Por el Prof. Christian Lauria
En la segunda mitad del S.XX los nombres de dos sopranos dividieron las opiniones de los operómanos y traspasaron con sus polémicas el estrecho límite del teatro. Callas y Tebaldi fueron las protagonistas de dos maneras de encarar el espectáculo. Ambas con profundo compromiso artístico; ambas con medios vocales poco frecuentes; ambas con un ejército de fans dispuestos a las más acres trifulcas.
Tal vez hoy, cuando las aguas se han calmado al compás del tiempo transcurrido, nos resulte un tanto inexplicable aquella necesidad de optar entre una y otra; esa casi fundamentalista visión que obligaba a los Tebaldistas a despreciar o ignorar las cualidades de la Callas, o de los Callasianos a minimizar y burlarse de los medios de la Tebaldi… Pero lo cierto es que durante más de dos décadas la partícula «y» estaba prohibida entre ambos apellidos…La partícula era O : Callas O Tebaldi.
Para los operómanos de entonces no podía imaginarse nuestro Callas y Tebaldi.
Las dos cantantes nacieron en la década del 20. Tebaldi en el 22 en Pesaro y Callas en el 23 en Nueva York.
Ambas tuvieron infancias difíciles. Tebaldi por el abandono de su padre y la polio que la aquejó posteriormente, y Callas por la separación de sus padres, el carácter de su madre y su difícil radicación en Atenas donde vivió la ocupación ítalo-alemana durante la guerra. Ya adolescentes ambas comienzan sus estudios de Canto: con Carmen Melis, la Tebaldi y con Elvira de Hidalgo, la Callas…y aquí ya podemos señalas la primera de las diferencias que las distinguirán.
Carmen Melis fue una reconocidísima soprano española que se distinguió en las primeras décadas del S.XX con sus apasionadas interpretaciones del género verista (ver:http://www.youtube.com/ watch?v=zgISiPKXFa0). De ella la Tebaldi aprendió la capacidad de interpretar al personje desde la voz. Logró dar lo mejor de su registro central, llenar de expresividad su canto, lucir su timbre aterciopelado y sus modulaciones angelicales que podían dejar paso a los acentos más apasionados y dramáticos y llegar a ser una soprano lírico-spinto consumada.
Por su parte Elvira de Hidalgo que brilló en las primeras décadas del S.XX en los roles más representativos del bel canto (ver: http://www.youtube.com/ watch?v=O1bO8iEFulU), le brindó a la Callas la técnica para dominar la coloratura y extender su registro hacia los sobreagudos, sin que por ello la voz perdiera su caudal ni dramaticidad.
Estas maestras tuvieron bajo su tutela a cantantes de excepcionales medios, pero de muy diversas características.
La Tebaldi se distinguirá por su exquisito timbre, de un color uniforme, con una emisión pareja y una línea limpia de canto, aunque de una tessitura muy limitada: sus agudos siempre sonaron tirantes y sus graves de poca profundidad.
La Callas tenía untimbre más ingrato, áspero y estridente, algunos problemas en la emisión y una línes no tan pareja, pero con un proverbial dominio del legato, una gilidad sin fisuras y una tessitura que alcanzaba dos octavas y media.
Sin embargo, más allá de las diferencias vocales señaladas, lo que marca la principal diferencia para quienes no sólo las oyeron sino las vieron en escena (en el teatro ayer o a través de los videos hoy) es la ductilidad escénica.
Tebaldi nunca pudo superar la suma de cliches propias de los cantantes de su época, que entendían a la ópera fundamentalmente como canto y que ponían en el canto el 90% de la expresividad sin preocuparse demasiado por las cuestiones escénicas, las que, en general se limitaban a una serie de movimientos y gestos convencionales y esteriotipados.
La ópera era entendida como una manifestación artística más propicia para oir que para ver.
La aparición de la Callas en este sentido se transformó en toda una revolución, dándole a la ópera su contenido teatral y en este sentido a las aptitudes naturales de la intérprete hay que sumarle las enseñanzas que capitalizó de regisseurs como Luchino Visconti.
En este sentido es interesante comparar a ambas intérpretes a través de las siguientes versiones:
En la primera notamos como, a pesar de ser un recital, la Callas entra en el personaje desde la introducción orquestal y con muy escasos movimientos (una enseñanza de Visconti) logra transmitir la significación del texto. Basta a veces una mirada, un gesto o el tenue desplazamiento de una mano.
En el segundo vemos a una Tebaldi fisicamente ajena a lo que es y dice el personaje. Si cerramos los ojos encontramos a la adolescente enamorada, pero si los abrimos notamos a una cantante preocupada por que el sonido salga como desee y poco más.
En el primer caso lo visual completa lo musical, en el segundo lo empobrece, dramáticamente hablando.
A pesar de estos reparos, cuando vi la interpretación de Tebaldi del rol de Leonora en La Forza del Destino de Verdi de la que se conserva un registro, tomado por la RAI en 1958 en el Teatro San Carlo de Nápoles, me conmovió profundamente su plasmación escénica (ver:http://www.youtube.com/ watch?v=H9puqMidB34) era toda reconcentración y ascetismo y su interpretación desbordaba coherencia con el texto y la música, pero estos logros desaparecían en el dúo de Andrea Chenier tomado en Japón y con el que podemos compararlo (ver:http://www.youtube.com/ watch?v=kwIoylRpPMw)
Aquí nada nos indica el profundo enamoramiento que une a Magdalena con Andrea, y nótese que la actitud, solo atenta al canto es común también a Del Monaco (el tenor que interpreta al protagonista) lo que nos indica que esta actitud era una característica común de la época.
Intentando explicar esta diferencia interpretativa entre ambas óperas podríamos decir que la música de Verdi, su discurso musical, en esa obra resulta más estática, menos natural o realista y por ello resulta menos chocante una interpretación menos estática que cuando el discurso musical tiende a la conversación, con una métrica más libre, y esto sin hablar de lo artificioso del argumento de una obra en comparación con la otra.
Desde el punto de vista de la interpretación musical el repertorio de la Callas resultaba mucho más vasto que el de Tebaldi, incluyendo obras del Bel Canto, de Verdi o del Verismo o de Puccini, con igual solvencia, mientras que su colega nunca dominó el estilo belcantista y su repertorio se centró en Puccini y el Verismo y sólo algunos roles de Verdi en los que su registro de soprano lírico spinto lograba lucirse cumplidamente.
El registro de soprano dramática de coloratura (frecuente en la primera mitad del S.XIX) que Callas recupera, le permite acceder con igual fortuna a Lucia di Lammermoor o Il Barbiere y a La Gioconda, por ej. (ver: http://www.youtube.com/ watch?v=NuEmJZzuG9U yhttp:// www.youtube.com/watch?v= 7Xws7wKuc4w ) generando de esta manera, una nueva forma de encarar roles, que parecían reservados a sopranos ligeras (ver Callas:http://www.youtube.com/ watch?v=tsqVvj_HUOQ y Lily Pons: http://www.youtube.com/ watch?v=cE9EmpWerD8) desde fines del S.XIX
Podríamos decir entonces que mientras que Tebaldi podría considerarse como el más grande exponente del estilo vigente hacia mediados del S.XX, Callas resulta revolucionaria al romper las categorías establecidas y, volviendo a las fuentes, abrir las puertas a los criterios interpretativos que hoy disfrutamos.
Prof. Christian Lauria