Termina la estancia en Londres con esta representación de Butterfly, que ha sido quizá el mayor éxito de todo lo programado, basándose en una estupenda dirección musical, una atractiva y adecuada producción escénica y una destacada protagonista. Bien está lo que bien acaba.
Si en Meistersinger salí del teatro un tanto decepcionado con la dirección de Antonio Pappano, en esta ocasión ha ocurrido todo lo contrario. Evidentemente, en este repertorio se encuentra como pez en el agua y ha conseguido ofrecernos una versión brillante y emocionante, ambas en grandes dosis. Confieso que me lo volveré a pensar antes de emprender un viaje para ver dirigir a Antonio Pappano óperas de Wagner, pero estaré dispuesto a verle cuantas veces se presente la ocasión al frente de óperas de Verdi o de Puccini. Aquí la dirección de Pappano se agiganta y admite pocas comparaciones, salvo con los más grandes. Me atrevo a decir que es la Butterfly mejor dirigida a la que me ha tocado asistir junto con la del año pasado de Riccardo Chailly en la Scala de Milán. También la prestación de la Orquesta de la Royal Opera House tuvo toda la brillantez necesaria, superior a lo ofrecido el día anterior en Wagner. Buena también la prestación del Royal Opera Chorus, que nos ofreció un auténtico coro a bocca chiusa, es decir literalmente a boca cerrada, como debe ser.
La protagonista Cio Cio San era la soprano albanesa Ermonela Jaho, que volvió a demostrar ser una de las mejores intérpretes actuales del personaje. Su interpretación fue convincente y emocionante, mostrando un gran dominio del personaje. Le falta un centro de algo mayor amplitud para ser excepcional, además de unos graves más sonoros, lo que nuevamente se echó en falta en esa preciosa página que es Tú, piccolo Iddio. De todos modos, si cantar exige transmitir emociones, Ermonela Jaho demostró ser una consumada intérprete.
El tenor argentino Marcelo Puente hacía su debut en el Covent Garden y su Pinkerton resultó no más que correcto. La voz tiene amplitud en el centro, no excesiva en calidad, pero se estrecha en las notas altas. El cantante es un tanto monótono, ofreciendo pocos matices en su canto.
Muy buena la actuación de la mezzo soprano americana Elizabeth De Shong en la parte de Suzuki. Esta artista es un auténtico lujo en este personaje más bien secundario, con una voz amplia y brillante, con unos graves firmes y poderosos y gran capacidad para transmitir emociones.
Correcta la actuación del barítono Scott Hendricks como el Cónsul Sharpless. Es un buen intérprete.
En los personajes secundarios Carlo Bosi fue una vez más un adecuado Goro. Jeremy White fue un Zio Bonzo de voz muy fatigada e inestable. Adecuados tanto Yuriy Yurchuk (Yamadori) como Gyula Nagy (Comisario Imperial). Correcta la Kate Pinkerton de Emily Edmonds.
El espectáculo escénico ofrecido se estrenó aquí en el año 2003 y es una coproducción con el Liceu, donde se puedo ver en año 2005 y de nuevo en el 2013. La producción lleva la firma de Moshe Leiser y Patrice Caurier. El trabajo escénico es elegante y simple, con un escenario único, consistente en una habitación cerrada por paneles corredizos, que, al abrirse, ofrecen unas veces vistas de la bahía de Nagasaki y otras un cielo estrellado, o bien motivos florales. Esta simple escenografía se debe a Christian Fenouillat, contando con un adecuado vestuario de Agostino Cavalca y una correcta iluminación por parte de Christophe Forey.
La dirección escénica está muy centrada en los personajes y, particularmente, en el de la protagonista Cio Cio San. Si en primer acto la acción es muy expositiva, sin adquirir grandes dosis de emotividad en el glorioso dúo que cierra el acto, la cosa mejora notablemente en los dos actos siguientes, especialmente en el último, para lo que ayuda mucho las dotes escénicas de la protagonista. Es una producción simple, elegante y atractiva, que narra muy bien la trama y se ve con agrado.
El Covent Garden había agotado sus localidades. El público aplaudió con mucha fuerza en los saludos finales, especialmente a Ermonela Jaho, Antonio Pappano y Elizabeth De Shong.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 2 horas y 34 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 hora y 8 minutos. Cinco minuto de aplausos, como es habitual en el Covent Garden.
El precio de la localidad más cara era de 100 libras, costando 20 libras la más barata. Los precios eran más bajos que lo habitual, al ser función que empezaba a una hora tan poco operística como las 12 del mediodía.
José M. Irurzun