Arie Napoletane, otro pelotazo barroco de Emanuel Cencic con Il Pomo D´Oro

Arie Napoletane
Arie Napoletane

El sello inglés DECCA publica Arie Napolitane, un disco a cargo de Max Emanuel Cencic, uno de sus cantantes estrella y afamado contratenor, cuyo arte conoce bien la afición lírica en España. Al frente de Il Pomo D´Oro, el joven director ruso Maxim Emelyanychev, una de las batutas rusas con mayor proyección.

Con el lujo habitual de la casa inglesa, el CD tiene muchos alicientes, más allá del solista. De entre ellos, destaca un número apreciable de obras que entran por primera vez en el mundo de la discografía. De las catorce pistas del compacto, sólo dos habían sido llevadas al disco con anterioridad, lo que hace de este trabajo un capricho irresistible para los aficionados a la lírica barroca.

Entre todas estas novedades, y a modo de cierre, Arie Napoletane propone el Concierto para Clave en Re mayor de Domenico Auletta, a cargo del clavecinista Maxim Emelyanychev. El joven director y solista ruso comparte la dirección de Il Pomo D´Oro con Riccardo Minasi. Muchos aficionados recordarán sus apariciones en España, al frente de la ONE, la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla o la Real Filarmónica de Galicia. Su fama también se enriquece con acompañamientos a otros solistas de campanillas, como en el reciente recital discográfico Guerra y Paz, de Joyce Didonato. Su interpretación al clave en la obra de Auletta combina solvencia técnica con desinhibición y frescura expresivas. El ruso sabe extraer lo mejor de Il Pomo D´Oro, un conjunto que conoce a la perfección. Por tanto, no es extraño que tras la ristra de arias napolitanas, el concierto para clave deje un inmejorable sabor de boca.

La exquisitez de los músicos de Il Pomo es el mejor soporte sobre el que articular un canto intrincado pero sensible que fue pensado para voces irrepetibles de castrati como Annibali, Senesinom Carestini o Farinelli.

Arie Napoletane comienza con el aria de bravura de Ulises Quel vasto, quel fiero de Polifemo III de Porpora, creada en 1735 para la voz de Francesco Bernardi ¨Senesino¨. Cencic hace prevalecer su inteligencia vocal, si bien se aprecia cierta pesadez en la voz, que enriquece el canto, pero lo hace menos maleable en las agilidades. Por ello, resulta de más bella factura la otra aria de Germanico, Qual turbine che scende, de la ópera Germanico in Germania de Porpora (1732), que pide un canto más denso y majestuoso. Una verdadera joya.

Alessandro Scarlatti, genio iniciador de la escuela napolitana, está representado en Arie Napolitane con tres ejemplos de sus arias. De su primera ópera en Nápoles (1685-1702) es la ópera Il Prigionero Fortunato; después de su estancia en la Florencia de los Medici, Roma y el carnaval de Venecia,  Scarlatti regresa a Nápoles en 1708. De esta segunda etapa en la ciudad, el disco incluye Il Tigrane e Il Cambise, creadas ambas para el castrato Nicola Grimaldi, que no contaron con tanto éxito como las obras de su primera época. El género estaba en explosión y expandiéndose por toda Europa en una evolución imparable, de la mano de discípulos del propio Scarlatti, como Leo, Vinci, Pergolessi o el mismo Porpora.

La conocida obra maestra de Pergolesi, L´olimpiade, está también presente en Arie Napoletane con el aria L´infelice in questo stato. La simbiosis tímbrica de Cencic con Il Pomo junto a la alambicada musicalidad de Emelyanychev, dan como resultado una versión de referencia.

Leonardo Leo alzó el listón expresivo del aria napolitana, circunnavegando un elegido conjunto de historias y personajes. Su Demetrio de Metastasio, al que puso música en cuatro ocasiones, es un ejemplo de ello. En Arie napolitane encontramos la versión para soprano de 1735, en la bellísima melodía de Dal suo gentil sembiante, una de las arias más lustrosas de la colección. Fruto de la misma dupla Leo-Metastasio, se proponen también sendas arias de las óperas Siface (1737) y Escipión en España (1740). La música de Leo, con su constelación de matices e inflexiones idiomáticas, le viene de perlas a un Cencic que acaricia con gracia los textos de Metastasio. El contratenor se luce aquí, mucho más cómodo que en la tempestuosa escena de la Eraclea de Vinci.

DECCA repite de nuevo su fórmula de éxito: grandes intérpretes dando a conocer pequeños tesoros barrocos llevados al disco en una lujosa producción.

Carlos Javier López