PRODIGIO SONORO
Ciclo de Grandes Intérpretes. Fundación Scherzo.
Auditorio Nacional de Música. Madrid. 24 de septiembre de 2013
Nunca deja de parecerme un dato curioso que Arcadi Volodos no se dedicara formalmente a la práctica del piano hasta los 15 años, en cualquier ambiente de erudición se consideraría que un niño que comienza tan tardíamente no puede dedicarse seriamente a la música. Siempre buscando la contradicción, Arcadi Volodos se catapultó a la fama interpretando las obras más artificiosas para piano jamás escritas, y si no estaban escritas, él mismo se ocupaba de crearlas, como las famosas Variaciones Carmen, ahora que su fama de virtuoso ha sido reconocida a lo largo y ancho del globo, este pianista dedica su estudio a obras de carácter más intimista, no por ello no necesitadas de extrema habilidad.
El concierto comenzó con la Sonata en do mayor D279 de Franz Schubert, su segunda sonata. Con una maravillosa conducción del sonido y del fraseo, Arcadi Volodos hizo las delicias de todos nuestros oídos, y con el mismo prodigio resolvió los Intermezzi opus 117 de Johannes Brahms, aunque quizás esa persecución del sonido y del fraseo perfecto le condujo a asumir unos tempos demasiado flexibles.Durante la segunda parte del concierto, las Kinderszenen de Robert Schumann no se distanciaron demasiado de las anteriores piezas en cuanto a equilibrio sonoro y tono introvertido, aunque consiguió lo que parece imposible –que el público no se manifieste entre movimiento y movimiento con sus toses y carraspeos– la tonalidad del concierto se mantuvo nostálgica.
Al llegar la Fantasía en do mayor opus 17 creímos que el intérprete culminaría el concierto con su soberbia técnica y su vibrante potencia sonora pero se reservó para los bises finales y finalizó el programa dentro de una atmósfera contenida y sobria
Aunque parezca mentira, tras este inmenso programa, el pianista aún continuó para dedicar a su ferviente público cuatro bises, entre los que destacó una delicada partitura de Mompou.
Año tras año este artista sigue demostrando que tiene unas cualidades absolutamente inigualables para el piano. La magia de Volodos se grabó para siempre en nuestra memoria, un concierto que no caerá en el olvido.
Esther Viñuela Lozano