ANNA BOLENA
Tragedia lírica en dos actos. Música de Gaetano Donizetti. Libreto de Felice Romani
Función del 23 de Marzo de 2014
Teatro Avenida de la Ciudad de Buenos Aires, Argentina
Anna Bolena significó para Donizetti el éxito que lo consolidó como uno de los compositores máximos del principio del 800 italiano y los méritos para que el suceso de esta ópera fuera realidad los tiene y sobradamente. Cuenta con un inspirado libreto de un solvente Felice Romani lleno de situaciones bien planteadas y con una precisa gradación de la intriga al punto de que algunas escenas parecen adelantarse varias décadas en el tiempo; presenta personajes ricos y de buena carnadura de los que un buen intérprete puede hacer una creación; y tiene a un inspirado Donizetti componiendo una de sus mejores partituras. Sin embargo el éxito inicial se fue eclipsando tras el estreno de Lucia di Lammermoor para desaparecer prácticamente del repertorio hacia finales del S. XIX.
Fue Sara Scudieri (la entrañable y anciana soprano que protagoniza el film documental «Il bacio di Tosca») quien la reexhumó en los años 40 del siglo XX aunque sin demasiada fortuna y la obra debió esperar hasta 1957 para volver a la vida de la mano de la divina María Callas que logró reinstalarla en el repertorio.
Probablemente aquella encarnación haya sido la que estableció los parámetros a los que nos remitimos cada vez que volvemos a verla dentro de una programación y con tal modelo se midieron nombres de la altura de Leyla Gencer, Beverly Sills, Montserrat Caballé, Elena Souliotis, Joan Sutherland, Adelaida Negri, Mariella Devia y más recientemente Dimitra Theodossiu y Anna Netrebko poniendo en el rol de la desgraciada reina mucho de lo mejor que la lírica nos dio en la segunda mitad del siglo XX. Por ello incluir este título en cualquier temporada es siempre una apuesta de las grandes.
Buenos Aires Lírica inició con este Donizetti su undécima temporada en el Teatro Avenida y la expectativa, a pesar de no ser un título de esos que el público conoce de principio a fin, se sentía en la sala antes de que se levantara el telón.
El regisseur Pablo Maritano prefirió no centrarse en la época ni en la historicidad de los personajes sino apuntar a una lectura más amplia hablándonos de las pasiones humanas y dejando nombres e historia en un lugar puramente anecdótico. Esta Anna Bolena apuntó más a contarnos la tragedia de cualquier mujer que se siente y se descubre desplazada del amor de su esposo por una rival más joven y termina reconociendo la bajeza de su, hasta ayer, amado consorte, que la historia de Anna Bolena y Enrique VIII, reyes de Inglaterra. La propuesta, gustos aparte, puede ser válida en atención a la necesidad de profundizar la identificación del público con el drama y todo sería lícito si en el intento no se cometieran algunos excesos de «interpretación» que llegan a desnaturalizar la obra.
Es indudable que Anna Bolena es un ejemplo consumado del melodrama romántico dentro del estilo del Bel Canto y desde que el telón se alza hallamos a dos mujeres sufrientes: Anna que percibe el alejamiento de su esposo y lo padece (como nos lo cuenta su música doliente y nostalgiosa) y Seymour, la rival, acosada entre su amistad con Anna y el amor apasionado que le despierta el rey. Volver esto, tan claro en la partitura de ambas, en una Anna contemporánea nuestra que ya sabe que el marido la va a dejar y reacciona como una mujer despechada con arranques de cinismo y casi de divismo frente a una Seymour que se le ríe en la cara es un poco mucho…
Transformar la escena dramática en que el Rey sorprende a Anna acompañada en su habitación en un remedo de Le Nozze di Figaro, tampoco ayuda…
Mostrar a Percy, el antiguo novio de Anna, como un pusilánime y miedoso (casi un Nemorino); Hacer de Enrique VIII una mezcla de Elvis con un mafioso con toques decididamente groseros; Presentar el primer acto como si estuviéramos en una comedia de enredos más que en un drama romántico sólo para acentuar el contraste con el segundo acto totalmente crudo que se inicia con la escena del degüello de un ciervo (¿tal vez una cita a la película «La reina»?) y cuyo cuerpo mutilado queda colgado durante las escenas siguientes es, por lo menos, un tanto caprichoso.
Por último, la mejor escena que tiene este libreto, y que es aquella en que la Bolena descubre en Seymour a su rival, tratada magistralmente por Romani y Donizetti; pierde toda su fuerza y su sentido cuando desde el primer acto ese enfrentamiento estaba claro.
Un párrafo aparte merece la lamentable decisión de cortar pasajes enteros o mutilar otros (quiero creer que para acentuar el desarrollo dramático) y por la que desaparecieron el aria y cabaletta del tenor del Acto II, la Plegaria de Anna, los diálogos con Percy y Smeton en la escena final lo mismo que la participación del coro, reduciendo esta al coro introductorio, la cavatina «Al dolce guidami» y la cabaletta «Coppia iniqua» tras la que cae el telón.
Más allá de los reparos que puntualizamos la versión presentó momentos logrados principalmente en el planteo visual de la escena final, el cuidado vestuario de Sofia Di Nunzio, y la buena iluminación de José Luis Fiorruccio que compensó la un tanto monótona escenografía de Andrea Mercado.
Macarena Valenzuela puso al servicio de su rol una voz de bellísimo timbre pero de caudal un tanto reducido, que supo administrar con inteligencia para llegar al comprometido final en el que entregó lo mejor de su noche. Su interpretación del rol pareció un poco unidimensional y no mostró su evolución, sus matices, sus dudas, no sabemos si por marcación del director o por decisión personal, aunque tendemos a inclinarnos por la primera opción.
Christian Peregrino fue un Enrique servido con muy buena voz y una interpretación convincente, más allá de que el enfoque pueda ser discutido. Quiso ser desagradable y lo fue… aunque su voz lo confirma una vez más como uno de nuestros mejores bajos.
Florencia Machado dio una nueva prueba de su talento con esta Seymour, cantada con acierto gracias a una voz de buen caudal. estupenda línea y parejo rendimiento a lo largo de todo el registro. Comprometida en lo dramático, fue un placer verla en escena.
Santiago Ballerini puso lo mejor de si en este Percy al que sirvió con convicción y entrega aunque tal vez no sea el rol que más justicia le hace a sus méritos.
Estupendo fue el Smeton de Luciana Mancini tan bien cantado como bien actuado. Buena línea, ricos graves, interesante fraseo. Esta mezzo tiene una de esas voces que saben cautivar al auditorio y lo hizo con justicia.
Muy bien Walter Schwarz y Mauro Di Bert como Rochefort y Hervey respectivamente y otro tanto debe decirse de la actuación muda de Teresa Floriach y María José Iglesias como las dos damas de compañía, toda una creación.
El coro conducido por el Mtro. Juan Casasbellas cumplió con solvencia y la orquesta bajo la dirección del Mtro. Rodolfo Fischer hizo otro tanto.
La temporada 2014 ha comenzado en Buenos Aires con un Donizetti que nos hace polemizar… pero que más allá de eso, sigue fascinándonos con su música.
Elenco:
Enrico VIII…… Christian Peregrino
Anna Bolena…. Macarena Valenzuela
Giovanna Seymour… Florencia Machado
Lord Rochefort… Walter Schwarz
Lord Riccardo Percy… Santiago Ballerini
Smeton….Luciana Mancini
Hervey…. Mauro Di Bert
Puesta en Escena…. Pablo Maritano
Escenografía…Andrea Mercado
Vestuario…. Sofía Di Nunzio
Iluminación…. José Luis Fiorruccio
Coro de BAL
Dirección… Mtro. Juan Casasbellas
Orquesta de BAL
Director… Mtro. Rodolfo Fischer
Prof. Christian Lauria