Calixto Bieito dirige el nuevo ‘Tristán’ de la Ópera de Viena

                                                                               Bieito Tristán Viena Por Luc Roger

Andreas Schager (Tristán) y Martina Serafin (Isolda), de espaldas © Michael Pöhn – Wiener Staatsoper 2022

Viena es la ciudad en la que Sigmund Freud replanteó los procesos psíquicos y dio a conocer al mundo sus descubrimientos sobre la sexualidad infantil y el inconsciente. Pero Viena es también la ciudad en la que Wagner intentó sin éxito estrenar su ópera Tristán e Isolda en 1862/1863. Matteo Salvi, que dirigía entonces la ópera de la corte, renunció a ella tras 77 ensayos, durante los cuales el tenor que debía interpretar a Tristán perdió la voz. Y en días recientes, Viena ha sido la ciudad en la que los invitados al ensayo general de la nueva producción de este título consideraron oportuno abuchear la puesta en escena de Calixto Bieito, hasta el punto de que Bogdan Roščić, director de la Wiener Staatsoper, tuvo que intervenir para recordarles que durante un ensayo general los cantantes y los músicos de la orquesta necesitan concentrarse en su trabajo y no conviene molestarlos. En el estreno, parte del público increpó al iconoclasta. Desde entonces, los ánimos se han enfriado y la producción no ha recibido más que elogios, alimentados por la extraordinaria actuación de Andreas Schager. Bieito Tristán Viena

Calixto Bieito, fascinado por la obra de Wagner desde la infancia, es también un aficionado al psicoanálisis y al surrealismo. No es de extrañar que sus producciones se basen en la asociación libre de ideas y en el simbolismo de los sueños, que constituyen la base de todo trabajo psicoanalítico.

Tras escuchar religiosamente la maravillosa apertura a telón cerrado, se descubre un escenario en penumbra e invadido por el océano, cuyas olas se reflejan en la pared negra del fondo. De las varas se descuelgan unos los cables de acero de los que penderá la iluminación en el primer acto y que soportan los columpios en los que se sientan Isolda y los niños con los ojos vendados. El columpio, su movimiento de vaivén, bien podría evocar el impulso sexual, un deseo que los niños aún no pueden identificar, como indica la venda de sus ojos, pero que impulsa a Isolda sin que aún sea consciente de ello. Bieito nos invita a sumergirnos en el inconsciente, su dirección explorará el fuero interno de los héroes del drama, la violencia romántica de estos seres divididos entre el deseo y el odio, animados por un amor obsesivo y depresivo, y que buscan desesperadamente la ternura sin lograr encontrarla. Su desgarro interno no  encontrará remedio más que en la muerte, la única que puede unirlos y darles la paz. Bieito Tristán Viena

Martina Serafin (Isolde), Ekateriuna Grubanova (Brangaine) y los niños  © Michael Pöhn – Wiener Staatsoper 2022

Bieito evoca más de lo que afirma, sugiere más de lo que dice en una producción extremadamente gráfica y visual. No veremos a Brangaine proporcionar el filtro mágico, ya que el amor nace desde el momento en que Isolda salva a Tristán curándolo de la herida que le ha infligid Morholt. Pero si el cuerpo del héroe se ha curado, sus heridas interiores han quedado abiertas y se le ve arrastrándose miserablemente por el suelo o en los charcos del escenario.

Para la larga escena de amor del segundo acto, el director y su escenógrafa Rebecca Ringst instalan a Tristán e Isolda en dos habitaciones separadas, dos grandes jaulas amuebladas que bajan y suben de la pasarela como ascensores —de nuevo, un movimiento de vaivén—  y que sólo se cruzan entre sí. Los protagonistas están tan destrozados por dentro que la emprenden contra sus muebles a patadas y empujones antes de liarse a golpes contra las paredes exteriores y, finalmente, se enfrentan y se tienden la mano en un intento de alcanzar al otro, sin éxito. Bieito Tristán Viena

Brangaine, a quien se ve cargando dos bolsas, sacará de ellas dos grandes peces que empezará a escamar y destripar, cubriendo de sangre sus guantes amarillos. Tal vez simbolicen a los desollados Tristán e Isolda. El Tristán de Bieito intenta suicidarse y permanecerá con la ropa y la cara ensangrentadas durante el resto de la ópera, una interpretación que los invitados al ensayo general consideraron oportuno desaprobar.

© Michael Pöhn – Wiener Staatsoper 2022

En el tercer acto, Tristán yace moribundo en su castillo de Kareol entre los muebles rotos de las dos cabañas del segundo acto que tuvieron que ser transportadas desde Cornualles. Una hilera de personajes completamente desnudos conforman quizá la muralla de la fortaleza donde se atrincheran Tristán y su fiel Kurwenal. Más adelante, sus cuerpos se unen en efusivos abrazos antes de volver a formar la fila en el fondo del escenario. Tristán dibujará una línea roja sobre sus espaldas, señalando de este modo la inevitable muerte del amor.

Las asociaciones de ideas de Calixto Bieito dejan sitio para las de los espectadores, lo cual da lugar a una abundancia de lecturas y recepciones. Sin duda, no puede haber una única lectura de su trabajo, sino que en cada representación surgirán nuevas relaciones orgánicas a modo de constructo. Esta es también su forma de trabajar con los cantantes: lo no verbal juega un papel importante, como subrayó durante una entrevista: « Es muy sencillo: les doy fotos, cuadros, películas, lo que fomenta su imaginación. Todo sale entonces de ellos de forma natural, como una expresión. Hablarles de los personajes de la ópera no haría más que confundirles».

Para este nuevo Tristán, la Ópera Estatal de Viena ha invitado a cuatro cantantes y a un director que ya habían trabajado juntos hace cuatro años, en la Ópera de la Bastilla: Philippe Jordan dirigió Tristán e Isolda en una reposición del montaje de Peter Sellars y Bill Viola con Andreas Schager, Martina Serafin, Ekaterina Gubanova y René Pape en los papeles principales.

Philippe Jordan alterna entre la dulzura y la sensibilidad y, en los momentos cruciales, entre la fuerza y el poder. En un juego escénico de gran intensidad emocional, Martina Serafin interpreta a Isolda con una voz densa dotada de un bello vibrato que se ve interrumpido puntualmente por ciertas estridencias, notas más gritadas que cantadas. Andreas Schager lleva su Tristán a un raro nivel de perfección: un fraseo impecable, inigualable en el arte de la declamación, una voz de un volumen que pasa siempre por encima de la orquesta sin problemas, con un tercer acto modélico en el que es capaz de expresar tanto la extrema fragilidad interior de su personaje como la fuerza de su carácter explosivo. Uno sale subyugado por este Tristán preciso de principio a fin y con una energía dramática sin parangón. Bieito Tristán Viena

Andreas Schager (Tristán) y Martina Serafin (Isolda), de espaldas (c) © Wiener Staatsoper / Michael Pöhn

La Brangaine de Ekaterina Gubanova y el Kurwenal de Iain Paterson recibieron merecidos aplausos, aunque las intervenciones de este último carecieron de energía y se vieron ahogadas por la potencia de la orquesta. René Pape dio anoche un Rey Marke extremadamente discreto, como intimidado y retraído, con una debilidad inusual para este gran cantante. El Melot de Attila Mokus, que debuta en el papel en Viena, fue exangüe, casi inexistente, a lo que no ayudó el hecho de que la puesta en escena minimizara el alcance del personaje. Daniel Jenz ofrece la claridad de su bello tono al pastor que lleva mucho tiempo congelado en su roca, esperando el barco que ha de traer a Isolda.

En los saludos, fue sobre todo Andreas Schager quien obtuvo un gran éxito, acorde con su inmenso talento. La orquesta y su director también fueron muy elogiados.

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Wiener Staatsoper, 27 de abril de 2022. Tristan und Isolde, con música y libreto de Richard Wagner. Director musical, Philippe Jordan, director, Calixto Bieito, escenógrafo, Rebecca Ringst, diseñador de vestuario, Ingo Krügler, diseñador de iluminación, Michael Bauer.

Tristán, Andreas Schager, Rey Marke, René Pape, Isolda, Martina Serafin, Kurwenal, Iain Paterson, Brangaine, Ekaterina Gubanova, Melot, Attila Mokus, Pastor, Daniel Jenz, Timonel, Martin Häßler, Voz del Marinero, Josh Lovell, Orquesta de la Ópera Estatal de Viena, Niños de la Escuela de Ópera de Viena.

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