Andrea Chénier en Oviedo: La voz.

Andrea Chénier en Oviedo. FOTOS: Iván Martínez- Ópera de Oviedo
Andrea Chénier en Oviedo. FOTOS: Iván Martínez- Ópera de Oviedo

Magnífico Andrea Chénier en la Ópera de Oviedo, con un reparto estelar liderado por Ainhoa Arteta, Jorge de León y Carlos Álvarez quien, debido a unos problemas vocales que ya le afectaron durante el estreno, fue sustituido en la segunda función por Ambrogio Maestri. Cuidada dirección, tanto en lo escénico (Alfonso Romero Mora) como en lo musical (Gianluca Marcianò) para completar el que sin duda es el gran éxito de la temporada asturiana.

Carlos Álvarez afrontó el estreno de Andrea Chénier el pasado jueves aquejado de unos problemas en vocales que supusieron un enorme esfuerzo, y que terminaron por obligar a cancelar su participación en la segunda función. En un movimiento rápido, la Ópera de Oviedo encontró en Ambrogio Maestri (quien en mayo había cantado esta misma producción en Bilbao) un recambio de garantías para el papel de Gérard. Maestri tiene un timbre de voz más velado, sobre todo en el agudo, que suple con un gran apoyo en la zona central y el grave, donde se desenvuelve más cómodo. El público ovetense supo reconocer el esfuerzo del barítono italiano que se subió al escenario sin ningún ensayo completo, con una prolongada ovación.

Andrea Chénier en Oviedo. FOTOS: Iván Martínez- Ópera de Oviedo
Andrea Chénier en Oviedo. FOTOS: Iván Martínez- Ópera de Oviedo

Ainhoa Arteta daba en Oviedo un paso más en su natural evolución vocal debutando el papel de Maddalena. Tiene las cualidades apropiadas para ello, con una voz que ha crecido en cuerpo y rango, que además sabe combinar muy inteligentemente con un dominio espectacular de un ligero agudo y el control de la dinámica. Además, Arteta domina el escenario como pocas cantantes, recubierta de un aura de diva al que no renuncia –tan solo encima del escenario– y que le otorga un carisma especial, algo casi olvidado hoy en día y que se agradece que la soprano vasca lleve como marca de estilo personal.

Jorge de León en el papel del poeta debutaba en la temporada lírica ovetense, que no en el Teatro Campoamor (había participado en el Festival de Zarzuela e incluso recogido un Premio Lírico) y exhibió las cualidades vocales que le han llevado por todo el mundo como un tenor de excelente afinación y bello color vocal. Incisivo en el agudo y de gran potencia, aunque dominando con solvencia los cambios de carácter que requiere su personaje, que van de lo lírico más puro a lo más beligerante y exaltado.

Andrea Chénier requiere un trío protagónico de garantías que, sin embargo, sería insuficiente para llevarla a buen puerto sin la participación de un amplio plantel de secundarios con intervenciones muy comprometidas y que en Oviedo fue defendido por las voces de Marina Rodríguez-Cusí (Coigny/ Madelon), Francisco Crespo (Roucher), Mireia Pintó (Bersi), Jon Plazaola (Increíble), David Oller (Pietro/ Fouquier), Alex Sanmartí (Mathieu), Manuel Gómez Ruiz (Abad) y Cristian Díaz (Mayordomo/ Dumas/ Schmidt). Todos ellos, junto al coro de la Ópera de Oviedo (que destacó especialmente en la pastorella del primer acto por su delicadeza y en el juico del tercer acto por su contundencia) hicieron de esta ópera una oda a la voz.

Andrea Chénier en Oviedo. FOTOS: Iván Martínez- Ópera de Oviedo
Andrea Chénier en Oviedo. FOTOS: Iván Martínez- Ópera de Oviedo

Oda a la voz reforzada por una inteligente dirección musical de Gianluca Marcianò al frente de la Oviedo Filarmonía y una respetuosa dirección de escena de Alfonso Romero Mora. Marcianò estira los timbres orquestales creando una densa masa orquestal que, sin embargo, regula perfectamente los niveles con relación a los cantantes y que permite el lucimiento de los profesores en los momentos más líricos, donde Giordano establece interesantísimos juegos contrapuntísticos entre foso y escena que son perfectamente audibles en esta ocasión. También apuesta por constantes cambios en la dinámica, reforzando y empujando el movimiento escénico y el desarrollo de la trama.

Romero Mora, por su parte, establece una puesta en escena muy respetuosa tanto en lo histórico como en lo vocal, que sin embargo en ningún momento resulta monótona. Evoluciona con las tramas, de la opulencia del primer acto hasta la decadencia de la propia Revolución, para establecer un interesante reflejo en lo escénico que ayuda a avanzar a la historia en un continuo crescendo de tensión hasta la explosión del tercer acto, y que en ningún momento trata de imponerse sobre lo verdaderamente importante: la voz.

Alejandro G. Villalibre