Arminio de Haendel: Barroco en estado puro

Arminio de Haendel
Arminio de Haendel

La discográfica Decca nos presenta en un doble C.D. un interesantísimo trabajo de Armonia Atenea, una agrupación  que trabaja con seriedad y que, bajo la batuta de George Petrou, nos presenta en esta ocasión la ópera Arminio de Haendel, una obra puramente barroca.

El Arminio de Haendel representa perfectamente lo que es la ópera del Barroco tardío en todos los aspectos, incluido un argumento que nos presenta asuntos amorosos, ambiciones y heroicidades militares en la época de la Antigua Roma y con un final moralizante.  En lo musical, el Arminio de Haendel es una obra puramente barroca, un ejemplo absolutamente elocuente de lo que era la ópera en tiempos del músico germano-británico y del talento del mismo, figura que encarna como pocos esa estética en el ámbito operístico.

Tras una obertura que anuncia la fuerza y dramatismo de la obra, el Arminio de Haendel presenta una constante alternancia de recitativos y arias, además de tres dúos; en dichas arias en las que, prácticamente siempre, tenemos la típica estructura tripartita ABA, la densísima ornamentación y el lucimiento vocal son la constante pero sin dejar de lado en ningún momento la musicalidad que Haendel supo evocar para esta historia.  El encargado de encarnar al protagonista masculino, Arminio, es el contratenor Max Emanuel Cencic, quien no sólo luce una hermosa voz, con un timbre muy agradable, sino que solventa con una gran eficacia las dificultades técnicas a las que se somete su personaje; frenéticos tempos llenos de ornamentación y amplios intervalos, mucha habilidad en los cambios de dinámica pero con la capacidad de ser musical y expresivo, de transmitir los sentimientos de su personaje, tristeza y melancolía en algunos casos, fuerza y energía en otros. Sin duda un papel para el lucimiento bien ejecutado por un muy acertado Cencic.  Algo parecido podemos decir de la protagonista femenina, Tusnelda, interpretada por la soprano Layla Claire la cual, además de tener una voz realmente hermosa, es capaz de proporcionarle expresividad a un personaje con muchos momentos dramáticos, de dudas, y algunos otros de fuerza y vitalidad.  La musicalidad de esta cantante no se ve mermada por el gran virtuosismo al que es exigida, con muchísimos adornos, con complicados intervalos, controlando perfectamente su voz tanto en las arias rápidas como en las más pausadas y en los tres dúos en los que participa.

La  buena actuación de los dos protagonistas tiene continuidad, en este Arminio de Haendel, con el resto de cantantes; considero muy meritorio el papel realizado por el contratenor Vince Yi, quien, con su voz de soprano ligera, encarna a Segismondo, personaje que canta en agudísimas tesituras realizando generalmente muchísimas agilidades vocales, con complicados intervalos  y cambios dinámicos. Muy bonita la voz de este cantante cuya musicalidad en esta grabación es indiscutible.  Muy bueno es también el trabajo de la mezzo-soprano Ruxandra Donose en el papel de Ramise, muy eficaz en las numerosas agilidades vocales a las que su personaje se enfrenta, musical en el dúo en el que participa y solvente ante el virtuisismo vocal que ejecuta.  Y aunque su participación es menor, la actuación en este Arminio de Haendel del resto de personajes es también eficaz y meritoria, tanto la del contratenor Xavier Sabata en el papel de Tulio, el bajo Petros Magoulas en el de Segeste y el del tenor Juan Sancho  en el de Varo, quienes son solventes y musicales en sus arias, no exentas de importantes dificultades vocales.  Todos ellos son muy bien respaldados en este Arminio de Haendel por la agrupación Armonia Atenea la cual, utilizando instrumentos de época, realiza un buen trabajo, sin duda muy serio, en el que se adaptan a las exigencias de las distintas arias y contribuyen con musicalidad en los tres hermosos dúos.  Petrou cambia el tipo de sonoridad en función de lo que cantan los solistas, siendo habitual el sonido seco y muy agresivo de la cuerda en las arias de mayor energía; es buena la coordinación con los cantantes en las ocasiones en las que la cuerda o el viento doblan a las voces.  Es bueno el papel del viento en muchas ocasiones, especialmente en el aria de Segismondo al principio del segundo C.D., entablando un intenso diálogo con la voz además de doblarla en algunos momentos.  Bueno por lo tanto el trabajo de la formación y de su director Petrou, quien le da a la obra la personalidad y el estilo tan propio de la música de Haendel quien, con los continuos contrastes, el bajo continuo y la ornamentación densa propias del Barroco, refleja en esta obra no sólo la estética de la ópera en esta época sino también su estilo tan personal.

Emilio Lacárcel Vílchez