
Interesante programa doble el que se presentaba en la temporada lírica 15/16 de los Amigos de la Ópera de la Coruña. El Castillo de Barbazul y Suor Angelica, de Bartok y Puccini respectivamente, son dos obras grandiosas, no habituales en las temporadas de los teatros operísticos y siempre es un placer disfrutar de estas dos óperas. Ambas tienen un solo acto, fueron estrenadas en el año 1918 y, sus dos compositores, siempre manifestaron admiración por Debussy. Existe una clara influencia del Pelleas et Melisande en el castillo de Bartok y es innegable la influencia de La Mer en la obra que abre Il Trittico pucciniano: Il Tabarro. Con unos excelentes protagonistas disfrutamos de la versión concierto de estas dos óperas el pasado día 26 de septiembre en la ciudad herculina.
El Castillo de Barbazul está basado, entre otras creaciones literarias, en el cuento de Perrault. Es la culminación de la obra musical de Bartok. En ella se mezcla la innovación de las corrientes musicales del primer cuarto del siglo XX con el folclore popular húngaro. Es una ópera llena de simbolismo y de reflexiones metafísicas sobre la vida y la muerte. Muy bien Ana Ibarra, quién fue a más a lo largo de la representación, como Judith. Voz homogénea en todo el registro y una buena ascensión al agudo. La mezzo es dueña de un bonito registro central muy mullido, maleable y rico en matices. A su lado Gidon Saks fue el oscuro, dramático y enigmático Barbazul. No es poseedor el bajo-barítono israelí de un gran registro de graves, personalmente me gusta una voz más grave para este rol, pero su timbre es ancho, rotundo y fue un magnífico Barbazul combinando esa difícil mezcla de canto y declamación que exige el personaje en muchos momentos.
Suor Angelica , pese a su corta duración, es una obra inabarcable. Algunos la podrán tachar de sensiblera o de tramposa, pero es una auténtica joya. Puccini compuso una maravilla orquestal sumamente descriptiva sobre el libreto de Forzano. El único libreto original en toda la producción Pucciniana.

Barbara Frittoli, si bien evidenció algún problema puntual en el registro agudo, es una magnífica Sour Angelica. Se nota que, desde aquellas funciones en el MET del año 2007 pasando por la mítica producción de Luca Ronconi de la Scala, ya lleva unas cuantas funciones como la Suor protagonista a sus espaldas. Tiene el personaje completamente interiorizado. Sabe lo que canta y como debe cantarse. Compone una Angelica sensible, débil, atormentada, frágil y dócil (¡esa manera de cantar el “son qui per servire”!). Maravilloso y dulce fue el “I Desideri” y dramático el “Senza mamma”. La italiana no tiene una voz grande, pero está bien emitida y llena el teatro. Su voz es bellísima, muy timbrada y magistral el regulador que usó en el final del “Senza mamma”. Fantástica estuvo en el dúo con la Zia Principessa. El problema señalado anteriormente no desmerece la interpretación vocal de la soprano. Un lujo.
Volvía a Galicia Ewa Podles. La contralto puso su magnifico registro grave, sin trucos ni artificios, al servicio de la malvada tia. Tremendas y rotundas fueron sus frases tras su entrada en escena anunciada por los instrumentos graves de arco: “Il principe Gualtiero vostro patre …”. Compone, como no podía ser de otra forma, una tía terrorífica y tremenda. Magníficas, como adelantaba antes, estuvieron las dos en su dúo, con una grandísima presencia escénica pese a que se trataba de una versión en concierto. Posiblemente, junto con “una partita a poker”, el dúo más maravilloso (pese a su dramatismo) que compuso el genio de Lucca. Muy bien la Suor Genoveva de Ruth Iniesta. Una voz de lirico-ligera muy clara, homogénea , bien emitida y correctamente colocada. Cumplieron el resto de las comprimarias, dónde quiero destacar la abadesa de Ana Ibarra, y también cumplieron con su cometido las mujeres del coro de la Sinfónica de Galicia.
La Orquesta Sinfónica de Galicia estuvo dirigida en esta ocasión por Miguel Ángel Gómez Martínez. Poco podemos añadir a la calidad de esta orquesta, un valor seguro en cualquier temporada de ópera. Muy atento el citado director a sacar la sonoridad que requieren algunos pasajes claves de El Castillo de Barzazul, como en la 5ª puerta, y a la expresividad que demanda la partitura Pucciniana, dónde la orquesta es un personaje más de la ópera describiendo tanto elementos de la misma como el viento, los pájaros, el burro o el corderito que ansía acariciar Suor Genoveva, como haciendo hincapié en los distintos leivmotivs: la maternidad o el motivo de la Virgen. Delicado y recogido fue el bellísimo intermedio sinfónico de la citada ópera. Por cierto, eché de menos el “Aria dei fiori”, página cortada por la censura en el estreno de la ópera en Roma, pero que se canta actualmente y así lo ha hecho Frittoli en otras ocasiones. En ella está presente la atonalidad y añade dramatismo previo a la escena del suicidio de la protagonista.
En definitiva hemos disfrutado de un apasionante programa doble con Barbazul y Suor Angelica en A Coruña. Dos óperas magníficas, que no se pueden presenciar habitualmente, con unos excelentes repartos. Pese a ello el Palacio de la Ópera, inexplicablemente, no estaba lleno. Muchos aficionados deberían entender que existe “mucha vida en la ópera más allá del repertorio habitual”. No me queda otra cosa que felicitar a los Amigos de la Ópera de esta ciudad por llevar adelante esta bella, acertada e inteligente iniciativa dentro de su temporada lírica.
Daniel Diz
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