En el Palacio de Bellas Artes de la CDMX se presentó en una sola ocasión el día jueves 17 de mayo de 2018 el ciclo de lied “Cancionero italiano”, Italienisches Liederbuch, compuestas por Hugo Wolf (1860-1903), a quien llegó a llamarse, no sin razón, “el Wagner del lieder”, autor de centenares de canciones que lo hicieron digno sucesor de Schubert, Schumann, pero con una voz diferente y plenamente original. Este trabajo lo comenzó en 1890 representaba para él, asi lo dijo. “Considero al Cancionero Italiano como mi trabajo más original y artísticamente logrado”. Su manera de hacerlo en periodos febriles, “Estoy trabajando como un loco desde las seis de la mañana hasta el crepúsculo, sin la menor interrupción”, dice en una carta, casi en estado de trance y sin bocetos previos, parecía un poseso. Cuando terminaba el acceso de inspiración quedaba totalmente agotado y con gran desesperación suya se encontraba incapaz de escribir un solo compás. La obra consta de dos partes: la primera contiene 22 canciones, creadas entre 1890 y 1891, mientras que las 24 canciones de la segunda parte datan íntegramente de 1896.
Con este material el músico Francisco Araiza decidió, siguiendo las instrucciones del autor, que dejaba al intérprete a su libre albedrío para contar su propia historia, instrumentar una dramaturgia de tal manera que cada canción se fuera entrelazando una con otra consiguiendo, con la dirección escénica también concebida por él, logrando con ello brindar al espectador una verdadera “Ópera de cámara”, donde los protagonistas viven su intensa vida amorosa de encuentros y desencuentros, de acercamientos y separaciones, de intensos sentimientos encontrados, llenos de emociones diversas, contradictorias, apasionadas.
Para tal efecto contó con la participación de la soprano croata Marija Vidovic, en el personaje femenino del cuento, y del pianista ruso avecindado en México, Alexander Pashkov. Tenor, soprano y pianista lograron una perfecta combinación de temperamentos artísticos completamente afines y complementarios, con un rigor y una disciplina extraordinaria, característica de Araiza, quien además de cantante excelso estudió dirección de escena, dirección orquestal, y es actualmente uno de los mayores conocedores de la ópera a nivel internacional y reconocido maestro de grandes cantantes triunfadores que hacen carreras espectaculares, como lo es el caso de su alumno y sucesor el también cantante mexicano Javier Camarena. La Cátedra que lleva su nombre la imparte en el Conservatorio Nacional de Música del INBA en la CDMX. Concreta, mesurada, intensiva, la obra corre como una ópera en miniatura venciendo y convenciendo en este desafío grande. Divida en dos partes transcurre con agilidad, adaptando las acciones y movimientos de la pareja amorosa, a los textos poéticos y a la extraordinaria música de Wolf que en dificilísimas cambios rítmicos y melodías diversas hace de estas canciones amorosas un drama musical donde cada detalle está cuidado hasta el máximo de su expresión artística.
Francisco Araiza, perfeccionista al extremo, detallista en grado riguroso, busca la excelencia siempre. Su larga trayectoria, desde su debut como cantante en 1970 hasta la fecha, como cantante y director, es longeva y solvente. Extraordinario liederista desde su juventud, este mexicano excepcional que llegó ya formado en Europa con una técnica vocal aprendida con maestros ya míticos, Jaso, González, Roemer, Kubascek, Berber, radicados en su país, hijo del tenor y organista José Francisco Araiza, ha cantado en los más importantes teatros del mundo dirigido por los más grandes maestros, Bóhm, Karajan, Kleiber, Giulini, Levine, Abbado, Muti, y tantos más, continua activo en plena forma.
Con este trabajo original y diferente el Instituto Nacional de Bellas Artes ha obtenido un gran éxito artístico.
Manuel Yrízar