El próximo jueves 26 de septiembre, el director de orquesta Andrés Salado (Madrid, 1983) dirigirá a la Sinfónica de Euskadi en un concierto de música cinematográfica española dentro de la programación transversal del 61 Festival de Cine de San Sebastián. REVISTA DE LA ACADEMIA ha querido conocer de cerca las impresiones e inquietudes de este joven talento de la batuta sobre tan estimulante propuesta, sin duda un hito en la historia de Zinemaldia.
¿Cómo surge la idea de un concierto de estas características en el marco del Festival de Cine de San Sebastián? Tenemos entendido que es la primera vez que se hace…
La Orquesta Sinfónica de Euskadi es una orquesta muy activa y ya ha colaborado en otras ocasiones con el mundo del cine. Yo también he hecho música de cine antes, y ahora nos encontramos la Orquesta, el Festival de Cine y yo con muchas ganas de hacer música juntos.
¿Podría detallarnos el contenido del programa? ¿De qué suites constará el concierto?
El concierto está dedicado a seis compositores de nuestro cine con años de experiencia a sus espaldas en el género y con grandes trabajos que les han hecho ganarse la confianza de grandes directores del panorama nacional e internacional. Estos compositores son Pablo Cervantes (Suite Cine), Zacarías Martínez de la Riva (Las aventuras de Tadeo Jones), Emilio Aragón (Pájaros de papel), Ángel Illarramendi (Una historia reciente), Pascal Gaigne (778, La chanson de Roland) y Fernando Velázquez (Lo imposible).
¿Cuáles han sido los criterios que se han seguido para programar estas piezas?
Buscábamos en este caso compositores españoles o residentes en España pero que hayan realizado la mayor parte de su carrera profesional en este país, como es el caso de Pascal Gaigne, y en el caso de algunos de ellos con una afinidad y cercanía directa con Donosti y el País Vasco. Al ser una decisión puramente musical, el criterio es claro, las partituras y su música. Por supuesto hay grandes compositores que en este caso no están programados; estoy seguro que en posteriores ediciones de este concierto podremos disfrutar también de su música.
¿Ha trabajado con suites de concierto ya disponibles o en algún caso se ha tenido que elaborar la versión correspondiente? Por otra parte, ¿ha podido contar con el asesoramiento de los diferentes autores a la hora de ensayar las obras?
La exigencia de una película, el minutaje, las diferentes escenas, los bloques de grabación, etc., difieren mucho de las necesidades del concierto en directo. Aunque algunas suites de este programa ya se han interpretado con anterioridad, siempre hay un trabajo de adaptación del material al repertorio sinfónico y a las exigencias de la música en vivo.
Por supuesto, considero vital la comunicación activa entre director y compositor. No es una cuestión ya de problemas técnicos sino puramente artísticos. Las sinergias entre distintas disciplinas dentro de la música o del arte en general alimentan y te ayudan a crecer en tu profesión. Me gusta saber qué pasa por la cabeza de los compositores al poner música a una imagen, a un color o una expresión. Esto me ayuda después a comunicar esa idea al músico mediante la interpretación de las partituras. ¡Me habría encantado preguntar a Beethoven tantas cosas! Si ahora tengo la posibilidad de trabajar con compositores actuales, intento empaparme de su música, sea de la disciplina que sea. Admiro mucho el trabajo del compositor.
Uno se encuentra de todo, gente más dispuesta y menos dispuesta a colaborar, pero generalmente la respuesta es muy positiva y enriquecedora.
De los compositores y las obras elegidos, le pediríamos que destacase algún elemento o característica que considere estimable desde el punto de vista técnico y/o directoral… ¿Qué es lo que le atrae artísticamente a la hora de enfrentarte con este tipo de partituras?
Como te decía en la pregunta anterior, y esto debe ser característica necesaria del compositor de cine, admiro la capacidad de poner música a una imagen. No solamente a una imagen, muchas veces a olores, sabores, personajes. Música épica, música dramática, música patética o naif. Y todo esto dentro de un discurso narrativo que debe ser coherente y consecuente contenido en una estructura que tiene un principio y un final como toda obra de arte, aunque su huella sea infinita. Si este trabajo encaja en la idea del director (de cine) se convierte en un auténtico festín para los sentidos.
En su opinión, ¿cuáles diría que son los rasgos distintivos de la música de cine española actual? ¿Cree que pueden ser aglutinados bajo una misma estética (a pesar de las diferencias establecidas por cada género o temática)?
No creo que deban ser aglutinados bajo una misma estética pues estaríamos perdiendo la frescura natural y la originalidad de la música. Destaco más al individuo, la capacidad creadora del músico que se enfrenta a un trabajo con un guión marcado pero con la responsabilidad de hacer algo nuevo desde la nada, desde el caos. Ordenar el caos y poner la música al servicio del arte.
Destaco también el carácter ecléctico del compositor. La necesidad de buscar fuentes de inspiración a través de raíces completamente diversas, pero siempre con un sello personal que hace que esa música sea de ellos y de nadie más. Aunque en este caso no escucharemos música de ellos, me gustaría citar a músicos como Alberto Iglesias o Roque Baños, entre otros, compositores cuyos trabajos han dado mayor prestigio a la música de cine actual.
Es necesario citar en estas líneas a un histórico del género, el maestro Carmelo Bernaola, que con más de ochenta bandas sonoras a sus espaldas (por citar solamente su música de cine) es uno de los máximos referentes de la composición española y fuente de inspiración de tantas generaciones posteriores, convirtiéndose sin duda en uno de los grandes músicos españoles de la segunda mitad del siglo XX.
Recientemente ha habido iniciativas semejantes al concierto que usted defenderá en Euskadi, como la sección ‘Música para la imagen’ -dentro del Festival de Cine de Alicante-, el concierto que Fernando Velázquez dirigió en el marco del Festival de Cine de Málaga o el monográfico de cine interpretado por la Orquestra Jove de Valencia del pasado mes de junio, por no mencionar las ya varias ediciones de los conciertos de música de cine española programados en el Monumental como parte de la gala anual de la Academia de Cine (el último de los cuales usted mismo ha dirigido)… ¿Cree que estos conciertos cinematográficos sobre bandas sonoras españolas son sintomáticos de una nueva sensibilidad al respecto?
Deberían ser frecuentes en la oferta musical de nuestro país. Es un acercamiento a la música sinfónica de una manera espectacular y divertida. El público español es agradecido y entusiasta pero es responsabilidad nuestra hacerle partícipe de la música desde dentro, derribando las murallas que siempre han separado música sinfónica con nuestro público y fomentando la interacción entre espectadores e intérpretes.
A través del cine la música cobra un sentido más tangible y cercano, el espectador entiende el mensaje y disfruta poniendo imágenes a los sonidos.
Ahora nos toca trabajar en otras disciplinas musicales para conseguir que el público disfrute de la música activamente y elimine la idea errónea de que la música sinfónica, sea el género que sea, es aburrida, elitista e inalcanzable.
Se ha hablado mucho últimamente de la necesidad de crear una infraestructura sólida para grabar música de cine en nuestro país. Los estudios Mans en Galicia han paliado un tanto esa carencia, pero lo habitual es que los compositores de cine que quieran grabar con orquesta tengan que irse a Europa para abaratar costes… Por otro lado, al margen de citas puntuales o festivales especializados, la música de cine (nacional e internacional) suele brillar por su ausencia en las programaciones anuales de nuestras orquestas, mientras que en otros países (Francia, Reino Unido, Alemania) no sucede lo mismo. ¿Diría que sigue siendo una cuestión de prejuicios?
Estamos frente al mismo problema de siempre. La inversión en cultura. Hay que salir fuera porque la oferta es mayor, tienes la posibilidad de elegir lo que en España no existe o es caro y poco rentable. Si me permites, no es un problema de infraestructura en el cine, sino en muchas otras disciplinas también. Tiendo a ser optimista con todo, pero en este sentido veo el horizonte oscuro. Es una cuestión de educación, de sensibilidad cultural, y de todo esto nuestro país carece y adolece. Esto no cambiará hasta que las personas con poder y responsabilidad acepten y asimilen que la cultura es la identidad de un pueblo, que es la base de nuestra educación, fundamental para el desarrollo de nuestras habilidades como sociedad activa y responsable.
Con respecto a la última observación, difiero en parte. No creo que sea una cuestión de prejuicios, sino de llamar a cada cosa por su nombre. No creo en la teoría que dicta que la música de cine es el futuro de la música clásica, bajo ningún concepto. Creo que la música de los grandes compositores será siempre eterna, y por tanto actual.
La música de cine es lo que es, música de cine. Igual que la ópera es ópera y la música de cámara es música de cámara. La música de cine se alimenta de los grandes clásicos, del jazz y de diferentes corrientes étnicas y diversas influencias personales, pero el discurso musical, la propia complejidad narrativa de la música en función de las necesidades del compositor difieren mucho de las obras del repertorio sinfónico. Si tenemos claro que pertenecen a géneros diferentes, entonces podremos pensar en programar inteligentemente cualquier tipo de música en las salas de conciertos.
Terminamos con una pregunta obvia: ¿tiene previsto a corto o medio plazo dirigir más música de cine?
Ésta será mi segunda vez. He disfrutado mucho trabajando con los compositores y estudiando las obras, viendo sus películas.Seguro que habrá más oportunidades, estaré encantado.
Miguel Ángel Odóñez y David Rodríguez Cerdán