El solista de la Orquesta nacional graba, un repertorio de conciertos clásicos y actuales
El trompetista Manuel Blanco es solista de la Orquesta Nacional de España y en estos momentos se le amontonan los contratos para pasar a plantillas de agrupaciones sinfónicas de mayor nombradía que la primera orquesta española, lo cual es mucho decir, pero escuchando el disco que comentamos, grabado nada menos que para el sello Decca, no es de extrañar. El músico de Daimiel en su juventud posee una técnica envidiable, un sonido límpido, claro, cristalino y especialmente dúctil para los matices, frasea con pulcritud, asume los arpegios con soltura de gorjeo, ataca los sobreagudos con seguridad y limpieza, emboca con precisión y en ocasiones hace notas de paso sin recurrir a los pistones en una demostración de absoluto dominio. Por si tuera poco posee una imaginación, una sensibilidad y un indudable talento, que apoyado en una musicalidad palmaria, le permiten abordar con intención repertorios de lo más diverso como son los que forman el programa de este disco.
Acompañado por la Orquesta Nacional de España y dirigido por el que fuera su titular el maestro Josep Pons, el joven trompeta de Ciudad Real aborda un repertorio que va desde el clasicismo del siglo XVIII a la actualidad más actual, con autores todos ellos nacidos en el siglo XX desde sus primicias a hace 30 años.
Entre el repertorio se las ve con el concierto de Zimermann considerado inejecutable hace 30 años, no solo por la complejidad de sus compases sino por la técnica de embocadura la precisión de sus trinos, sus enarmonías y los timbres sorprendentes que aparecen por doquier en la partitura. Blanco resuelve el concierto no solo con solvencia, sino haciendo una versión personal que revela la música interesante que encierra la composición, que ahora se está convirtiendo en el caballo de batalla de muchos compositores, como lo prueba el hecho de que su melodía inicial aparece en el espiritual «Noboddy knows the trouble» de Federico Nathan, que se ha grabado en disco por primera vez en esta ocasión y que es un prodigio de innovación. Completan las obras contemporáneas «Semaine sante a Cuzco» de Henri Tomasi, rítmica, danzante, oracional, con un descriptivismo ambiental y geográfico de los paisajes, músicas y ambientes peruanos, que son relatados por una trompeta de narrativa pródiga.
Concluyen el disco dos versiones elegantes, claras de dicción, elegantes de fraseo, precisas en el tiempo, matizadas y con postulado de aria, de los populares conciertos de Leopoldo Mozart y Haydn. La labor de Blanco es de excepción y el acompañamiento de sus compañeros sinfónicos nacionales, de deliberado empaste en la sonoridad, métrica y reguladores y determinante acomodo.
Antonio Gascó