Astor Piazzolla: Tango Nuevo, el baile apasionado entre el violín y el piano

Piazzola Tango Nuevo-2

Carlos Javier López @carlosJavierLS

Tomas Cotik y Tao Lin bucean en el repertorio del tango de la segunda mitad del siglo XX, en una visión fresca y desenvuelta de obras de Astor Piazzola

Astor Piazzolla no inventó el tango, pero sí lo subió a los altares de la música culta. Un género que fue resultado de la suma eventual y casi milagrosa de culturas encontradas, fue el material perfecto en manos del compositor argentino, que lo pasó por el catalizador del jazz para conseguir abrir todo un horizonte expresivo, que sobrevive al compositor, y que es parte importante de su legado.

Los solistas Tomas Cotik (violín) y Tao Lin (piano) graban para el sello Naxos el CD Tango Nuevo, en el que desgranan las piezas de esta resurrección del tango que tuvo lugar gracias a Piazzolla. Son piezas escogidas no sólo por su belleza, sino por también porque representan ejemplos singulares de este nuevo resurgir del tango. Son pues, fragmentos de la historia del Nuevo Tango, recompuestos para violín y piano. El disco adquiere así una clara vocación didáctica, lo que se suma a las entusiastas interpretaciones de ambos solistas. El caso paradigmático de su vocación ilustradora es la obra Historia del Tango (Histoire du Tango) con arreglos de Dmitriy Varelas. Se trata de una composición en cuatro partes que relata la historia del género, desde la jovialidad de Bordel 1900 al Concert d’aujourd’hui, en la que escuchamos el tango de hoy (para Piazzolla), que suena a Bartók y a Stravinsky, pasando por el Café 1930, o Night-club 1960 (el nombre de las piezas habla por sí solo).

Juntos, Cotik y Lin consiguen imprimir a la música la pasión y eficacia expresivas propias de su juventud. Su creación de Le Grand Tango, obra compuesta por Piazzolla en 1982 para el eterno chelista ruso Mstislav Rostropovich, que la abrazaría al final de su carrera reconociendo tras sus pentagramas al genio argentino, es lo mejor de este compacto. El pianista chino se muestra aquí apasionado y sale al paso del resto de piezas, en las que suena en exceso académico. También debemos destacar los sencillos pero efectivos arreglos para el violín realizados por el propio Cotik en las piezas Libertango y las páginas de la ‘operita’ surrealista María de Buenos Aires. En Yo soy María, parte central de dicha obra dramática, y en Oblivion, aparece además el violinista americano Glenn Basham. El trabajo desprende calidad, gracias en gran medida al entusiasmo del violinista argentino, cuya generosidad da lugar a un sorprendente equilibrio en todas las páginas. Es fácil, por tanto, bucear en esta música, servida muy en crudo, y despojada de efectismos.

En Tango Nuevo encontramos algunos de los mejores momentos de Piazzolla, que se ve justamente homenajeado; una música cuyo mensaje se pierde extasiado en cada nota, para encontrarse de nuevo en la siguiente; que se muere en cada compás, pero que suena vital y joven, de tan contradictoria.