De una forma formidable comenzó la temporada de ópera con este Il Trovatore en A Coruña que cierra la trilogía popular. Es una ópera muy complicada desde el punto de vista vocal, no en vano Toscanini afirmaba que se necesitaban las cuatro mejores voces del momento para representar un Trovador y Franco Corelli decía que se necesitaban cuatro leones, no cuatro cantantes para poder representarlo. Pues este fin de semana, en A Coruña, creo que los hubo, no sólo por el nivel vocal que nos ofrecieron, sino también por la entrega. Basta decir que todos cantaron sus respectivas cabalettas con repetición (incluida la del IV acto de Leonora), algo inaudito hoy en día máxime en un título como este. Pero voy por partes:
Un lujo el Manrico de Gregory Kunde que, pese a que parecía no estar cómodo en algún momento muy puntual, ofreció todo un recital de canto. Ya coronó en su salida el “Deserto sulla terra” con un Si bemol. Voz sobre el aliento, registro homogéneo y un magnífico agudo en punta. En este Il Trovatore en A Coruña, Kunde ofreció una “Pira” con repetición y a tono, finalizándola con el Do no escrito pero, poco antes, ya había interpretado un magistral, sentido y recogido “Ah! si ben mio …” llevándolo a terreno belcantista. Recrea Kunde, gracias a sus extraordinarios medios vocales, un Manrico más matizado combinando momentos de lirismo junto con otros más dramáticos o de más arrojo vocal.
Angela Meade dio vida y voz a una estupenda Leonora también con modos y formas belcantistas. Bellísima su interpretación del “D´amor sull ali rosee …”, dónde realizó unas magníficas escalas, y estuvo vibrante en la consiguiente caballetta “Tu vedrai que amore in terra”. La norteamericana tiene un gran técnica, que le permite efectuar unas majestuosas dinámicas y unas medias voces y unos pianissimi de gran belleza. Exhibió una voz igual en todo el registro y unos agudos perfectamente resueltos. Asimismo es poseedora de un característico vibrato -que no resulta molesto, ni muchísimo menos- y puso con todo merecimiento, como ya había hecho en el Ermione de hace unos meses, al palacio de la ópera coruñés en pié por su gran actuación vocal.
Juan Jesús Rodriguez es un valor seguro. El onubense el poseedor de un bellísimo timbre baritonal rico en armónicos, bruñido y muy dúctil. Buena ascensión al registro agudo, con el paso perfectamente resuelto, con todas las notas bien colocadas, coloreadas y redondeadas. Magnífico “Il balen” que nos ofreció dónde exhibió un esplendoroso Sol3 perfectamente timbrado y colocado. Marianne Cornetti se metió al público en el bolsillo con el dramatismo vocal y escénico que puso a su Azucena. Estupenda fue su “stride la vampa” y conmovedora en el “condotta ell´era in ceppi”, finalizando la escena con Manrico con un Do. Puso voz a Ferrando (aquí convertido en monje) Dmitri Ulianov. Fantástico estuvo su racconto con las semicorcheas perfectamente marcadas y delineadas, exhibiendo unos graves rotundos, bien apoyados, sin trucos ni gangas. Un lujo poder contar con la voz de Ulianov en Ferrando. Al lado de este reparto, cumplieron y sacaron a delante sus roles sin mayores dificultades Alba López Trillo (Inés) y Badel Albelo (Ruiz). Por cierto, magníficos todos los citados en la vibrante stretta final del Acto II: “Urgel viva!”.
Es la primera vez que dirige ópera en el foso, en A Coruña, Kery Lynn Wilson. Anteriormente había dirigido las versiones en concierto de “Attila” y “Nabucco”. Es una gran conocedora de la obra. Estuvo muy bien, siempre atenta a concertar las voces, a marcar los tempi y a atemperar, en algunos momentos, el sonido de la Sinfónica de Galicia. Una grandísima orquesta, de primerísimo nivel, y un lujo poder contar con ella como cuerpo estable en las temporadas de ópera herculinas. Difícil papeleta, pero perfectamente solventada, tenía el Coro Gaos por la popularidad, exigencia y dificultad que entrañan los coros de esta ópera. Quiero destacar a los hombres en el “miserere” y a las mujeres en el coro de monjas del acto II que, en este caso, interpretaron “a capella”. Desde aquí quiero reconocer el trabajo y la labor de su director Fernando L. Briones.
Mario Pontiggia fue el encargado de la dirección de escena, escenografía y figuración de esta producción de Amigos de la Ópera de A Coruña. No incidió en la dirección de actores, que se agradece en un título dónde prima el canto, y estuvo brillante en la resolución de los finales de cada escena. En cuanto a la escenografía estuvo muy acertado en algunos momentos, como en la escena de Inés y Leonora del Acto I con una gran luna que presidía la escena y no tanto en otros, como en la escena final que estaba demasiado abigarrada
En definitiva, un apoteósico Il Trovatore en A Coruña. Un gran título, una gran orquesta y unos cantantes en estado de gracia, ¿qué más se puede pedir?
Daniel Diz