una mujer transgénero como protagonista de una ópera Por Federico Figueroa.
En esta ópera, titulada As One, la compositora Laura Kaminsky (1956) recorre, gracias al libreto de Mark Campbell y Kimberly Reed, el viaje difícil y doloroso, sin que falten algunos momentos cómicos y felices, de Hannah Before (Antes) hacia Hannah After (Después), a manera de desdoblamiento y reunificación de una persona transgénero. La pieza fue escrita para mezzosoprano, barítono y cuarteto de cuerdas, se estrenó en 2014, en Brooklyn, y ya ha sido representada en varias ciudades estadounidenses (Seattle, San Diego, Pittsburgh) así como en el extranjero (Montreal, Berlín, Melbourne). Ahora ha sido estrenada en España, en las Naves del Español en Matadero, en una coproducción de este teatro madrileño y Marta Eguilior en colaboración con el Teatro Arriaga de Bilbao.
La obra es una pieza accesible a todo tipo de oídos, además de presentar un argumento nada común hasta nuestros días. En este sentido la propuesta escénica de Eguilior también confluye en la aparente simplicidad de una escenografía polivalente y muy funcional, una dirección de actores cuidada y bien engarzada con la proyección de unos videos grabados por Kimberley Reed, la co-guionista y en parte fuente del argumento, que son parte obligada de cualquier propuesta escénica de As One. De la dirección musical se encargó Carlos Calvo Tapia al frente del Cuarteto Bauhaus (Alfonso Nieves, Yuri Rapoport, Isabel Juárez e Irene Celestino) con buen ritmo y delicadeza, mimando a los solistas que apechugan con una partitura que parece fácil pero dista de serlo. El barítono Enrique Sánchez-Ramos se encarga de la parte Hanna Before, con una bien timbrada de voz que maneja con inteligencia. La mezzosoprano Inés Olabarría se encarga de la parte de Hannah After con aplomo y altas dosis de sinceridad, a veces dulce y en otros con gran visceralidad. En los dúos las voces de Olabarría y Sánchez-Ramos empastaron con naturalidad, acorde a lo que el libreto, ese viaje de Hannah al encuentro de sí misma como ya dije más arriba, insiste en recordarnos en esta casi sucesión de estampas líricas de la vida de la protagonista. Desde sus recuerdos cuando era niño y entregaba periódicos alegremente en una bicicleta, las dudas de identidad cuando es adolescente y quiere ser el hombre más hombre de la clase hasta el descubrimiento siendo universitario, casi casual, de la posibilidad de reasignar su género a lo que ha sentido ser desde su niñez. Y así, con una decena más de peripecias, con una música sencilla (que no simple) en la que no faltan citas a otros músicas (Grieg en el viaje a Noruega, por ejemplo) Hannah deja en el espectador una experiencia humana, propósito principal del quehacer operístico. Esta ópera de cámara, con libreto en inglés y de 75 minutos de duración, lo logra de principio a fin.