Balthasar-Neumann Chor & Ensemble en el Auditorio: un concierto de excepcional calidad

                                       Balthasar-Neumann Ensemble Auditorio Por Carlos Orejas

Pocas veces se tiene la fortuna de escuchar una obra sacra tan temprana como la elegida para este concierto de una manera tan magistralmente servida, o en otras palabras, servida con el mismo dominio al que nos tienen acostumbrados las “vacas sagradas” de la interpretación del gran repertorio sinfónico-coral clásico-romántico. Si bien la interpretación historicista trajo nuevos aires a la música anterior al Clasicismo, también es cierto que, al ser considerado algo para especialistas, se ha considerado un pequeño sacrilegio interpretarla con instrumentos modernos y sin seguir los enunciados filológicos de las últimas ediciones autorizadas. Esto nos ha privado en algunos casos el poder escuchar estas obras de mano de los grandes directores de orquesta, tal y como ocurría con normalidad con anterioridad a los años setenta. En el concierto que nos ocupa se une la figura todoterreno de primera fila de Thomas Hengelbrock al coro y orquesta con instrumentos de época Balthasar-Neumann por él fundados, aunando a uno de estos grandes directores generalistas del gran repertorio con el marco sonoro que facilita una agrupación especializada con instrumentos originales. Ensemble Auditorio 

Thomas Hengelbrock (dir.) y el Balthasar-Neumann Chor & Ensemble. Auditorio Nacional de Música (c) Rafa Martín

La Misa en si menor es una obra de origen incierto, posiblemente recopilada a partir de fragmentos preexistentes en los últimos años o incluso meses de la vida de Johann Sebastian Bach, tal como nos recuerda Luis Gago en sus breves pero sentenciosas notas al programa. Legada a sus hijo Carl Philipp Emanuel, no vio la luz hasta 1833, en que la tonalidad preponderante de muchas de las piezas que la componen la titularían como Misa en si menor. La versión que tuvimos la fortuna de escuchar se inscribe dentro de esa gran tradición interpretativa suntuosa con grandes coros del área germánica, alejada de la rabiosa reforma interpretativa de ‘un cantante por parte’ que proponen estudiosos como Joshua Rifkin. La interpretación de la misa con un coro de más de treinta cantantes estuvo, pues, más en consonancia con la estética de grandes efectivos de directores como Helmut Rilling o anteriormente Karl Richter que con el espíritu recoleto de grupos ingleses especializados, que utilizan conjuntos vocales mucho más reducidos.

El concierto se abrió con el Kyrie de la misa, de estructura tripartita con sendos números corales al principio y al fin del mismo. Si de algo puede presumir un concierto como éste es de comenzar directamente al máximo nivel. El coro sonó exquisitamente empastado desde el primer momento con un acorde en piano que lució lo mejor de esa emisión en voz de cabeza tan bien dominada por los integrantes del conjunto vocal, que en la escuela alemana es marca de la casa. Este uso de las medias voces y del sotto voce garantizado por un conjunto numeroso de más de treinta cantantes fructificó en varios momentos de belleza estremecedora a lo largo de la velada. El dúo Christe eleison sufrió algunos leves errores de afinación de parte de las dos solistas, seguramente todavía frías,  Agnes Kovács y Stephanie Firnkes, que cantaron de memoria –algo inusual en oratorio, y que se repitió a lo largo del concierto– y con una gran musicalidad. Los cantantes solistas formaban también parte del coro, como es normal, especialmente en los conjuntos historicistas. A pesar de su gran nivel musical, no estuvieron siempre a la altura vocal que dio el conjunto vocal y orquestal durante toda la velada, sin desmerecer el gran resultado global. El Kyrie terminó con otro número coral que se caracterizó por un gran cuidado en la dicción del coro en la colocación simultánea y clara de las consonantes del texto, algo que continuó a lo largo de todo el concierto. Balthasar-Neumann Ensemble Auditorio

El Gloria, que alterna números corales y solistas fue dirigido por Hengelbrock con una gran exactitud rítmica y con una dirección métrica arrolladora desde el principio, exaltando los afectos de la pieza. De las participaciones solistas de las arias intercaladas con los números corales, los cantantes lucieron su escuela de canto al par que un exquisito fraseo: Annie Bierwirth cantó con gusto el Laudamus te; el dúo Domine Deus de soprano y tenor a cargo de Bobbie Blommestejn y Jan Petryka resultó interesante camerísticamente; Qui sedes ad dexteram Patris fue interpretado por el contratenor Matthias Lucht, con una voz  cuya  emisión recordaba a la verticalidad de la de Andreas Scholl y por último, la voz sombría pero elegante de Joachim Höchbauer cantó la última aria Quoniam tu solus Sanctus. El coro final, interpretado con un ritmo trepidante, sufrió algunos desajustes rítmicos de mínima importancia, fruto de la emoción. Los dos traversos tuvieron una aparición muy notable, tanto a dúo como a solo y fueron de lo más destacable del grupo instrumental, que estuvo siempre a nivel altísimo. Balthasar-Neumann Ensemble Auditorio

Balthasar-Neumann Chor & Ensemble interpretando la Misa en si menor de Bach. Auditorio Nacional de Música de Madrid (c) Rafa Martín

El Credo de la misa dividido en varios números, la mayoría corales para plasmar la unidad en la fe común, tuvo dos apariciones solísticas vocales reseñables: la de Agnes Kovács y William Shelton, que demostraron una grandísima musicalidad, especialmente en la interlocución camerística que establecieron y en el buen empaste general de sus voces. El Crucifixus –cantado sólo por solistas, aun tratándose de un número coral–  se reveló sobrecogedor en la delineación de las atmósferas que teje el contrapunto de las voces sobre el ostinato del bajo de lamento y resultó de lo más destacable del concierto. La intervención solística de Daniel Ochoa en el Et in Spiritum Sanctum fue una nota mediterránea en lo que concierne a la emisión vocal entre todos los solos del programa. Su voz de emisión más franca –en la máscara– no desentonó entre el resto de los solistas y se desenvolvió con una elegante línea de canto. Los dos números corales fueron dirigidos por Hengelbrock desarrollando un sonido coral rico a través de atmósferas densas, algo posibilitado por el empaste ejemplar de un coro excepcionalmente numeroso para un repertorio tan temprano.Balthasar-Neumann Ensemble Auditorio

El Sanctus, con sus números a doble coro de textura muy clara y con una narratividad cuasioperística, nos evocó el gusto por el arte lírico de Johann Sebastian y las más que posibles visitas con sus hijos a la Ópera de Dresde, tal como nos cuenta Forkel en su crónica. Fue destacable la aparición solista de la voz ligera de tenor de Jakob Pilgram, con una emisión vocal muy en la línea del tenor inglés de oratorio y la aparición del traverso como instrumento obligado, a cargo de Michael Schmidt-Casdorff. Los números a doble coro se interpretaron con un dramatismo, próximo a la típica de los concertantes de ópera. Hengelbrock, que dirigió de memoria a lo largo de todo el concierto, hizo un alarde de técnica y musicalidad, lo cual dotó de una gran frescura a la interpretación, lejos de una laboriosidad pesante que una textura tan densa podría desencadenar. El bagaje amplio y la actitud de este director infundieron la justa nonchalance que una obra genial como esta necesita para no resultar pesada, sin darse importancia en ningún momento ni caer en excentricidades, pero siendo riguroso y arriesgado, siempre de agradecer.

El concierto terminó con el Agnus Dei, número que nos hizo disfrutar de un aria a sólo a cargo de William Shelton, contratenor que hizo un uso magistral de la messa di voce y de un fraseo elegantísimo, y que fue merecedor de una generosa ovación al final del concierto, junto a sus compañeros. Al aria le siguió el número coral Dona Nobis Pacem, con el que se remató el concierto. Como bis, el conjunto ofreció el Hallelujah de “El Mesías” de Haendel, tras el que se sucedió un largo aplauso del público, que llenaba casi por completo el auditorio en un concierto de excepcional calidad.

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Auditorio Nacional de Música de Madrid, 30 de enero de 2021. J. S. Bach: Misa en si menor. Balthasar-Neumann Chor & Ensemble: Thomas Hengelbrock, director. Ágnes Kovács y Bobbie Blommesteijn (sopranos), Stephanie Firnkes (mezzosoprano), Anne Bierwirth (contralto), Matthias Lucht y William Shelton (contratenores), Jan Petryka y Jakob Pilgram (tenores) y Joachim Höchbauer y Daniel Ochoa (bajos). Ciclo UNIVERSO BARROCO del CNMD. Balthasar-Neumann Ensemble Auditorio Opera World