Compositores gais Por Majo Pérez
Esta semana, la actualidad de la lírica ha estado marcada por las declaraciones homófobas que realizó el bajo René Pape a cuenta de la celebración del Orgullo LGTB+ en el MET de Nueva York, y el subsiguiente mea culpa que entonó al ser consciente del alcance de lo que había dicho. No es mi intención aquí entrar a valorar su invectiva ni rebatirle, y además, ya expresé en redes sociales que por mi parte sus disculpas me parecen un gesto digno de tener en cuenta. De hecho ni siquiera quiero hablar de él. Pero no puedo dejar de pasar la oportunidad de hacer un pequeño recordatorio sobre la aportación que, desde todos los ámbitos, gays, lesbianas y personas de género fluido han hecho y hacen a la ópera y la música clásica. Porque la “salida de tono” de Pape al afirmar que no iba a volver a cantar en el MET, una de las casas que más trabajo le han dado en su carrera, no queda ahí. ¿Y si resulta que tanto el personaje del ‘Viejo judío’ de Samson et Dalila que Pape interpretó en sus inicios en el Metropolitan como el ‘Boris Godunov’ que tantos éxitos le ha reportado en Nueva York y el resto del mundo fueron escritos por compositores homosexuales?
No es fácil trazar la historia de la orientación sexual y la identidad de género en la música desde iba perspectiva diacrónica. Declararse abiertamente gay ha conllevado consecuencias terribles hasta tiempos muy recientes, por lo que intérpretes y compositores LGTB tenían que llevar muy a menudo una vida que no se correspondía con sus inclinaciones naturales. Una parte de ellos tomaron los hábitos; otros muchos, obedeciendo a la voluntad de su familia o cediendo a las presiones de la sociedad, se casaron e incluso tuvieron hijos.
A pesar de estar casado con Madeleine Lambert y ser padre de tres, el gusto de Lully (1632-1687) por los hombres nunca fue ningún secreto. El músico, no solo de cuna sino también de “costumbres italianas” (« mœurs italiennes » era la manera de designar la homosexualidad en esa época), utilizaba su influencia sobre el Rey para eliminar a posibles rivales, rivales que se apresuraban a difundir información sobre sus proezas homosexuales.
Audición 1: Händel, “Ombra mai fu” de la ópera Serse. El contratenor Franco Fagioli nos confiesa su amor profundo a un árbol. Tratándose de un plátano según el libreto, ¿por qué su personificación en el videoclip corre a cargo de una bailarina? Seguro que usted tiene la respuesta. Compositores gais
Mucho se ha escrito también sobre la posible homosexualidad de Händel (1685 -1759). Es la tesis que defiende la profesora de musicología de la Universidad Tecnológica de Massachussets Ellen T. Harris en su ensayo Haendel as Orpheus, tras analizar la vida y parte de la obra del compositor de Halle. Si bien no aporta ninguna prueba concluyente –Händel protegió su vida privada con tanto celo que no se le conoce ninguna relación con hombre o mujer–, Harry pone en evidencia datos como que el compositor frecuentó con asiduidad ambientes homosexuales en los años que estuvo viviendo en Londres.
No se pude pasar por alto en este periodo barroco el fenómeno de los castrati, niños cantantes que sufrían la extirpación de sus testículos a fin de que conservaran su voz blanca más allá de la pubertad. Se estima que entre los siglos XVII y XVIII, cuatro mil niños eran castrados anualmente solo en Italia, los cuales, poseedores de características físicas (voz aguda, ausencia de vello, formas redondeadas…) que los apartaban de la masculinidad prototípica, vivían en menor o mayor grado algo parecido a la intersexualidad. En España eran conocidos como capones, y su presencia para algunos expertos ya aparece documentada a principios del siglo XVI. En la catedral de Burgos, en un documento sobre mozos de coro de 1506, se lee: “que tomen un mozo tresado, que nombrará el señor provisor, caponado, que tiene buena voz, por mozo de coro”. Y según Patrick Barbier, profesor de la Université Catholique de l’Ouest (Angers, Francia), los orígenes de los capones se podrían adelantar mucho más en el tiempo, situándolos en la civilización mozárabe, desde donde se habrían integrado en la liturgia católica.
Audición 2: Chaikovsky, Escena del duelo de Eugene Onegin. La amistad entre Lenski y Onegin, interpretados por Ramón Vargas y Dmitri Hvorostovsky, sin duda inspiró al compositor ruso: Compositores gais
En el siglo XIX, encontramos los casos dudosos de Franz Schubert (1797-1828) y de Frédéric Chopin (1810-1849). El asunto de la presunta homosexualidad del primero dio mucho de que hablar a raíz de un artículo de Maynard Solomon, “Franz Schubert y los pavos reales de Benvenuto Cellini”, publicado en la revista American Imago en 1989. No obstante, ya en vida del compositor, la gente debió de marear, si no hostigar, al compositor con este tema. Su propio amigo Anselm Hüttenbrenner escribió: «(…) le pregunté si había estado enamorado alguna vez. En sociedad se comportaba de una manera tan fría e indiferente con el bello sexo que me había hecho creer que no se sentía atraído por él. ‘¡Oh, no!’, me respondió”. Y a dicha negativa siguió el relato de una historia de amor con una chica que no se puede calificar precisamente de convincente. En cuanto al polaco, este fue apodado “Chopette” por su propia esposa, la actriz conocida como George Sand, quien escribió a uno de sus “amigos”: “Hace siete años que vivo con Chopette como con una virgen”. Compositores gais
Mejor documentadas, y bastante más trágicas, resultan las vidas amorosas y sexuales de dos compositores rusos. Aunque se rechace la teoría de que Piotr Illitch Chaikovsky (1840-1893) se suicidara para respetar un código de honor y sortear un peor castigo, “lo que evidencian sus cartas es que Chaikovsky nunca se aceptó. Veía (su homosexualidad) como una terrible falla y una vergonzosa enfermedad que debía ser curada”; son palabras de Donal Henahan en su artículo “¿Cometió realmente Chaikovsky suicidio?”, aparecido en el New York Times. El otro ruso al que me refería no es otro que Modest Músorgsky (1839-1881), en quien la represión y la falta de aceptación personal desembocaron en una temprana adicción al alcohol. Frédéric Mitterrand en su documental Soy la loca de Brézhnev informa sobre el descubrimiento de archivos policiales acerca de la vida homosexual de Mussorgsky.
Audición 3: Karol Szymanowski, Finale de Król Roger. El director de escena Krzysztof Warlikowski reorienta la fascinación del compositor polaco por la cultura mediterránea hacia una práctica mucho más actual, la ursusagalamatofilia:
El documental Camille Saint-Saëns, l’insaisissable, de David Unger (2021) aborda el asunto relativamente poco conocido de las cartas de chantaje que recibió Saint-Saëns (1839-1921) por supuestas prácticas homosexuales durante sus viajes al Magreb. El tema divide a investigadores y especialistas: la mayoría de los participantes en este documental lo dudan, mientras que otros afirman que hay indicios que sugieren que Saint-Saëns era adicto –al igual que André Gide– a lo que luego se llamaría turismo sexual. La fascinación por las culturas exóticas también está presente en las composiciones del polaco Karol Szymanowski (1882-1937), especialmente en los poemas homoeróticos persas que musicalizó bajo el título Des Hafis Liebeslieder, así como en su novela Ephebos, en la que describe su homosexualidad y su amor por el joven libretista Boris Kochno.
Conforme iba avanzando el siglo XX, los compositores pudieron vivir su orientación sexual con creciente libertad –lo cual facilita el trabajo de los biógrafos–, aunque la discreción fue la norma para la mayoría de ellos. En el Reino Unido, Benjamin Britten (1913-1976) no dudó en integrar la homosexualidad de sus personajes en sus óperas (Muerte en Venecia, Otra vuelta de tuerca, Billy Budd, Peter Grimes). Y lo mismo hizo Michael Tippett (1905-1998) en su ópera The Knot Garden. La compositora y sufragista Dame Ethel Smyth (1858-1944) conoció a Virginia Wolf y se enamoró de ella. Compositores gais
La lista también puede incluir a los franceses Erik Satie (1866-1925), Maurice Ravel (1875-1937), Francis Poulenc (1899-1963) y Henri Sauguet (1901-1989); al español Manuel de Falla (1876-1946) y al hispanocubano Ernesto Lecuona, quien mantuvo una relación con su libretista Gustavo Sánchez Galarraga; a los estadounidenses Georges Gershwin (1898-1937), John Cage (1912-1992), Gian Carlo Menotti (1911-2007) –nacido en Italia y naturalizado– , Samuel Barber (1910-1981), Thomas Schipper (1930-1977) –estos dos últimos fueron compañeros sentimentales de Menotti–, Leonard Bernstein (1918-1990) –aunque estuviera casado durante 25 años con una mujer– y a su compañero Aaron Copland (1900-1990) –también casado–; así como al alemán Hans Werner Henze (1926-2012).
Audición 4: Benjamin Britten, Death in Venice. Aschenbach (John Graham Hall) observa a Tadzio (Sam Zaldivar) y a sus amigos mientras compiten en una secuencia de juegos acrobáticos en la playa:
Por razones que ya se han comentado, este artículo no es exhaustivo. Por ejemplo, me habría gustado incluir en él más compositoras lesbianas. Pero si los compositores gays lo han tenido difícil, a la mayoría de ellas ni siquiera se les dio la oportunidad de hacer una carrera profesional hasta bien entrado el siglo XX. También podría haber hablado sobre libretistas, intérpretes… u óperas de temática homosexual o trans, que hay unas cuantas, si hubiera tenido un poco más de tiempo. Lo dejo para otra ocasión. En cualquier caso, espero que pronto ya no sea necesario recordar que un ataque contra personas LGTB+, además del daño que genera en el momento, reabre una herida tan vieja como la humanidad. Las personas gays o trans no tienen por qué llevar siempre razón, pero es que el proceso para la normalización de la diversidad y la conquista de la igualdad de derechos y oportunidades es largo y complejo, y la única manera de hacer nuestra contribución a este proceso, aunque sea desde la discrepancia con ciertos planteamientos, pasa necesariamente por la compasión, el respeto, el amor. Compositores gais