Apotéosica conclusión de la tetralogía en Munich de Petrenko

Termina la Tetralogía wagneriana en Múnich y lo hace de manera emocionante y apoteósica. Pocas veces he visto en un teatro de ópera una reacción tan espontánea y entusiasta como la que ha tenido lugar aquí. Todo ha funcionado de manera notable, pero ha habido dos auténticos héroes: Kirill Petrenko y Nina Stemme.

La producción es la conocida de Andreas Kriegenburg que se estrenara aquí en Junio de 2012 bajo la dirección de Kent Nagano y que pude de nuevo ver hace 3 años bajo la dirección de Kirill Petrenko.

Andreas Kriegenburg nos ofrece a Hagen y Gunther como dos depravados dirigentes en busca de poder y dinero, con Gutrune en plan de señora estupenda, cuya relación con su hermano es bastante equívoca, pareciendo más bien ser su entretenida. En todo el segundo acto el símbolo del euro en forma de caballito con balancín es sumamente significativo. Su trabajo es una feroz crítica a la sociedad capitalista, a la que considera responsable de la crisis que hemos padecido y de los accidentes provocados, como el de Fukusima en Japón. Lo cierto es que tanto la crisis como el accidente nuclear tenían más actualidad en 2012 que ahora. No es que la visión del director de escena alemán haya perdido interés, sino actualidad. En el final de la ópera es cuando me ha parecido entender el mensaje de Kriegenburg y el uso de los numerosos figurantes. Curiosamente, en los acordes finales del motivo de la Redención aparecen en escena los figurantes vestidos de blanco que se abrazan a los supervivientes y hacen una piña mientras suena esa maravillosa música tan prometedora.

La escenografía de Harald B. Thor nos ofrece una gran sala con varios niveles, que puede ser la central de un gran banco o quizá de un gran medio de comunicación. Es el cuartel general de los guibichungos. Escenario moderno, impersonal y deshumanizado, en el que los empleados van vestidos al estilo chino de hace unos años. En el tercer acto el edificio ha caído en una gran decadencia con la pira funeral al fondo. El vestuario de Andrea Schraad resulta adecuado y hay una buena iluminación por parte de Stefan Bolliger.

¡Qué puedo decir dela dirección de Kirill Petrenko! Impresionante, magnífica, emocionante… Me faltan calificativos, especialmente para su último acto. Hoy no cabe considerar a ningún otro director por encima de él. Estamos ante una figura histórica de la dirección. La emoción ha estado a flor de piel y además ha demostrado que es un auténtico anti divo. Salió al escenario a saludar con su orquesta y se negaba a separarse de sus músicos para ser homenajeado por el público. Nina Stemme tuvo casi que arrancarle de su puesto en el escenario para que recibiera su bien merecida y atronadora ovación. Magnifica fue una vez más la Bayerische Staatsorchester y hay que destacar también la actuación del Coro de la Bayerische Staatsoper.

En el cast destacó de modo especial Nina Stemme como Brünnhilde en una de las mejores actuaciones que he tenido oportunidad de verle. Su escena de la inmolación fue de las de quedar en el recuerdo. Poder y emoción a raudales, como puede esperarse de la mejor Brünnhilde de hoy en día y una de las grandes de la historia. El público le dedicó atronadores ovaciones en los saludos finales, siendo recibida con la audiencia en pie, como movida por un resorte.

Stefan Vinke fue un Siegfried que pudo con las dificultades del rol, que son muchas. Lo mejor lo ofreció en el tercer acto. Su voz no tiene el brillo de hace un par de años, pero sigue siendo un Siegfried de respeto.

Hans Peter König es una sombra del gran bajo de hace todavía poco tiempo. Su voz se ha reducido considerablemente. El parón que tuvo por problemas vocales le ha dejado secuelas importantes.

Lo hizo bien Markus Elche como Gunther tanto vocal como escénicamente y lo mismo se puede decir de Anna Gabler como Gutrune, doblando también como Tercera Norna.

Lo hizo muy bien Okka con der Damerau como Waltraute, cantando con emoción y mucho mejor que en la Erda de Siegfried. Antes había sido la Primera Norna y su voz corrió perfectamente.

Buena la actuación del barítono John Lundgren en la parte de Alberich.

Resultaron adecuadas las Hijas del Rhin interpretadas por Hanna-Elisabeth Müller (Woglinde), Rachel Wilson (Wellgunde) y Jennifer Johnston (Flosshilde). Esta última dobló como Segunda Norna.

El teatro había agotado sus localidades hacía mucho tiempo, siendo notable la presencia de Suche Kartes en los alrededores. La recepción a los artistas fue triunfal, particularmente para Stemme y Petrenko.

La representación comenzó con 6 minutos de retraso y tuvo una duración total de 5 horas y 41 minutos, incluyendo dos intermedios. Duración musical de 4 horas y 14 minutos. Nada menos que 24 minutos de ovaciones atronadoras.

José M. Irurzun