Juan Diego Flórez siempre ha defendido su pasión por esta música, digamos, ‘popular’, que ha bebido desde su más tierna infancia, pues su padre era uno de los acompañantes de la gran Chabuca Granda. Ya conocemos también su afición por terminar sus recitales con la guitarra en la mano, atacando algunas de estas melodías tan conocidas. De hecho, este álbum es en cierto modo un recuerdo a sus progenitores, a sus ancestros y a sus raíces. Después de un “Bésame mucho” un tanto operístico (y que es, curiosamente, el tema que da nombre al disco), hay que decir que el estilo del que hace gala es magnífico (con el apoyo de un grupo instrumental muy ‘iidiomático’), sin dejar de hacernos olvidar en ningún momento el estupendo cantante que es. Suenan así canciones tan famosas como “Caballo viejo”, “La pollera colorá”, “Amanecí en tus brazos”, “Solo le pido a Dios”, “Cuando llora mi guitarra”, “Guantanamera”, “Volver”, “Malagueña” -con el falsete justo- o “Cucurrucucú paloma” -con una espectacular “messa di voce”-, entre otras muchas, en versiones muy expresivas y sentidas, con suma atención a las intencionadas letras, y que en la garganta del tenor peruano suenan como oro puro, resultando realmente unas piezas muy bellas. Un disco elaborado con mucho esmero, que se escucha con sumo placer, y que es una nueva muestra del trabajo de un gran artista.
Rafael Banús Irusta