López) que se mueve en coordenadas del siglo XXI. Anochece en Madrid, un 15 de agosto, y el calor debe ser sofocante. Un grupo de adolescentes se prepara para ir a las fiestas del barrio de La Latina (ese mes se vive de verbena en verbena: San Lorenzo, San Cayetano, la Virgen de la Paloma). Todos tienen perfiles comunes a muchos de los jóvenes de la actualidad: empleos mal pagados, problemas de amores y sueños de superación. El texto abre puertas a la tolerancia y habla de frente de temas como el suicidio y los amores de toda índole sexual. Sin embargo no se atreve ponerle un nombre preciso a “el filtro mágico” con el que estos adolescentes trapichean y se hacen más “divertida” la juerga. La puesta en escena que firma Rita Cosentino es brillante en todos los sentidos. Utiliza todos los recursos a su alcance sin gastarlos y moldea personajes creíbles, que es lo que tanto ansiamos ver sobre un escenario. La escenografía y el vestuario (Elisa Sanz), el diseño de iluminación (Juanjo Llorens) y la coreografía (Nuria Castejón) son un suma y sigue en un espectáculo que escénicamente funciona muy bien.

Amores en Zarza en el Teatro de la Zarzuela, nueva producción del Proyecto Zarza / Foto: Javier del Real
Amores en Zarza en el Teatro de la Zarzuela, nueva producción del Proyecto Zarza / Foto: Javier del Real

La agrupación de los ocho músicos, dirigidos con chispa por Miquel Ortega desde el piano, tuvieron la sonoridad adecuada a las voces con las que debían ensamblarse. Ortega es maestro del género y sacó el mejor jugo de los músicos y de los diecisiete cantantes. Entre estos no escuché voces con material que apunten hacia una carrera en el campo lírico, y ojalá me equivoque. Como actores-cantantes todos pueden funcionar con solvencia y hasta brillantez. El futuro lo dirá. De lo que no cabe duda es de que debemos aplaudir al Proyecto Zarza, que sin duda durará muchos años más para el disfrute de los más jóvenes y de los que ya tenemos unos cuantos años más.

Entre los temas musicales utilizados en Amores en zarza figuran el Pasacalle de El año pasado por agua de Federico Chueca y Joaquín Valverde, A una gitana presiosa” de La alegría del batallón de José Serrano; de Don Manolito de Pablo Sorozábal se tomaron dos piezas: “¡Qué partío has perdido, chiquillo!” y “La petenera”. También se contó con “Hágame usté el favor de oírme dos palabras” de El año pasado por agua de Chueca y Valverde, “Yo soy español” de La patria chica de Ruperto Chapí, “Chinochilla de mi charniqué” y “¿Quién es usté?” de La del manojo de rosas de Sorozábal, “Tambié yo me sofoco” de  La boda de Luis Alonso de Gerónimo Giménez, el Fandango de Los burladores, de Sorozábal, “Bailar al fin podemos ya” de El baile de Luis Alonso de Giménez y el Pasacalle de La alegría de la huerta de Chueca. El texto de López, que bebe en aguas de El sueño de una noche de verano de Shakespeare, hace que toda esa música nos lleve, de forma fresca y ágil, a una historia de nuevo cuño.

Federico Figueroa


Dirección, piano y selección musical: Miquel Ortega. Dirección de escena: Rita Cosentino.

Reparto: Soraya Estévez, Ferrán Fabá, María Gago, Cristina García, Pascual Laborda, Luis Maesso, Javier Martínez, Guillermo Pareja, Sylvia Parejo, José Pastor, Nuria Pérez, David Pérez, Raquel del Pino, Ángela Rucas, Adrián Salzedo, Lola Segura y Nayim Temine. Grupo instrumental: Claudia Ortíz y Cecilia Aivar, violines; Adrián Arechavala, viola; Paloma García del Busto, violonchelo; Raquel de la Cruz, contrabajo; Ramón Femenía, clarinete; Diego Tasa Chaveli, trompeta, y Roberto Fernández, percusión.